Liliana Hermann, sobrina nieta de Lothar Hermann, escribe un libro sobre la historia “olvidada” de su tío y el rol que tuvo en la captura del criminal de guerra nazi señalado como el arquitecto de “la solución final” por la que murieron millones de judíos en los campos de concentración
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El día que su hermano le mostró el papel, Liliana Hermann quedó desconcertada. No entendía por qué, junto con la partida de nacimiento del abuelo Hugo, había otra más, la de un tal Lothar Hermann. “¿Quién era Lothar?”, fue el primer interrogante que vino a su mente. En su casa nunca nadie había pronunciado ese nombre. En la embajada de Alemania toda la documentación referida a Lothar era “confidencial” y en internet (que en ese entonces estaba en los albores) el nombre aparecía junto con el de Josef Mengele. Aunque Liliana no se reconoce judía, sintió escalofríos por la simple conexión de su apellido con el nombre del médico nazi, apodado el “ángel de la muerte”.
Desde ese entonces, durante dos décadas y con la ayuda de Ariel Mereles, Liliana se embarcó en una investigación colosal para intentar conocer sus orígenes. Para su asombro (y satisfacción) lo que encontró cambió años de historia.
“Cuando empezamos a buscar la información nos dijeron ‘ustedes nunca van a poder hacer nada’... ¡y cambiamos 50 años de historia! Ahora quiero que se conozca la historia de Lothar porque estaba debajo de la alfombra. Creo, además, que va a ser inspiradora, que va a servir para que lo que pasó con él no vuelva a ocurrir. Al fin y al cabo, todo lo que se conoce de él fue por nuestra labor”, dice Liliana.
El descubrimiento
En 1998, por la complicada situación del país, el hermano de Silvia decidió tramitar la ciudadanía alemana para viajar a Europa. “Mi abuelo Hugo había llegado a la Argentina, a finales de 1935, después de las leyes de Núremberg [los nazis implementaron las leyes raciales de Núremberg que restringían los derechos de los judíos]. Pero no teníamos ningún papel de él para iniciar el trámite. Mi hermano solicitó la partida de nacimiento. Cuando apareció la partida, con ella adjuntaron además la partida de nacimiento de Lothar. Pero no sabíamos quién era. La documentación que había sobre Lothar en la embajada estaba en alemán y no podían entregarla porque era información confidencial. Nos llamó mucho la atención y yo me empecé a preguntar quién era Lothar y qué había pasado con él”, explica.
-Y comenzó la búsqueda
-En ese momento yo tenía un locutorio con computadoras e internet, así que me puse a buscar sobre Lothar. Descubrí que su nombre figuraba en un archivo sobre Josef Mengele, en el Archivo General de la Nación. Fue muy fuerte. Me generó más curiosidad porque no entendía qué había pasado, de qué bando estaba. Yo quería conocer mis raíces.
Durante la investigación, Liliana se enteró que los Hermann habían sido 11 y eran oriundos de Quirnbach, un pequeño pueblo de Alemania. Con la guerra, algunos lograron emigrar, como el caso de su abuelo Hugo, que llegó al país en 1935. Pero su hermano Lothar no tuvo la misma suerte y fue prisionero durante cuatro años en un campo de concentración de Dachau.
-¿Y cómo llegó Lothar a la Argentina?
-En 1938 logró escapar y viajó a Holanda. Allí conoció a Marta, quien fue su esposa. Luego, viajaron en barco vapor hasta Uruguay y después a la Argentina. Vivieron un tiempo en Rosario y luego se instalaron en Olivos, provincia de Buenos Aires. En 1941, nació Silvia, su única hija´, mi tía.
-Su padre era sobrino de Lothar, ¿qué contó sobre su tío?
-En realidad yo no conocí nada de la historia de mi familia. En mi casa no se hablaba del tema. Creo que un poco por tabú y otro poco por la inmigración forzada, la guerra... Además mi abuelo Hugo abandonó a mi papá cuando tenía 9 meses. Pienso que son los daños colaterales de la guerra, el callar, no contar... De hecho, yo me enteré de grande que tenía un abuelo alemán.
-¿Quién era Lothar?
-Mi tío era un sobreviviente del Holocausto, estuvo en un campo de concentración, donde lo dejaron casi ciego de los golpes, logró escapar y llegó a la Argentina con su esposa. Acá trabajó como gestor, tramitaba pensiones y jubilaciones alemanas. Lothar fue quien descubrió y llevó a la justicia a Adolf Eichmann, un criminal nazi que organizaba los trenes a los campos de concentración.
“Mi vecino es Eichmann”
Adolf Eichman fue un criminal de guerra nazi encargado de gestionar las deportaciones por ferrocarril de los judíos hacia los campos de exterminio. Se lo llamó “el arquitecto del Holocausto”. Tras finalizar la Segunda Guerra Mundial, en 1948, el jerarca nazi escapó de los Aliados y se refugió en la Argentina con un pasaporte falso, bajo el nombre de Ricardo Klement. Durante los primeros tiempos, Eichmann vivió en la provincia de Tucumán y luego se instaló, junto con su mujer y sus cuatro hijos, en la zona norte del Gran Buenos Aires. Trabajaba como mecánico electricista en la fábrica Mercedes Benz, de González Catán.
