A los 18 años, Chiara Nalli Abad divide sus días entre dos continentes, y en los establos ingleses descubre que la cultura argentina deja una marca registrada
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En la caballeriza de un exclusivo club de polo inglés, el sonido de las herraduras sobre la arena se mezcla con las risas de los petiseros. Un grupo de hombres con botas gastadas y camisas a rayas, más acostumbrados a las riendas de los caballos que a las reglas del lugar, charlan entre ellos mientras el mate pasa de mano en mano. La música que suena en el equipo de sonido no es la tradicional melodía de caballos y criadores, sino un reguetón pegajoso, que se entrelaza con cumbia, creando un contraste palpable con la elegancia del entorno. Los hombres, acostumbrados a la vida sencilla de campo, disfrutan del momento con un aire de desinterés por la opulencia que los rodea.
Chiara, de 18 años, acaba de llegar al club y se detiene un momento a observar la escena. La joven, llegada hace poco desde su ciudad, La Plata, se asombra ante lo inesperado de la situación. Una leve risa se escapa de su boca, primero por la sorpresa ante un tipo de música que nunca imaginó escuchar en un club de polo tan exclusivo. Lejos de sentirse ajena, como esperaba, de inmediato su cuerpo se relaja. Parece que el desafío que tiene por delante no va a ser tan difícil, después de todo.
Es que desde la tranquilidad de una vida en familia en su ciudad natal, La Plata, Chiara Nalli Abad, emprendió un viaje extraordinario, dispuesta a cambiar su destino deportivo y, en consecuencia, toda su vida. A tan solo 18 años, esta joven polista decidió seguir sus sueños y partir lejos de su familia para alcanzar la excelencia en el polo, un deporte que eligió en lugar del fútbol, y que la llevó a Inglaterra.
Adiós a los botines
La vida de Chiara en Argentina comenzó como la de cualquier chica de su edad. De pequeña, su pasión por el fútbol la llevó a jugar en Estudiantes de La Plata, donde se destacó jugando en la reserva con chicas mucho mayores que ella.
“Siempre me gustó el fútbol, mirarlo y jugarlo. Al colegio donde estudio fueron los hijos de Guillermo Barros Schelotto, Bernardo Romeo y Mariano Andújar, entre otros jugadores de Estudiantes y Gimnasia. Aprendí mucho jugando con los chicos. Un día me fui a probar a Estudiantes y me tomaron para jugar en la reserva. Yo era chica, tenía 12 años y jugaba con chicas de 19 años, me iba bien.”, remonta. El problema para Chiara comenzó cuando se empezaron a cruzar las prácticas de polo con los entrenamientos de fútbol. Tuvo que elegir entre uno de los deportes y optó por el polo. “Mi papá siempre se lamenta (en broma) y dice que si hubiera elegido el fútbol, con un par de botines por año me arreglaba, y ahora tenemos que estar renegando con los caballos.”, destaca.
También tuvo la suerte de que el colegio también la apoyó en su decisión. “El Patris me dio la posibilidad de poder retirarme fuera de horario para ir a entrenar con las chicas a Estudiantes de La Plata, para ir a jugar torneos de polo durante la semana o viajar varios meses a Inglaterra. Este año, por ejemplo, llegué a Argentina un día antes a la salida del viaje de egresados, así que mis papás, después de meses, me vieron unas horas solamente antes de volver a irme.”. Es que como los adolescentes de estos tiempos, Chiara no quiere perderse nada. Y hace bien.
Su lugar en el mundo del polo es La Victoria Polo Country Club, que está dentro de Área 60, allí entrena y juego las prácticas. Cuando está en Argentina sale a jugar torneos en la zona de Cañuelas y Pilar.
Dar el salto... a caballo
A partir de ese momento, Chiara se dedicó por completo al polo. Su familia, aunque con reservas, la apoyó en su decisión. Pero la verdadera oportunidad de dar un salto cualitativo en su carrera llegó cuando participó de un torneo en su país. Fue allí donde conoció a dos figuras clave: Olivia Lamphee y Alec Banner-Eve, quienes estaban de visita en Argentina. Ambos, expertos en el deporte y grandes conocedores de la escena internacional, reconocieron de inmediato el talento de Chiara.
