“Pido perdón”. Marius Borg, el hijastro del príncipe heredero de Noruega al que sus exparejas acusan de violencia física y psicológica
El hijo de la esposa del príncipe noruego Haakon Magnus tiene 27 años y un historial de escándalos y roces con la ley que se coronó a comienzos de agosto con la agresión física y verbal a una exnovia, que lo denunció en la justicia
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Fue la primera boda real europea del siglo XXI. El 25 de agosto de 2001 se casaron, en la Catedral de Oslo, el príncipe heredero del trono de Noruega, Haakon Magnus, y su novia, la plebeya Mette-Marit Tjessem Høiby. En la fastuosa celebración, a la que acudió lo más granado de la realeza del Viejo Continente, estuvo presente también un personaje especial. Se trataba de Marius Borg Høiby, un niño rubio de unos cuatro años, hijo de la flamante princesa de Noruega con una relación anterior.
Aquel pequeño que, engalanado para la ocasión, enterneció a todos los presentes en la ceremonia nupcial, se convertiría con el correr de los años en una máquina de protagonizar escándalos y hechos ilegales que sacudirían una y otra vez a la Familia Real. Hace días sumó una nueva foja en su prontuario: fue detenido por la policía y estuvo 30 horas demorado, acusado de agredir verbal y físicamente a una mujer en la noche del pasado 1° de agosto.
Más allá de las de los desaciertos y tropelías que tiene en su haber el inquieto Marius, que hoy tiene 27 años, hay una cosa que brinda alivio a Harald V y Sonia, los reyes del país nórdico: el muchacho no tiene lugar en la línea de sucesión al trono noruego. Es decir que, por más que haya sido adoptado como miembro de la Familia Real y goce de sus beneficios, el hijo de Mette-Marit no tiene posibilidad alguna, en el futuro, de heredar el trono de Noruega. Esto quedó establecido bien claramente en un documento que los contrayentes, Mette-Marit y Haakon, firmaron antes de su boda. La rúbrica de este contrato fue la condición impuesta por los monarcas para permitir el enlace.
Una princesa que no es “de cuentos”
En este sentido, también vale decir que, mucho antes de que Marius desarrolle su vocación por meterse en problemas, la relación entre el príncipe de Noruega y una plebeya que, además era madre soltera, trajo también ciertos resquemores. Y lo hizo tanto en la población del país como en el seno de la Casa de Glücksburg. Es que Mette-Marit traía consigo un bagaje de experiencias que no parecían encajar demasiado con la imagen idílica de una princesa de palacio.
Nacida en agosto de 1973 -casualmente el lunes 19 último cumplió 51 años-, la actual princesa de Noruega y futura reina consorte, antes de conocer a Haakon tuvo un período que ella misma calificó como “libertino”. Por supuesto, la prensa del corazón de su país se encargó de ventilar todo lo que se podía sobre ella cuando se supo que había iniciado un romance con el príncipe noruego. Se decía que había participado de fiestas salvajes y había experimentado con drogas recreativas.
La parte más conservadora de la sociedad noruega estaba estupefacta también por el hecho de que ella fuese madre soltera y de que además, el padre del niño, Morten Borg, que lo abandonó antes de que viera la luz, había estado en prisión por tráfico de drogas en el año 1991 y también tenía causas por violencia y por conducir bajo los efectos del alcohol. Los medios noruegos dedicaron en su momento varias columnas a hablar de este hombre que en el 2000, antes de que su hijo se hiciera famoso, también fue condenado por posesión de 50 gramos de cocaína, según informa el medio noruego TV2. Por supuesto, este tipo de noticias llegaron más allá de las fronteras. El tabloide sueco Aftonbladet, sin medias tintas, llegó a escribir en sus titulares: “El padre de Marius es un criminal”.
A todo esto hay que añadir que la princesa, años antes de ser princesa, había concurrido a un reality show llamado La casa del placer, de evidente tono erótico, donde el objetivo final era encontrar una pareja. Todo parecía contribuir a hacer mella en su imagen.