-¿Cómo se entera Lothar de la presencia de Eichmann?
-Lothar vivía en Olivos, en la calle Entre Rios 800, a la vuelta del cine York, y conoce de la presencia de Eichmann por medio de su hija, Silvia. Ella había conocido, en el cine, durante un ciclo de cine alemán, a unos chicos. Entre ellos estaban los hijos de Eichmann. Un día las chicas querían invitar a los chicos a un asalto [baile] y Silvia fue a la casa de los hermanos Eichmann para invitarlos. Al ir, tocó la puerta y salió un señor que le dijo que en ese momento los chicos no estaban. Silvia le preguntó quién era y el señor respondió que era el padre de los chicos, “Adolf Eichmann”.
-Tenía entendido que ocultaba su identidad y que se hacia llamar Ricardo Klement.
-No. No lo hacía. Vivía impunemente a diez cuadras de lo de mi tío. Y a otras tres cuadras estaba Mengele. En realidad, Klement fue el nombre que tenía en el pasaporte que usó para entrar a la Argentina, pero acá nunca ocultó su identidad. Para que tengas una idea, en 1956 Mengele figuraba en la guía telefónica. Los nazis no se ocultaban en la Argentina. Pero esto es algo que nadie quiere reconocer. Los nazis vivían bien en nuestro país, trabajaban en empresas que los contrataban, tenían un círculo de camaradas...
-¿Qué pasó después de que el padre de los chicos se presentara ante Silvia como Adolf Eichmann?
-Cuando Silvia llegó a su casa, le contó a su padre que había conocido unos chicos, hijos de un alemán. Lothar enseguida le preguntó el apellido. Ahí mi tío unió cabos y comienza con las denuncias.
-¿A quién comunicó Lothar la presencia de Eichmann en Buenos Aires?
-A las autoridades de acá, en Buenos Aires. Organizaciones y embajadas. Él mandaba cartas diciendo “Señores, mi vecino es Adolf Eichmann”, y daba precisiones de su contextura y dónde estaba. Hizo su primer denuncia en 1954. Luego se mudó a Coronel Suarez (Buenos Aires). En 1956, Fritz Bauer, el Fiscal General en Frankfurt, emitió una orden de detención internacional contra Eichmann. Cuando Lothar se enteró, le mandó una carta contándole que Eichmann era su vecino. Tengo esas cartas. A su vez, en 1957, Lothar se pone en contacto con Felix Shinnar, que era el nexo con el Mossad, la agencias de inteligencia de Israel. Pero no pasó nada, porque nadie quería hacer nada.
-¿Y cuándo cobra relevancia la denuncia de Lothar?
-En 1959, el diario Argentinisches Tageblatt, el diario argentino alemán en el país, saca una solicitada diciendo que Tuviah Friedman, un cazador de nazis israelí-polaco y fundador del Instituto para la Documentación de los crímenes de guerra nazis, en Haifa (Israel), daba una recompensa por todo dato certero acerca de este criminal nazi. Y como Lothar ya había probado por muchas vías y no había pasado nada, decide escribirle también.
-¿Qué pasó con Lothar luego de hacer la denuncia a Friedman?
-Lothar intercambió correspondencia con todas las autoridades de Israel: Golda Meir, David Ben-Gurión, Gideon Hausner... hasta que se llevan a Eichmann a Israel. De la captura no puedo brindar detalles porque para mí lo importante fue lo que vivió y sufrió mi familia, porque después le armaron a Lothar una causa mediática en Coronel Suarez.
La captura
El 11 de mayo de 1960 los agentes de inteligencia Israelí secuestraron a Eichmann camino a su casa y lo trasladaron en secreto a Israel. En Jerusalén, fue llevado a juicio ante una corte israelí. El juicio despertó el interés internacional y conmocionó al mundo. Numerosos testimonios de los sobrevivientes del Holocausto volvían a recordar las atrocidades del nazismo una década después. El jerarca nazi presenció el proceso, y declaró, desde una cabina de cristal a prueba de balas. Los cargos contra Eichmann fueron varios, se lo acusó de coordinar las deportaciones de los judíos de Alemania y de otras partes de Europa a los campos de exterminación. El 15 de diciembre de 1961, fue condenado a muerte.
“¡Larga vida a Alemania! ¡Larga vida a Austria! ¡Larga vida a Argentina! Estos son los países con los que más me identifico y nunca los voy a olvidar. Tuve que obedecer las reglas de la guerra y las de mi bandera. Estoy listo”, fueron sus últimas palabras que dijo Eichmann antes de morir ahorcado, el 31 de mayo de 1962, en Ramla, Israel. Su cuerpo fue cremado y las cenizas fueron esparcidas en el mar.
-¿Por qué dice que armaron una causa en contra de Lothar?
