Medialunas: tres opciones que realmente vale la pena conocer
Si hay un producto de panadería que identifica y enamora a los argentinos es nuestra querida medialuna de manteca, esa deliciosa herencia de la croissant francesa reinterpretada según tradición y materias primas locales. Ocupando un lugar protagonista entre el resto de las facturas clásicas, la medialuna es parte indisoluble de nuestra dieta diaria, dando vida a los mejores desayunos junto al café con leche o comprada por docena en las panaderías de todo el país. Definir la mejor medialuna es tarea imposible: cada uno tendrá su lugar favorito, al que defenderá con una pasión que no admite medias tintas. Pero junto a los buenos ejemplos existentes, que no son tantos como muchas veces creemos, abundan muchas más medialunas que dejan realmente que desear, abusando de aromatizantes, aditivos, conservantes y grasas de baja calidad. En esta recorrida, tres medialunas que sí vale la pena conocer.
Guber
Corría el año 2005. Pablo (maestro pastelero) y Fabiola (camarera) habían renunciado a sus trabajos para emprender junto a unos socios un nuevo proyecto gastronómico. "Nos estafaron", afirma Fabiola, "y nos quedamos sin nada". Pablo tenía mucha experiencia a sus espaldas: había trabajado más de una década y media en el Torreón, una confitería clásica de Belgrano R. Así fue que comenzaron a elaborar medialunas en su hogar, repartiéndolas en un Dodge 1500 entre los vecinos del barrio. El boca a boca comenzó a crecer, los pedidos se multiplicaron, hasta que llegó el primer local. Así nació Guber Patisserie, donde para muchos muchos ofrecen las mejores medialunas de la ciudad. Una medialuna generosa, de textura densa y gran humedad interior. El truco, explican, son los ingredientes. "La amasamos con miel, azúcar y leche; luego preparamos el hojaldre con pura manteca. La cocinamos en un horno tradicional de ladrillo. Y, por último, la pintamos con un almíbar que se cocina durante toda la noche, cuya receta es un secreto de la casa". El resultado es realmente delicioso, de sabor intenso y goloso, solo apto para los que gusten de medialunas con mucho almíbar. Hoy, Guber cuenta con ocho locales propios -ninguno es franquicia- entre Pilar, Saavedra, Belgrano, Recoleta y Villa Urquiza (en este último está la fábrica). Un crecimiento merecido y sostenido por un gran producto.
Sucursales en el sitio.
La Aldea
Suele decirse que la medialuna hecha con margarina no puede compararse en sabor y textura con las que utilizan margarina, pero La Aldea demuestra que esto no es así. Este pequeño y modesto local, ubicado en el límite justo entre Belgrano y Villa Urquiza, ganó a lo largo de los últimos seis años una merecida fama por unas medialunas muy ricas, que además muestran una de las mejores relaciones precio calidad de la ciudad (cuestan $15 cada una, contra otras que salen hasta el doble; las que suman chocolate cuestan $18). "Creo que nuestro diferencial es que estamos siempre encima del producto, de una manera casi obsesiva, viendo cada proceso, desde la masa al levado, del empaste a la cocción, siempre usando materias primas de calidad", cuenta Andrés, dueño e ideólogo de esta casa. Es una medialuna un poco más chica que el promedio, pero muy esponjosa, con una masa apenas salada que evita que empalague. Uno de los puntos fuertes de La Aldea es que están todo el día cocinando las medialunas en pequeñas tandas, para que estén siempre frescas; es común llegar y que incluso todavía estén tibias y crujientes, recién pintadas con un rico almíbar casero. Imposible comer solo una.
Av. Olazabal 3664
Boulan
Entre los grandes competidores al top five de las mejores medialunas aparece Boulan, con dos locales propios en el barrio de Palermo. Manejado por una familia (madre, padre y dos hermanos), la idea de abrir esta panadería nació a partir de un antiguo libro de recetas manuscrito en español, italiano y francés por el propio bisabuelo de los chicos. Así, en 2012 Boulan abrió sus puertas, especializándose en una gran variedad de panes de estilo francés, elaborada exclusivamente con masamadre -imposible irse sin una baguette bajo el brazo-, pero gran parte de su merecida fama la ganó gracias a la tan porteña medialuna que elaboran. El truco, dicen, está en la materia prima utilizada (100% manteca), en los tiempos largos de fermentación, en el almíbar con que se pintan (se adivina algo de canela y piel de limón como parte de la receta guardada en celoso secreto) y en una política estricta donde las medialunas exhibidas nunca tienen más de tres horas desde su cocción. Un trabajo meticuloso que logra resultados inmejorables: una medialuna dulce y muy sabrosa, de masa liviana, con grandes alveolos en su interior.
Sinclair 3196 / Ugarteche 3045
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