A finales de 1990, Mette-Marit asistió al Festival Quart, el concierto de rock más grande de Noruega, y es aquí donde conoce al príncipe Haakon. Cupido hizo lo suyo y cuando estallaron las revelaciones en la prensa sobre el pasado “salvaje” de la novia del príncipe, Haakon estaba tan enamorado que hasta se dice que amenazó con renunciar al trono si sus padres no aceptaban a su futura esposa. Y con ella también el heredero de la corona aceptaba y adoptaba al pequeño Marius. Lejos de entrar en controversias, los reyes de Noruega aceptaron a la novia de su primogénito y también a su pequeño hijo, aunque le hicieron firmar a la muchacha aquella cláusula previa a la boda. Y otra, que estipulaba que, de existir un divorcio, tanto la madre como su vástago se irían del palacio sin reclamar nada.
Los posteos problemáticos del joven Marius
Marius creció en el seno de la Familia Real con la misma educación, privilegios y deberes que los medio hermanos que llegaron después, Ingrid Alexandra y Sverre Magnus (ellos sí tiene lugar en la línea sucesoria de la corona noruega). Pero pocos años después, con la llegada a la adolescencia, este muchacho comenzó a perfilarse como la oveja negra de una familia de sangre azul.
El primero de sus escándalos fue, en realidad, una distracción que pudo haber salido cara. En unas vacaciones familiares en 2014, el muchacho decidió compartir imágenes en Instagram, incluso algunas junto a su novia, pero olvidó sacar la localización de las imágenes, por lo que develó el lugar exacto donde la Familia Real se encontraba, algo que, por supuesto, pudo traer más de un problema a nivel de la seguridad de los futuros monarcas. A partir de este suceso, al joven le cerraron temporalmente todas su redes sociales.
Otra situación relacionada con la red de redes tuvo lugar en 2016. Entonces, nuevamente una publicación del muchacho puso en aprietos a su entorno. Marius Borg decidió vender en un conocido sitio de comercio electrónico de su país una serie de cosas que no necesitaba: un motor de lancha fuera de borda, un reloj Nixon, un bolso de viaje Louis Vuitton y una camioneta Ford modelo Harley Davidson. El problema fue que, además de la ostentación de esos objetos difíciles de obtener por la mayoría de la gente, el joven dejó en los avisos su número de teléfono personal y la dirección del palacio real.
Muchos empleos, poca constancia
Otra característica que pone a este príncipe sin acceso a la Corona en boca de todos los noruegos, y no de buena manera, es la profusa cantidad de trabajos que tuvo y dejó al poco tiempo. O lo dejaron a él. Fue agente inmobiliario, editor de una revista especializada en ocio y lujos, imagen para una aplicación de citas y mecánico de motos. En materia de empleos, este apuesto joven rubio y de dos metros de altura parece ser, esta vez sí, un verdadero rey. Pero de la inconstancia. Eso, pese a que ha recibido los mejores estudios y estímulos: estudió finanzas en California, diseño en Milán, estuvo también en Londres y tuvo un año sabático de viajes con todos los gastos pagos.
Además de su vida como habitué de las salidas nocturnas y de su publicitado romance en 2018 con la modelo Juliane Snekkestad, catalogada como “chica playboy”, las andanzas de Marius comenzaron a bordear lo ilegal cuando en noviembre del año pasado manejó su auto a una velocidad mucho mayor a la permitida y, para colmo de males, subió su propia imprudencia a las redes, cuando fotografió el velocímetro y lo posteó en su cuenta de Instagram. La marca llegaba a los 90 kilómetros por hora, cuando el límite era 50 kilómetros por hora... además de que está terminantemente prohibido sacar fotos con el celular mientras se está manejando.