-Porque había que hacerlo callar, porque él seguía insistiendo con que le reconozcan el valor de su aporte y había amenazado con contar la verdad. A él lo corrieron completamente. A Lothar lo secuestraron cinco agentes del Estado de Israel, dos de Alemania Federal y un alto directivo de una organización local. Sufrió hasta el último momento, lo arrestaron diciendo que él era Mengele.
-¿Cómo sucedió eso?
-Un día, un periodista del Daily Express tocó la puerta de la casa de Lothar y le preguntó por el paradero de Mengele. Lothar le dijo “no” y cerró la puerta. El periodista lo amenazó y le dijo que si no le contaba, iba a poner en el diario que él era Mengele. Pero anteriormente habían ido a verlo los agentes del estado de Israel, los detalles de esa reunión no me constan. Pero fue todo armado y todos los servicios de inteligencia intervinieron la SIDE, la CIA y el Mossad. Todos por un ciego. Lo llevaron detenido y se llevaron los archivos de su casa. Cuando Lothar estuvo preso, la Embajada alemana le tomó las huellas dactiloscópicas para compararlas con las de Mengele. Eso está en la documentación. Lo tuvieron 15 días en un celda donde fue golpeado y maltratado... fue algo vergonzoso. Después de eso, Lothar no hizo nada. Su señora murió al año siguiente, en 1962.
-¿Qué quería Lothar?
-Quería justicia, que se le reconozca el mérito de su trabajo. Él, hasta tuvo que enviar a Silvia, su única hija, a vivir a los Estados Unidos por temor. Hizo todo un trabajo que después otro terminó llevándose el mérito. Era injusto.
-¿Qué pasó cuando Lothar volvió a su casa después de haber estado detenido?
-Al año siguiente falleció su esposa, Marta. La gente de Coronel Suarez lo quería porque él había ayudado a muchos. Ayudó, por ejemplo, a gente de las colonias alemanas que no tenía plata: les hizo los trámites para que pudieran acceder a sus documentos sin cobrarles nada. Pero después de todo esto la gente tuvo cierto recelo. Le tenían miedo porque no entendían lo que había pasado. A la par, los servicios de inteligencia seguían investigándolo.
“Se dijeron muchas cosas que no son ciertas”
-En 2018 se estrenó la película “Operación Final” que cuenta la operación clandestina llevada a cabo por el servicio de inteligencia israelí para capturar al ex oficial nazi
-No es fiel a lo que sucedió. Silvia nunca tuvo una relación amorosa con Klaus, el hijo de Eichmann. En el 58 Silvia se fue vivir a los Estados Unidos, la recibió allá una tía. Se han dicho tantas cosas que no son ciertas todos estos años...
-¿Qué fue lo más injusto que dijeron?
-Primero como trataron una Lothar, no le hacían caso a todas las denuncias que él hacía y durante décadas lo trataron como un chantajista. Él denunció desde que tuvo conocimiento de la presencia de Eichmann, durante años, y no es su culpa que cuando Friedman sacó la solicitada con la recompensa su denuncia prosperó. Eso fue una casualidad. No hubo familia que haya acompañado a Lothar durante su lucha. Y otra de las cosas más injustas fue que Simon Wiesenthal se quedó con todos los honores de Lothar porque en 1961 escribió un libro que se titulaba “Yo perseguí a Eichmann” y jamás vino a la Argentina. Él no tu nada que ver. Y otra parte injusta es que todos sabían. Hace 20 años que comencé a investigar la historia de mi familia y muchas personas, directores de archivos de museos, me dijeron cuando los visitaba: “La realidad, Liliana, es que no hubo familia tuya que saliera a hablar o pelear para darle los honores a tu tío”. Es decir, todo el mundo hizo oídos sordos.
-¿Cuándo llega el reconocimiento de Lothar?
-En 1972, con la ministra de Israel Golda Meir. Después de 10 años hubo un intercambio de cartas entre Friedman y Lothar. Friedman le pide disculpas, le dice que se había enterado recién de que lo habían ido a visitar de parte suya y que él nunca había enviado a nadie. Finalmente Israel le pagó lo que correspondía, eran 10.000 míseros dólares. Una vergüenza. En una de las cartas, Friedman le dice a Lothar que “el Estado de Israel gasta millones de dólares y no tiene para pagarle a usted que arriesgo su vida”. Friedman manejaba un grupo de sobrevivientes, entre todos juntaron dinero y lo invitaron a Israel para ser homenajeado como correspondía, pero Lothar no quiso ir, estaba enojado. Tan enojado estaba que se compró su parcela en el cementerio municipal porque no quería ir al judío. Falleció dos años después, el 1 de julio de 1974 de cáncer.
El segundo reconocimiento de la labor de Lothar fue en el país en 2012. La Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas (DAIA), en un acto en que participaron el Embajador Israelí Daniel Gazit, el Vicepresidente de DAIA Alberto Hammerschlag y la sobrina nieta de Lothar, Liliana Hermann recocieron la labor investigativa de Lothar Hermann como pieza fundamental para llevar a la justicia al criminal nazi Adolf Eichmann.
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