“Fue un momento crucial. Ellos fueron los que me impulsaron a dar el salto”, comenta Chiara sobre la invitación que recibió para entrenar en Inglaterra. La polista la motivó a no dudar y aprovechar la oportunidad de jugar en los clubes más importantes de Europa y ella confió.
Como en casa
Con el respaldo de Olivia y Alec, Chiara dejó La Plata a los 18 años y se embarcó en un viaje que cambiaría su vida para siempre. Llegó a Inglaterra, donde el polo se jugaba a otro nivel. Allí comenzó a jugar en clubes prestigiosos como el Cirencester Park Polo Club, el Silver Leys Polo Club y el Longdole Polo Club, donde comenzó a sentirse parte de una elite del deporte. Fue un cambio radical en su vida, no solo en lo deportivo, sino también en lo personal. Lejos de su familia, su mundo era ahora el polo, los caballos y las exigentes competencias.
El desafío no era solo adaptarse a un nuevo entorno, sino también a un estilo de vida completamente diferente. En Inglaterra, las reglas y la cultura del polo eran mucho más estrictas, y Chiara debía poner en práctica todo lo que había aprendido en Argentina mientras seguía aprendiendo y perfeccionando sus habilidades. Pero también sabía que tenía mucho que ofrecer. Y mucho afecto por recibir.
Uno de los principales desafíos de este estilo de vida es pasar tanto tiempo fuera y tan lejos de su casa. Por suerte la tecnología ayuda, Chiara la aprovecha para comunicarse en tiempo real en cualquier momento con su familia y amigos. El idioma no fue un obstáculo ya que estudia en un colegio bilingüe. Pero lo que más la ayudó a contrarrestar la nostalgia fue la modalidad de hospedarse en casas de familias. “Hace que el día a día sea más llevadero y las familias con las que estuve me han tratado re bien, como una integrante más. Así pude conocer cómo es la vida de las familias británicas desde adentro.”, destaca.
La importancia de tener mentores
Uno de los momentos más destacados de su carrera fue conocer a algunas de las figuras más relevantes del polo femenino mundial, como Nina Clarkin y Hazel Jackson. Chiara se entrenó junto a ellas y se dio cuenta de lo que significaba estar en la cima del polo. Para ella, era un privilegio compartir cancha con jugadoras de tanto nivel, y lo veía como una oportunidad única para aprender y crecer.
“Jamás imaginé estar tan cerca de jugadoras de su calibre. Fue una experiencia increíble, pero también muy desafiante. Cada día sentía que debía dar más de mí misma”, comenta Chiara, quien no solo aprendió nuevas técnicas, sino también la importancia de la disciplina y la mentalidad ganadora.
Presión por mejorar
A medida que pasaba el tiempo, Chiara comenzó a destacarse en el circuito internacional. Pero no todo fue sencillo. Aunque su habilidad con los caballos era innegable, hubo momentos de dudas y temores. La distancia con su familia, las nuevas exigencias físicas y emocionales del deporte, y la constante presión por mejorar, fueron algunos de los retos que tuvo que afrontar.
Sin embargo, con el paso del tiempo, y con la ayuda de sus mentores, Chiara se fue consolidando como una jugadora de alto rendimiento, demostrando que la joven que una vez había soñado con llegar lejos en el polo, ahora estaba viviendo ese sueño.
“El polo inglés está colonizado por los argentinos”
Las costumbres inglesas son muy diferentes a las nuestras pero el polo en Inglaterra está, arriesga Chiara, “colonizado” por la cultura argentina. Entre petiseros (cuidadores de caballos) y jugadores, son muchos los argentinos que viajan a Inglaterra todos los años, y los ingleses que están ligados al polo adquirieron muchas costumbres argentinas. Y es frecuente que algunos de ellos viajen a Argentina cuando termina la temporada allá. “En Inglaterra podés ver ingleses tomando mate, con alpargatas y bombachas de campo. En las caballerizas de los clubes es normal escuchar cumbia o reggaeton, eso me llamó la atención y me causaba mucha gracia.”, cuenta.
