Mustique: la paradisíaca isla cerca de Venezuela donde la princesa Margarita ocultó sus secretos
La vida de la princesa Margarita ocupó los titulares de los diarios británicos durante toda su juventud. Siempre en busca de un nuevo capítulo de sus amores, los paparazzi estaban atentos a sus movimientos cada vez que salía de su hogar. Fue así como descubrieron la paradisíaca isla Mustique, donde la hermana de la reina Isabel II ocultaba sus secretos más mundanos.
Aunque ya pasaron casi veinte años desde su muerte, todavía sobrevuela un aura de nostalgia sobre sus truncadas historias de amor. Algunos de sus romances más importantes están retratados en la serie The Crown, la ficción de Netflix que mantiene en vilo a los fanáticos de la realeza británica.
Varios capítulos de las primeras tres temporadas tienen como foco las relaciones sentimentales de Margarita: desde su forzada ruptura con el coronel Peter Townsend, hasta su divorcio de su único esposo, el fotógrafo Antony Armstrong-Jones.
Un paraíso sin agua caliente ni electricidad
Mustique forma parte del archipiélago de San Vicente y las Granadinas y se encuentra al norte de Venezuela, rodeada de arrecifes de coral. El vínculo de Margarita con la isla del Caribe fue sin dudas un amor a primera vista: aunque aquel pedazo de tierra solitario no tenía agua caliente ni electricidad, el clima tropical y el mar templado la conquistaron de inmediato. Además, la absoluta privacidad de la isla le permitió, por primera vez, tener una “vida normal” alejada de la frialdad de los palacios.
Todo empezó en 1958, cuando Colin Tennant, el hijo del segundo barón de Glenconner, sobrevoló Mustique en un helicóptero y decidió adquirir los 5,7 kilómetros cuadrados de tierra flotante para construir allí su casa de vacaciones. Más tarde, este hombre se convirtió en el esposo de Lady Anne, la dama de compañía de la princesa.
Tennant compró la isla desierta por 45.000 libras (una cifra que actualmente se traduce en 61.300 dólares), convencido de que sería más barato que calentar su enorme castillo en Escocia todos los inviernos. Lo cierto es que, a principios de los años 60, no había absolutamente nada en esas parcelas: apenas cinco de las 570 hectáreas estaban plantadas de algodón, y nadie había comprado las tierras durante cuatro años.
La relación de Lady Anne y Margarita venía de larga data: fueron amigas desde la infancia e, incluso, la hermana de la reina aceptó ser la madrina de sus hijos. Cuando llegó el momento en que la princesa se casó con Armstrong-Jones, su dama de compañía le dio a elegir entre dos opciones de regalo de bodas: diez hectáreas de la isla o una costosa joya. Por supuesto, Margarita optó por el terreno con vistas a las playas del Caribe.
Les Jolies Eaux: una mansión que tardó cuatro años en construirse
Les Jolies Eaux significa “aguas hermosas” en francés: es el nombre de la mansión que Margarita mandó construir sobre Gelliceaux, “el punto más alto y seguro de la isla”. Aunque suene muy glamoroso, la realidad es que hicieron falta cuatro años para que se convirtiera en un lugar habitable.
En una entrevista con el Daily Mail, Lady Anne aseguró: “Los primeros tiempos solo venían los valientes. No había electricidad ni agua caliente, pero Margarita no tenía problemas con eso”. Según relató la antigua dama de compañía, la princesa disfrutaba de la vida en medio de la naturaleza: se duchaba con un balde de agua entre dos árboles, comía pescado fresco y conservas enlatadas.
“Fue la única casa que realmente le perteneció y allí fue muy feliz, porque además de ser bonita le ofrecía un lugar donde era independiente de su marido”, contó la esposa de Tennant. El hogar que se convirtió en “el cable a tierra” de Margarita no tardó en ser un lugar de ensueño también por dentro: decoró cada ambiente con muebles de fórmica blanca del Ideal Home Show, una exposición de diseño de interiores que aún se sigue celebrando en Londres.
La reina Isabel II y su esposo, el príncipe Felipe, visitaron Mustique a bordo del yate Britannia durante su tour por las Indias Occidentales de 1964 y quedaron encantados con la isla. Tennat había comprado las tierras sin haber puesto un pie en ellas, pero logró transformarlas en un exclusivo destino de vacaciones con la ayuda de los arquitectos Arne Hasselqvist, ingeniero civil de Suecia, y Oliver Messel, destacado escenógrafo británico.
Margarita y Rodd Llewellyn: un romance prohibido
Durante tres décadas, febrero tras febrero, la princesa visitó la isla sin excepción. Se convirtió en una tradición solitaria de vacaciones, porque su esposo no solía acompañarla. De hecho, dos años después de casarse, ya era un secreto a voces que ambos mantenían vidas paralelas.
En 1976, Margarita viajó a su mansión en una escapada romántica con Roddy Llewellyn, un jardinero 17 años menor con quien mantenía un romance desde hacía tres años. Durante uno de sus paseos por la playa se concretó su peor temor: un paparazzi logró infiltrarse en la propiedad y sacó la foto más buscada por los medios.
Tras hacerse pública la imagen de la princesa junto a su “amante”, su matrimonio con Armstrong-Jones llegó a su fin. Para ese entonces, su esposo ya estaba involucrado sentimentalmente con la irlandesa Lucy Lindsay-Hogg, con quien se casó ese mismo año.
¿Qué fue de la isla Mustique?
A pesar de que aquella fotografía cambió su vida para siempre, Margarita siguió yendo cada año a la isla. Y su romance con Roddy sobrevivió otros tres años. Lejos de pensar en abandonar su destino favorito, se mantuvo como la anfitriona de famosas fiestas que atrajeron a todo tipo de celebridades.
Cuando su salud comenzó a empeorar, y tras sufrir el primer derrame cerebral, sus viajes a Mustique fueron cada vez menos frecuentes, hasta su última estadía en 1989. Sin embargo, el príncipe William -hijo de Lady Di y Carlos- continuó con la tradición y vacacionó en varias oportunidades en la casa de su tía abuela.
Fue en ese mismo escenario donde le pidió matrimonio a Kate Middelton, la actual duquesa de Cambridge, con quien formaron una familia junto a sus tres hijos. A finales de los años 80, Tennant vendió muchos de sus terrenos y perdió poder en la isla. Actualmente es propiedad de Mustique Company, cadena hotelera que construyó dos resorts de lujo y un centenar de villas privadas.
Hoy, en plena pandemia de Covid-19, la mansión donde alguna vez se escribió la historia de la princesa Margarita resulta un destino ideal por ser un paraíso exclusivo y alejado. Algunos acaudalados turistas disfrutaron de una breve estadía en la isla, por un costo semanal que promedia entre los 23.000 y 30.000 euros.
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