Todo es azúcar
Prácticamente, no hay alimento procesado que no tenga azúcar en alguna de sus formas. Desde las galletitas saladas hasta los quesos untables, todo tiene azúcar por dos motivos: el primero es para disimular los errores de sabor y el segundo, para que quieras comer más. El azúcar (o lo dulce en general) es muy adictivo.
Los azúcares simples que vienen en las frutas o en la leche aportan energía inmediata y son importantes para nuestro cuerpo. El problema es que el azúcar agregado (el que le agregamos nosotros o el que viene incorporado a los alimentos industrializados) aporta calorías vacías, es decir, que no se acompañan de nutrientes interesantes. El exceso de calorías vacías es preocupante, entre otras razones, porque incrementa el riesgo cardiovascular, estimula el apetito y tiene efectos metabólicos indeseables.
Lo barato sale caro
Hay hasta 50 formas distintas de azúcar en todo lo que comemos. La comida industrializada tiene hoy como niña mimada el JMAF, Jarabe de Maíz de Alta Fructosa, un subproducto de maíz de alto riesgo para la salud, pero tan barato que se lo meten a casi todo.
Límites
La OMS estableció un límite al consumo de azúcar, no una recomendación. Dice que nadie debería comer más de 10 cucharadas de azúcar agregado por día (con el azúcar que traen las frutas alcanza y sobra para tus necesidades corporales). Y dice también que si reducís ese consumo a cinco cucharadas diarias empezás a notar el beneficio directo en tu salud a los pocos días.
Tan fácil
La industria azucarera protesta porque asegura que el producto no es el único factor que genera obesidad, lo cual es cierto. Pero la OMS asegura que es uno de los principales. Y, además, es un problema de fácil resolución quitando el azúcar innecesario de la mayoría de los productos industrializados.
Con gas
Brasil es el país que más azúcar consume (y produce) y Argentina está primera en el triste podio de los países más consumidores de gaseosas.
Lobby feroz
En diciembre pasado, el gobierno nacional dispuso un aumento en los impuestos a las bebidas azucaradas, algo que la OMS recomienda en todo el mundo y que, por ejemplo, en México funcionó. El lobby de la industria azucarera fue tan fuerte que inicialmente lo redujeron y ahora se sospecha que el impuesto nunca verá la luz.
Dulce adicción
En los últimos 50 años se triplicó el consumo de azúcar en el mundo y en los últimos 30 se duplicó, con creces, el número de seres humanos obesos. Las cantidades enormes de dulce que ingerimos modificaron nuestra palatabilidad, es decir, los canales por los que el cerebro reconoce que un alimento es grato al paladar, de manera que es esperable que el consumo de azúcar siga creciendo al ritmo del 1,9% anual.
Blanca, negra, mascabo
El proceso de refinado del azúcar blanco requiere de sustancias químicas como el ácido fosfórico (usado como corrosivo), de efectos perjudiciales para la salud. El azúcar negro es azúcar refinado con un agregado de melaza y, en algunas ocasiones, de colorantes. De tal manera, lo más recomendable es usar azúcar mascabo o, lo que es lo mismo, integral. Pero, ojo, a no abusar que, al fin y al cabo, es azúcar.
3 tips para bajar la cantidad de azúcar
* Hidratate con agua. Y las gaseosas dejalas como premio, como excepción.
* Entre comidas, hacé el esfuerzo y meté una fruta fresca para saciar las ganas de dulce.
* Reducí a la mitad la cantidad de azúcar que les agregás a las infusiones. No uses edulcorantes; es preferible que entrenes tu paladar (es muy reeducable) para percibir los sabores amargos como placenteros.
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