La jugadora también está orgullosa del nivel deportivo de nuestro país: “Con respecto al deporte, creo que Argentina está unos escalones por encima de Inglaterra, por el nivel de los jugadores y la calidad de los caballos.”.
Y, además del nivel deportivo, reconoce que lo que la llevó a este presente es haber contado con ayuda de profesionales que confiaron en ella. “Hay personas que tuvieron mucho que ver con que hoy juegue al polo. Carolina Gedge, una pionera del polo femenino, fue mi profe y la que me transmitió la pasión que hoy tengo por los caballos y esete deporte. Me pasaba jornadas enteras con un grupo de chicos en su campo montando todo el día y la pasábamos re bien.”, evoca. Otro mentor, Miguel Scalise, polo manager del club, es un apasionado que impulsó el crecimiento del polo en Zona Sur. “Hace unos años, con Miguel decidimos darle impulso al polo femenino en la zona y creamos ‘The Barbie Cup’, una serie de torneos itinerantes, que van cambiando su sede y reclutando a aquellas chicas que por un motivo o por otro no estaban participando en torneos.”, menciona.
Sus padres, por supuesto, son un pilar fundamental para el logro de cada sueño. “Ambos se dedican a la música clásica pero al mismo tiempo hacen un esfuerzo enorme para que yo pueda jugar, acompañándome a prácticas y torneos.”, agradece Chiara y valora la disposición que ambos tuvieron para aprender de caballos y de polo, un universo que les era absolutamente ajeno.
El otro pilar que sustenta la carrera es el de los sponsors. “Las empresas y organizaciones que apoyan con publicidad a los deportistas son importantísimos a la hora de jugar torneos, en ese sentido Área 60 me ha acompañado mucho en las últimas temporadas. También las marcas que me proveen indumentaria y equipamiento.”, menciona.
Un mundo diferente pero no tanto
La experiencia hasta ahora viene resultando motivadora. Todo fue aprendizaje y emoción: “Pude conocer una cultura totalmente distinta a la nuestra, aprendí mucho sobre cómo es la vida de una familia inglesa. También pude aprender mucho sobre la organización de los clubes de polo en Inglaterra, pude ver las diferencias en el juego con respecto a Argentina o cómo es la diferencia en el cuidado de los caballos. Pero lo más importante es que pude conocer mucha gente y que quedaron las puertas abiertas para volver cada año.”, enumera.
Por eso, ya se siente en condiciones de dar algún que otro consejo a otros chicos del mundo deportivo, especialmente en el del polo, que estén dudando a la hora de tomar una decisión que pueda cambiarles los planes que tenían pensados . “Yo tuve la suerte de estar en el momento justo y en el lugar indicado con gente que se interesó en mi para llevarme. Los polistas argentinos son muy valorados en Inglaterra, los de alto y los de bajo handicap, por su juego, por su forma de montar, y porque saben cómo preparar los caballos, eso es muy buscado en Inglaterra.”, explica.
Ahora tiene el desafío de compaginar deporte con carrera universitaria. Sabe que el futuro será exigente pero está dispuesta a encararlo. “Me encantaría poder volver todos los años intercalando las temporadas nuestras con las de Inglaterra, pero el próximo año empiezo la universidad y se va a hacer difícil. Quiero vivir jugando al polo que es lo que me apasiona, pero creo que una formación universitaria es indispensable como respaldo ante cualquier eventualidad.”, sostiene.
También sueña con poder jugar el Abierto Argentino de Polo Femenino algún día aunque todavía le parece un objetivo muy ambicioso. “Por ahora pienso en mejorar cada día y el tiempo dirá, me gusta que el polo femenino se esté volviendo un deporte más competitivo.”, asume.
El camino recorrido hasta ahora, si bien es corto, ya la está poniendo a Chiara Nalli Abad en lugares de reconocimiento en el polo femenino internacional. Su historia, lo sabe, puede resultar inspiradora para otras chicas que todavía pueden descubrir que nada es imposible en tanto haya vocación, ayuda y un sueño fuerte por manifestar. Su viaje, desde las canchas de La Plata hasta los exclusivos campos de polo de Inglaterra, fue un testimonio de la importancia de atreverse a tomar decisiones, de creer en uno mismo, y de siempre ir por más.
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