Opciones no tradicionales
Vodka, pisco, grapa: nuevas variantes para sustituir el vino a la hora de sentarse a comer
Más allá de que el vino es la bebida argentina por excelencia para la mesa, las nuevas generaciones se inclinan por la informalidad de la cerveza; no obstante, ésta no hace fácil acuerdo con las comidas más criollas: la parrillada o el asado, por ejemplo, y las empanadas, que los prologan tan bien. Tampoco para la cocina española, tan amiga del vino, alta en sabor y pimentones. Es entre los hispánicos que se ve más comúnmente lo de abrir la comida con una caña –de cerveza– para inmediatamente seguir con el vino. El vodka representa la opción joven de los alcoholes de alta graduación; fresco –se mantiene en el freezer–, se bebe puro o en tragos que, como la caipiroska, son clásicos junto a otros sour drinks, con fórmula de caipirinha. La cocina peruana, por caso, es inadmisible sin un pisco sour de arranque. Los nativos pueden apurarlo puro, frío, entre bocado y bocado, e incluso en dúo con la cerveza, así como en los países nórdicos el vodka y el acquavit son menos difíciles para no iniciados si se alternan con sabias medidas de la rubia espumosa. Y por qué no nuestra grapa argentina, que está creciendo en marcas y se pone de moda. En las ciudades modernas de Japón, el dúo con sake, la bebida nacional, es de lo más popular, y el mismo alcohol de arroz se moderniza en deliciosos cócteles con jugos de frutas y tés exquisitos en los restaurantes gourmets.