La mala letra del joven Marius incluye también el comportamiento con su propia familia. En 2023, el muchacho no asistió a la doble fiesta de cumpleaños de 50 años de su madre y su padrastro Haakon. Aseguró que su ausencia se debía a que estaba enfermo. Sin embargo, poco después trascendió que ese mismo día, o mejor dicho, esa misma noche, el primogénito de Mette-Marit había ido a una fiesta temática del agente James Bond realizada apenas a un kilómetro del Palacio Real de Oslo, donde festejaban los príncipes.
Pedido de perdón y nuevas acusaciones por violencia
Sin embargo, todas estas acciones de Marius Borg son apenas travesuras comparadas con su última y violenta tropelía. El joven está acusado de haber agredido verbal y físicamente a una mujer, que era una de sus exnovias. El hecho estremeció tanto a la Familia Real que Mette-Marie suspendió todos sus actos, oficiales, en especial su viaje a París para presenciar los Juegos Olímpicos, para acompañar a su hijo.
Según las crónicas registradas en los medios locales, el hecho ocurrió en el departamento que tiene el joven en el este de Oslo, y a consecuencia de su accionar violento, la joven, de unos 20 años, debió ser hospitalizada. Los primeros partes hablaban de una “conmoción cerebral”. El portal noruego Se og Hør señaló que existiría un video en el que Marius amenaza a la denunciante con incendiar sus pertenencias. Además, en el lugar de los hechos la policía habría encontrado un cuchillo clavado en la pared. Si bien el hijo de Mette-Marit recuperó la libertad de manera veloz, los cargos continuarían su curso. Se lo acusa de agresión “física y psicológica” a una mujer.
Dentro de este hecho brutal, un punto que puede considerarse a favor de Marius, que pasó unas 30 horas detenido luego de la denuncia, fue que admitió lo que había hecho y pidió perdón. Lo hizo el 14 de agosto, a través de un comunicado en el que decía: “Cometí lesiones corporales y destruí objetos en un departamento en estado de ebriedad con alcohol y cocaína después de una discusión. Tengo varios trastornos mentales, lo que significa que a lo largo de mi crianza y mi vida adulta he tenido y sigo teniendo desafíos. Luché contra el abuso de sustancias durante mucho tiempo, algo por lo que estuve en tratamiento en el pasado. Ahora retomaré este tratamiento y lo tomaré muy en serio”.
En otra parte del comunicado, el joven asegura que el consumo de drogas no es excusa para lo que pasó en el departamento de la joven y añade: “Para mí lo más importante es pedirle perdón a mi novia. No merecía lo que pasó esa noche. También quiero pedir disculpas a mi familia”.
Pero junto con las disculpas salieron a la luz más problemas para el joven noruego. Dos de sus exnovias oficiales, Juliane Snekkestad y Nora Haukland, se preparan para llevarlo a Marius Borg a la Justicia bajo la acusación de violencia. Así lo admitieron los respectivos abogados de ambas al medio noruego Dajbladet.
Al conocerse el episodio violento del joven, sus ex decidieron que tenían que contar lo que había vivido cada una de ellas. Y lo hicieron en sus redes sociales. Julianne, por caso, escribió: “Anteriormente he sido objeto de violencia psicológica y física por parte de la persona en cuestión, donde la violencia psicológica fue más brutal para mí”. Por su parte, Norah manifestó en sus redes los siguiente: “Marius ha sido violento conmigo. Me dio una trompada en la cara. Me pateó, me estanguló, destrozó mi departamento. También destruyó cosas en la nueva casa de su madre. Pero como dijo Juliane, lo peor para mí fue la parte psicológica. Las amenazas. Los gritos”.
Cuando cumplió 20 años, Marius Borg aseguró a la prensa de su país que quería y necesitaba volver a una vida de bajo perfil donde imperara el anonimato. Aseveraba entonces que ese era su mayor deseo. A los 24 años, y a la luz de los hechos, está visto que no ha hecho demasiado por que se cumpla su deseo. Más bien, todo lo contrario.
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