Día Internacional del Periodista: por qué se celebra hoy
Este día resalta la importancia de esta profesión, destacando a quienes se comprometen en conseguir, difundir y defender la verdad.
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Cada 8 de septiembre se conmemora el Día Internacional del Periodista, una fecha que celebra la labor de todas las personas que se dedican a la investigación, redacción, cobertura informativa y fotográfica, siendo partícipes claves para la libertad de expresión. La jornada fue dispuesta en homenaje a Julius Fučík, periodista y escritor checoslovaco recordado por su trabajo periodístico y de resistencia a la ocupación alemana durante la Segunda Guerra Mundial, motivo por el cual fue detenido en abril de 1942 y ejecutado un día como este de 1943 por las fuerzas nazis.
Durante sus últimos días en cautiverio, Fučík redactó una crónica, el Reportaje al Pie de la Horca con el que inmortalizó su experiencia en la guerra, valiendo como un testimonio clave el cual es recordado aún a 80 años de su asesinato.
La labor de Fučík
Julius Fucík nació el 23 de febrero de 1903 en Praga, en la entonces Checoslovaquia. Comenzó sus estudios en filosofía, integrándose en 1921 en las filas del Partido Comunista de este país, sintiéndose interesado por la difusión de artículos sobre cultura, teatro y literatura, así como crónicas de viaje. Años más tarde, se sumaría al periódico del partido, Rudé Pravo, y a la revista Tvorba, donde realizaría reportajes, crónicas y otros escritos orientados hacia la sociedad. Durante la década del 30 realizó viajes a la Unión Soviética, experiencia que le valió de inspiración para crear su obra documental En la tierra donde el mañana ya es ayer.
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Cuando el ejército nazi ocupó su país, fue detenido en diferentes ocasiones. Esto lo llevó a adoptar el seudónimo “Doctor Horak”, con el cual continuaría redactando artículos a favor del comunismo y criticando severamente el fascismo. En 1941, se unió al Comité Central del Partido Comunista, en donde se encargaría de manera clandestina a las publicaciones periodísticas de esta asociación.
Fue capturado por la Gestapo en 1942 y llevado a la prisión de Pankrác, lugar donde experimentaría múltiples torturas y enfrentaría un largo tiempo recluido hasta su cruel asesinato.
Al pie de la horca
Durante su tiempo en cautiverio, Fučík entabló relación con un guardia de la Gestapo de origen checo llamado Adolf Kolínský, un doble agente cuya intención era hacer más leve el encierro de sus compatriotas. A través de los barrotes, Kolínský le preguntó al recluso si no quería dejar algo “para el futuro”. Si bien al principio desconfió del oficial, pronto le solicitaría un papel y lápiz para poder escribir y dejar un registro de su paso por la reclusión. De esta manera, realizó varios escritos denominados como Reportaje al pie de la horca. Este es una crónica en la cual detalla como eran las condiciones de su detención y el pasar de los días en la prisión.
Golpeado hasta casi morir de manera constante en los interrogatorios a los que lo sometían, sus descripciones intentan salir de su dolor físico para concentrarse en las causas de su militancia: “Amaba la vida y por su belleza marché al campo de batalla”, dice, antes de hablar a la posteridad a modo de testamento: “Hombres: los amé. Fui feliz cuando correspondían mi cariño y sufrí cuando no me comprendían. Que me perdonen aquellos a quienes causé daño. Que me olviden aquellos a quienes procuré alegrías. Que la tristeza jamás se una a mi nombre”.
La prisión en Pankrac fue compartida con su esposa, Gustina, a quien buscaba acompañar aunque estuvieran en celdas y pisos distintos: “Cada noche y cada mañana me volvía de costado para poder cantar a mi Gustina sus canciones preferidas. ¿Cómo no iba a oírlas cuando yo ponía en ellas tanto fervor? Hoy ya sabe, hoy ya puede oír, aunque se halle a más distancia que entonces. Y hoy día, hasta los guardianes saben —y se han acostumbrado a ello— que la celda 267 canta. Y ya no gritan detrás de la puerta para imponer silencio”.
El 9 de junio de 1943, escribió su último capítulo, “Un trozo de historia”, para contar la cronología de la resistencia de la cual fue parte. Consideraba que no iba a tener otra oportunidad para expresarse, ya que esa misma noche sería llevado a Berlín para enfrentar un proceso en el que, descontaba, sería condenado a la pena capital. El relato destinado a la posteridad termina con la siguiente reflexión personal: “También mi juego se aproxima a su fin. No puedo describirlo. No lo conozco. Ya no es un juego. Es la vida. Y en la vida no hay espectadores. El telón se levanta. Hombres: los he amado ¡Estén alerta!”
Cumpliendo con su evaluación, el 8 de septiembre de 1943 fue fusilado por sus captores. Su reportaje, que había sido sacado hoja por hoja de la cárcel por el guardia que le facilitó el papel, fue publicado dos años más tarde, con la liberación soviética de Checoslovaquia, y se volvió un símbolo de la libertad de expresión.
Dos décadas después, cuando el Reportaje al Pie de la Horca ya era una referencia ineludible del oficio periodístico, el Congreso de la Organización Internacional de Periodistas (OIP), decidió rendir homenaje a Fučík, proclamando la fecha de su muerte como el Día Internacional del Periodista.
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