Me traicionaste: cómo hacemos para reconstruir la confianza perdida
Siempre que hay una traición en un vínculo emotivo, la confianza queda dañada y, para reconstruirla, se necesita tiempo y verdad
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Traición, según el diccionario, es una falta que se comete quebrantando la fidelidad o lealtad que uno debía tener. La traición puede tener lugar en cualquier ámbito y puede provenir de cualquier persona. Por ejemplo, de papá cuando decía una cosa y hacía otra; o de mamá, cuando le daba más atención a un hijo que a otro.
Un abandono emocional o físico puede ser vivido como una traición por un niño. En una pareja, existe una traición cuando hay engaño o infidelidad. Cada vez que alguien se siente traicionado, un ideal se rompe y surge la desilusión: “Me traicionaste y no me lo esperaba”.
Existen dos motivos por los cuales podemos pensar en una traición:
a. “Algo que yo esperaba de vos, y no me lo diste”
Todos nosotros, cuando nos relacionamos con un amigo o cualquier otra persona, tenemos un contrato explícito (lo que esperamos y expresamos); y también un contrato implícito (aquello que esperamos de esa relación, pero que el otro ignora; no está lexicalizado). Imaginemos que yo estoy trabajando en la empresa de gaseosas más importante a nivel mundial. En dicha relación laboral existe un contrato explícito: el horario de entrada y de salida, el salario acordado, las vacaciones estipuladas, la obra social, etc. Un buen día, entro en mi oficina bebiendo una latita de gaseosa de la competencia. Muy probablemente, me llamarán la atención o, incluso, me despedirán. Esta acción mía no está escrita en el contrato, pero se sobreentiende (está implícita mi fidelidad a la primera marca en cuestión).
En los vínculos humanos sucede lo mismo: “Yo esperaba que me llamaras cuando me separé de mi pareja”. “Yo esperaba que me felicitaras el día en el que me recibí”. “Yo esperaba que me enviaras un mensaje y no lo hiciste”. Lo no dicho, lo que no se cumple, es justamente lo que percibimos como una traición. Es por ello que necesitamos explicitar todo lo que esperamos del otro: “Yo necesito que vos hagas esto cuando…”. Muchas veces el no “blanquear” ese contrato implícito ocasiona dolor, tanto en los vínculos laborales como familiares.
b. La envidia
En ciertas circunstancias, cuando alguien traiciona a una persona, sucede porque la “admira” profundamente. En el fondo, siente envidia y necesita destruir a ese otro. El envidioso cree que no es capaz de tener lo que el otro tiene. Por esa razón, busca perjudicarlo de algún modo. La envidia es un sentimiento infantil en el que se intenta anular lo que se envidia o a aquel a quien se envidia.
Quien siente envidia no es capaz de aceptar lo que el otro tiene, hace o ha logrado. En realidad, se siente en inferioridad de condiciones porque se compara y, al sentir que el otro es mejor que él o ella, esto le produce ira y tristeza. La traición, entonces, es la manera de dañar al envidiado, descalificando su vida. En algunos casos, la traición tiene lugar como consecuencia de una envidia encubierta.
Siempre que hay una traición en un vínculo, la confianza queda dañada. Por lo general, la confianza tarda años en ser construida y minutos en ser derribada. Para reconstruirla, hace falta tiempo y verdad. La reconstrucción se lleva a cabo paulatinamente y no basándonos en lo que nos dicen, sino en los hechos, en aquello que vemos.
Cuidemos nuestros vínculos, alejémonos de las personas envidiosas y explicitemos con nuestros seres queridos, con aquellos que amamos y nos aman, lo que esperamos de ellos y lo que ellos también esperan de nosotros.
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