Me frenaron en Ezeiza y no fue por querer entrar tecnología sin declarar
Nunca fui a Chile a comprar electrodomésticos (ni siquiera pisé el territorio vecino). Tampoco era de los que viajaban a "renovar el placard" a Miami cuando el dólar estaba a la mitad de lo que está hoy. Pero siempre me las ingenié para traer comida de donde sea, así que tendría que haber imaginado que me iba a pasar algo así alguna vez.
Trufas de Italia, té matcha de Japón y salsa picante piri-piri de Portugal son algunos de los souvenirs que me auto regalé en viajes pasados. Todo fue risas hasta que hace un par de semanas volví de un viaje de trabajo a México y me tocó abrir la valija para dar explicaciones.
Había tocado el botón de la aduana sin miedo, algo que seguro sentían algunos de los que llegaban de Estados Unidos a la misma hora (días antes de que se habilitara la posibilidad de traer un teléfono, una tableta y hasta una computadora para uso personal sin tener que declararla). Me tocó rojo.
Pasé mi carry on por la cinta de rayos x y un amable señor me pidió que lo abriera. Cómo no. "¿Eso está todo envasado?". "Sí", respondí, hablando de las especias que me traje junto con una prensa para hacer tortillas de maíz que casi me confiscan en el aeropuerto de Ciudad de México. Ahí por lo menos pude salir de la zona de seguridad y despachar para evitar ser separada de mi compra.
Pero revisando un poco encontró una bolsa atada así nomás. Medio kilo de chile molido, jugo de limón deshidratado y sal, una mezcla de especias comúnmente conocida como Tajin que es perfecta y no se consigue fácil en Buenos Aires. En un mercado de Colonia Roma me habían convencido a comprar a granel, y como pensaba traer el producto de regalo a más de una persona, me pareció una buena idea. ¿Cuánto pagué los 500 gramos de picante? 70 mexicanos, algo así como 140 pesos argentinos.
Podría haberme comprado varias botellas envasadas (que salían el doble) y me iba sin chistar del aeropuerto, pero no fue el caso. En la página del Senasa explican que para prevenir el ingreso de plagas y enfermedades hay productos que no están autorizados (carnes de cualquier especie, miel, derivados de lácteos, vegetales, entre otras) y una línea fundamental para mi caso: "alimentos sin identificación o rótulo". Bingo. Mis 500 gramos entraban sin pasaporte. La única que podía identificar su conformación era yo, y con eso no bastaba.
Intenté llorar por la pérdida ante el responsable del Senasa, me dijo que tenía demasiados años en el cargo como para sentir lástima,y lo acompañé rendida hasta el puesto donde cortó la bolsa para vaciar su contenido en un tacho de basura enorme. Firmé una ficha que explicaba por qué me sacaron algo de mi propiedad y salí al mundo real.
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