Menos es más
Si un barco que está en plena navegación desvía su curso cinco grados hacia el norte, este desvío puede ser a babor (a la derecha) o a estribor (a la izquierda). En el momento en el que sucede, dicho cambio resulta casi imperceptible. Ahora bien, si continúa avanzando, el cambio realizado será percibido a la distancia y se observará multiplicado. Se trata de un cambio que puede ser positivo o negativo.
De igual manera, en nuestras vidas, un pequeño cambio trae aparejada una catarata de cambios. Podríamos compararlo con una ficha de dominó que, al caer, empuja a las que están detrás en fila; o con una bola de nieve que, desde la cima de una montaña cae y se va acrecentando hasta provocar una avalancha en su recorrido. Así como existen los “círculos negativos”, también existen los “círculos virtuosos” que, por lo general, arrancan con un pequeño cambio.
Sobre todo en épocas de crisis, todos anhelamos grandes cambios. Pero la diferencia entre “extraordinario” y “ordinario” son solo cinco letras: el prefijo extra. En los seminarios, suelo pedirles a los asistentes que se saluden. Una vez que lo hacen, les digo que vuelvan a saludarse, pero esta segunda vez con un poco más de esfuerzo. La gente lo hace. A continuación, pido que mejoren el saludo, otra vez y otra vez. Los concurrentes comienzan a saludarse cada vez con más euforia y algunos, incluso, a sonreír. Todo termina en un estallido de risas y saludos efusivos. ¡Un pequeño cambio mejora la atmósfera grupal y trae alegría y pasión!
Un equipo de once jugadores motivados en la cancha equivale a cincuenta; mientras que once jugadores desmotivados apenas serían cuatro. En la vida como en el juego, para realizar una buena jugada solo se requiere empezar con un pequeño cambio. Esto es así porque lo mínimo siempre es lo máximo. Toda la existencia está compuesta de cambios. Todo cambia. Tal vez, en este último año, lo hemos comprobado más que nunca. Entonces, para mejorar nuestras vidas a nivel personal y grupal, procuremos gestionar los mejores cambios.
¿Qué nos impide llevar a cabo un cambio? Los hábitos, que no son otra cosa que resistencias internas. Por ejemplo, si en una oficina se desea cambiar el sello rojo que utilizaron durante décadas por un sello negro, en un primer momento los empleados se mostrarán de acuerdo. Pero, muy probablemente, luego se quejarán, porque en el fondo no quieren cambiar. Si se sigue insistiendo y se demuestran los beneficios del cambio (los cambios siempre encierran algún beneficio), finalmente todos acabarán por incorporar el sello nuevo.
Para liderar nuestras vidas con excelencia, en medio de tanta incertidumbre, necesitamos ser “líderes del cambio”. Tenemos que perseverar, sin desmayar, hasta que la curva se rompa y el cambio sea incorporado. Si se cede antes, el cambio no es ingresado, ya sea a nivel individual o grupal. La perseverancia hace que se internalice el cambio.
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