En la misma esquina de siempre (entre la calle 21 y la 14) y a tan solo una cuadra del mar. Allí se encuentra Mickey, el bar más clásico de la ciudad balnearia de Miramar . "Vamos a comer unos panqueques de dulce de leche y crema con un licuado" es una de las frases más repetidas entre los jóvenes luego de disfrutar de la playa. Los días nublados o de lluvia, visitarlo es un plan perfecto. Pedirse un waffle bien potente y hacerle frente al mal tiempo. Por ser un punto de encuentro para toda la familia, el lugar preferido de los adolescentes cuando salen de bailar en la matiné y también fiel testigo de muchas primeras citas, ya es considerado por todos los veraneantes como una verdadera institución miramarense. Con su "Panquekazo", un panqueque relleno de dulce de leche, chocolate, crema, nueces, helado y ensalada de frutas logró conquistar los corazones de varias generaciones y hasta algunos llegaron a afirmar que "si no pasaste por Mickey, no visitaste Miramar".
El nombre Mickey (inspirado en el famoso personaje de Disney) también hace alusión a la ciudad de los niños como es llamada Miramar. El bar abrió sus puertas en 1945 y parece detenido en el tiempo. Es que desde hace más de setenta años que mantiene la misma estética con la fachada de ladrillo a la vista y piedra, sus toldos rayados naranja y amarillo, sillas de mimbre color amarillas y caños verde oscuro y mesas antiguas. Al principio su fuerte era el helado artesanal, pero con el auge de las heladerías en la ciudad tuvieron que comenzar a incursionar en nuevas opciones. Primero agregaron sándwiches y más tarde los afamados panqueques que los hicieron famosos por toda la Costa. José Barrachina se encargaba de preparar los helados y su mujer, María Ángeles, era la experta en panqueques. Sus cuatro hijos: Rodolfo, Mónica, Juan Carlos y María Ángeles, se criaron desde pequeños entre el olor a panqueque recién hecho y la fruta fresca de los licuados. "A mis padres les gustaba mucho la gastronomía, pero no eran del rubro. En aquel entonces nosotros vivíamos en San Fernando y se les ocurrió abrir solamente por la temporada de verano un local de venta de sándwiches. Como les fue bien, se entusiasmaron y surgió la posibilidad de comprar este local en Miramar. Desde entonces todos los veranos nos venimos a la Costa al emprendimiento familiar. La tradición era tenerlo abierto desde diciembre hasta fines de febrero. Y aún continuamos con esta modalidad. Ahora también nos pueden encontrar en Semana Santa", explica Rodolfo Barrachina, uno de los hijos y quien actualmente está al frente del negocio junto a sus hermanos.
A toda hora
Las persianas están abiertas desde principios de diciembre hasta fines de febrero, por eso, en temporada el local recibe clientes las 24 horas del día. "Si a alguien se le antoja a comer un panqueque a las cuatro de la mañana lo recibimos con mucho gusto. En el verano estamos todos los días y abiertos en todos lo horarios", agrega, entre risas, Barrachina, quien admite que a la madrugada llegan muchos jóvenes después de salir del boliche Mariachi o Porto, dos de los más concurridos de la ciudad.
Tienen lomitos completos, hamburguesas y panchos, pero los panqueques y los waffles caseros son los más queridos por los veraneantes. Juan Carlos, otro de los hermanos, es desde hace años el maestro panquequero. Su madre fue quien le enseñó el arte y también la receta. Los panqueques miden lo mismo que el plato (aproximadamente unos 21 cm) y son más gruesos que los que se cocinan en casa. Otra de las particularidades es que se presentan abiertos con los ingredientes en el medio para que luego el comensal los esparza a su gusto. Para Rodolfo una de las claves de los panqueques es utilizar buena materia prima y realizarlos en el momento. "Lo que le damos a nuestros clientes es lo mismo que yo le daría a mis hijos. Además, están hechos con mucho amor y con las mismas recetas de siempre", dice.
La versión más clásica y con su fórmula imbatible es el panqueque de dulce de leche y crema. Otro muy afamado es el que trae chocolate y rodajas de banana. Además, el cliente puede armar el panqueque con la cantidad de ingredientes que desee. "A mucha gente le encanta ponerle de todo. Se puede pedir con crema chantilly, canela, duraznos, miel, chocolate rallado y helado. Entre otros", detalla Barrachina. Cuando incorporaron el "Panquekazo" con dulce de leche, chocolate, crema, nueces, helado y ensalada de frutas el éxito fue inmediato. Las versiones saladas con queso, jamón, tomate y huevo o la de queso y cebolla también despiertan fanatismo entre los hambrientos que salen de la playa.
Después de los panqueques, a pedido del público, llegaron los waffles. Vienen presentados en forma de sándwich (dos waffles en cada porción) y hay varias opciones para todos los gustos. Desde dulce de leche, crema, bananas, durazno o helado. También tienen con jamón y queso similar a un clásico tostado. Hace algunos años incorporaron versiones de waffles y panqueques sin gluten. Por día aproximadamente venden cuatrocientos panqueques y casi la misma cantidad de waffles. Durante toda la temporada de verano llegan a consumir unas tres toneladas de dulce de leche. Los gustos varían según el mes: en enero salen más los waffles mientras que en febrero el podio se lo llevan los panqueques.
Mónica Barrachina, otra de las hermanas de la familia, es docente y todos los veranos se viene a Miramar para atender el bar. "Me crié acá. Cuando mi padre empezó con el negocio tenía tan solo doce años y me encantaba ayudarlo. Desde entonces vengo toda la temporada", dice. Mickey es como una gran familia. Hay mozos como el tucumano Celso que trabaja hace más de treinta años en el local. Algunos clientes aún extrañan a Hugo y Gonzalito, dos mozos de antaño que ya se jubilaron y los atendieron todas las temporadas. "El clima que se genera es muy lindo. Todos los días nos sorprendemos con familias que vinieron toda la vida y hasta muchas veces nos presentan a sus hijos y también a sus nietos. Es impresionante la cantidad de parejas que se formaron en Mickey, el lugar es muy elegido para una primera cita. La gente lo recuerda mucho a bar, es la esquina por la que todos pasaron", dice Mónica, entre risas. Su hermano, Rodolfo, coincide: "Nos asombra que la gente venga con mucha alegría y nos agradezca que no cambiemos el estilo de comida ni del local. Este es un punto de encuentro. Muchas veces vienen nietos de abuelos que se han puesto de novios acá".
Se dice que Ernesto "Che" Guevara tras su paso por Miramar fue cliente de Mickey. En el menú del bar puede leerse parte de esta historia. También disfrutaron de sus panqueques y waffles, la chef Ximena Sáenz, los mellizos Guillermo y Gustavo Barros Schelotto, Darío Lopilato, Matías Ale y Facundo Saravia, entre muchos otros.
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