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El general Manuel Belgrano regresó a Buenos Aires, proveniente de Tucumán, a comienzos de abril. Su mal estado de salud requería atención constante. El doctor Joseph Redhead, quien lo había asistido en todo el viaje, delegó la tarea en el joven médico John Sullivan. Otros especialistas también visitaron al prócer en esas semanas. Consta que en el transcurso de sesenta y un días se realizaron setenta y dos juntas médicas. En todas participó Sullivan.
Belgrano, quien se sentía inmensamente agradecido por los cuidados de Redhead, le entregó su valioso reloj, además de la volanta en la que habían hecho el tortuoso viaje.
Aquel martes 20 de junio
Sullivan estuvo presente en la fría mañana del martes 20 de junio cuando expiró el patriota a los cincuenta años y diecisiete días de vida. Su biógrafo, Bartolomé Mitre, manifestó que sus últimas palabras fueron: "Ay, Patria mía". Lo llevaron, en corto trayecto, a la iglesia de Santo Domingo, en un cajón de pino cubierto por un paño negro que se colocó junto al altar.
Pocos días después, antes de que se enterrara el cuerpo, Sullivan se presentó en Santo Domingo para llevar adelante la autopista.
En una carta muy específica en términos médicos, el joven le comunicó a Redhead los hallazgos de su intervención. Estos confirmaban los diagnósticos previos y el enorme deterioro que le causó la hidropesía, que hizo que los órganos del prócer se hincharan por acumulación de líquidos.
El 27 de junio, el sacerdote Domingo Estanislao Belgrano organizó un funeral sencillo para su hermano. Inútilmente, estuvo esperando alguna demostración pública. Pero en esos días, la convulsión política desatada luego de la batalla de Cepeda estaba alcanzando su mayor efervescencia y el 20 de junio pasó a la historia como el día de los tres gobernadores.
En realidad, ocurrió de la siguiente manera.
El día de los tres gobernadores y los siguientes
El 19 de junio a la tarde, Ramos Mejía presentó su renuncia. El 20, a primera hora de la mañana, mientras Belgrano expiraba, se iniciaba la reunión de la Junta de Representantes para tratar la renuncia. Resolvieron que asumiera el mando el Cabildo, quien esa misma tarde proclamó gobernador al general Miguel Estanislao Soler. Allí, los tres gobernadores.
Pero la anarquía recién comenzaba. En términos institucionales, el asunto siguió así:
- • Soler, del 20 al 24 de junio, gobernó cuatro días.
- • Manuel Dorrego, del 24 al 30 de junio, seis días.
- El Cabildo de Buenos Aires gobernó unas horas.
- Marcos González Balcarce, del 30 de junio al 4 de julio, cinco días.
- • Carlos de Alvear, del 1 al 4 de julio, cuatro días.
- • Dorrego, del 4 al 18 de julio, catorce días.
- • González Balcarce, del 18 de julio al 28 de septiembre, dos meses y diez días.
- • Martín Rodríguez, del 28 de septiembre al 1 de octubre, tres días.
- • Coronel Manuel Pagola, del 1 al 5 de octubre, cinco días.
- • Martín Rodríguez, del 5 al 21 de octubre, diecisiete días.
- • Finalmente, González Balcarce, del 21 de octubre al 31 de enero de 1821, tres meses y diez días.
Por lo tanto, cuando se llevó a cabo el entierro, ya había un cuarto gobernante (Dorrego), quien sería reemplazado menos de una semana después.
Al funeral del 27 asistieron los hermanos, sobrinos y los amigos íntimos. El día siguiente se hizo una ceremonia con mayor asistencia, pero sin dejar de ser un humilde homenaje. Luego lo enterraron en el patio, cavaron una fosa y depositaron el cajón que los deudos debían cubrir con una lápida. Como no había dinero para pagarla —la situación económica de todos los integrantes de la familia era precaria—, uno de los hermanos, Miguel, aportó el mármol de una cómoda de su propiedad. En ella esculpieron: "Aquí yace el General Belgrano".
Más allá de los obsequios de Belgrano a Redhead, los deudos del prócer le liquidaron al médico unos tres mil pesos en concepto de honorarios. En cuanto a Sullivan, la familia Belgrano había quedado muy agradecida por la manera fraternal con que se había manejado en los últimos días del agonizante Manuel. Domingo Estanislao le entregó al irlandés el juego de tintero que usaba su hermano en forma habitual. En cierto momento pretendió cobrar algún honorario, aunque no insistió porque se notaba que el dinero escaseaba.
Pero cuando se enteró de que el Estado había saldado los haberes adeudados al general, Sullivan concurrió a la casa para reclamar su paga. La respuesta fue que a él no lo habían convocado, sino que lo había introducido Redhead. El doctor les inició un juicio y lo ganó. Hubo que pagarle.
El final de los médicos
Acerca de Sullivan, agregamos que en esos años tuvo muchas dificultades al tramitar la licencia para ejercer la medicina. También fue acusado en más de una oportunidad de haber querido envenenar a colegas. El polémico médico murió en su casa del barrio de Retiro, en Buenos Aires, en 1835, antes de cumplir los cuarenta años. Redhead regresó a Salta, donde murió y fue enterrado en 1847.
En 1855, cuando la lápida del prócer ya estaba muy deteriorada porque todo el mundo la pisoteaba al caminarle por encima, debieron cambiarla por una nueva.
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