La idea surgió a partir de un sueño que tuvo después de aceptar una apuesta entre 4 amigos para escribir una historia de terror. La joven británica Mary Shelley solo tenía 18 años cuando publicó Frankenstein o el moderno Prometeo. En un comienzo el libro se distribuyó en forma anónima y solo dos años más tarde la autora se animó a poner su nombre en las siguientes ediciones. Es que todo el mundo creía que la autoría pertenecía a Percy Shelley y tuvo que vencer su temor al qué dirán -la obra desafiaba la idea misma de Dios, además de amenazar el buen gusto y poner en cuestionamiento muchos otros valores de la época- para poder ponerle su firma.
Pese a que nunca logró cobrar regalías por los derechos de autor, a que fue rechazada por la sociedad y a que nunca logró realmente emanciparse económicamente, ni vivir de la literatura, cabe admirar el hecho de que nunca dejó de escribir.
Mary Wollstoncraft, la madre feminista y antimonárquica
Hija de la filósofa feminista Mary Wollstonecraft y del escritor William Godwin, Mary Godwin nació el 30 de agosto de 1797 en Londres.
Wollstonecraft murió a los diez días de dar a Mary a luz, de fiebre puerperal, pero igualmente influyó en el pensamiento de su hija a través de sus célebres escritos en defensa de los derechos de las mujeres y de la libertad.
"Quiero al hombre como compañero; pero su cetro, real o usurpado, no se extiende hasta mí, a no ser que la razón de un individuo reclame mi homenaje; e incluso entonces la sumisión es a la razón y no al hombre. De hecho, la conducta de un ser responsable debe regularse por las operaciones de su propia razón, si no ¿sobre qué cimientos descansa el trono de Dios? Me parece necesario extenderme en estas verdades obvias, ya que las mujeres han sido aisladas, por así decirlo. Y cuando se las ha despojado de las virtudes que visten a la humanidad, se las ha engalanado con gracias artificiales que les posibilitan ejercer una breve tiranía. Como el amor ocupa en su pecho el lugar de toda pasión más noble, su única ambición es ser hermosa para suscitar emociones en vez de inspirar respeto; y este deseo innoble, igual que el servilismo en las monarquías absolutas, destruye toda fortaleza de carácter. La libertad es la madre de la virtud y si por su misma constitución las mujeres son esclavas y no se les permite respirar el aire vigoroso de la libertad, deben languidecer por siempre y ser consideradas como exóticas y hermosas imperfecciones de la naturaleza."
Así comienza "Vindicación de los derechos de la mujer", un ensayo Mary Wollstonecraft escrito en 1792 (un año después de publicada su "Vindicación de los derechos del hombre".
Algo destacable es que este texto es del siglo dieciocho ¡tiene más de 200 años! Pensemos en todo el tiempo que pasó y todavia hoy la sumisión sigue siendo sinónimo de feminidad en tantos ámbitos.
Además, en ese texto, la filósofa argumenta sobre el sinsentido de las monarquías, una discusión que lleva siglos, como puede verse en algunos capítulos de la serie de Netflix TheCrown, sobre el reinado de Isabel de Inglaterra. El texto completo de Wollstonecraft está en Internet, ya libre de dominio y circula sin derechos de autor.
El cementerio, su lugar en el mundo
La influencia de su madre en las ideas de Mary no solo fue a través de la lectura de sus ensayos sino también por medio de un lazo emocional que ella misma construyó a lo largo de su vida: tenía la costumbre de visitar su tumba, donde establecía diálogos con su espíritu o donde simplemente se sentaba a meditar en la paz del cementerio.
En la película sobre la vida de la escritora, protagonizada por Elle Faning y dirigida por Haifaa Al Mansour, estas escenas tienen un impacto especial, entre romántico y perturbador. El filme de 2017 está en Netflix y dura dos horas. Es una buena manera de descubrir cómo Mary Shelley se abre camino en la literatura al tiempo que convive con el dolor, la soledad y las pérdidas: desde la muerte de su primer hijo, a su propia orfandad y las desventajas de ser mujer que luego se plasmarán a en su obra. Para quien conoce la anécdota, esa que afirma que el doctor Frankenstein y su desconsolado engendro de órganos humanos comenzaron a gestarse en la mente de la escritora durante una noche de tormenta en la mansión de Lord Byron, a orillas del Lago Leman, en Suiza, cuando los presentes se desafiaron a escribir un cuento de fantasmas, este momento es el más esperado de esta película.
Esta situación la cuenta la propia autora en la introducción de la novela. Y estudios posteriores atribuyen la idea del personaje del científico a un viaje que ella hizo a Alemania, donde conoció la layenda del castillo de Frankenstein y de uno de sus habitantes del siglo XVII, un alquimista que estudiaba a los muertos. Otras fuentes consideran que la inspiración le fue contagiada del interés que compartía con Percy Shelley por el galvanismo, es decir la potencia de la electricidad para generar estímulos nerviosos en organismo muertos, además de todas sus experiencias en relación a la muerte de seres queridos.
Los jóvenes que aman la literatura gótica, los relatos de vampiros, la series como Crepúsculo y la ciencia ficción, deberían conocer a Mary Shelley. El atrevimiento de esta recomendación se basa en la biografía de la autora: cuenta con todos los condimentos de una heroína juvenil de esas que copan las redes y se convierten en influencers. Desde su look, a sus pasiones, a sus luchas. Ella fue una auténtica adolescente en lucha con los valores de su sociedad. Fue una adolescente que se preguntaba, que cuestionaba el sentido de la vida, que se conectó con las pérdidas, las ausencias desde muy pequeña. Dicen que uno deja de ser niño cuando se enfrenta por primera vez a la muerte. A ella le tocó hacerlo a los diez días de vida, cuando era una bebé recién nacida. Maduró muy velozmente, quizá mucho más que otras mujercitas de su época y antes de los 20 ya era una mujer hecha, aunque quizá no todo lo derecha que la época exigía.
El 1 de enero la obra cumplió 202 años desde que fue publicada por primera vez. Y contra la creencia popularizada el título no alude al monstruo, sino a su creador: el doctor Frankenstein es una reinterpretación del mito griego de Prometeo, un demiurgo, un semidios que se atreve a desafiar a Zeus, a quien roba desde el fuego a distintas herramientas para favorecer la capacidad creadora de los humanos. Victor Frankenstein es un científico que da vida a una criatura monstruosa, inadaptada y rechazada por la sociedad.
Considerado un precursor de la ciencia ficción, Frankenstein aborda los límites de la ciencia humana y las preocupaciones que surgen de ella. La obra de Mary Shelley tuvo varias adaptaciones cinematográficas, incluida la película de James Whale, estrenada en 1931.
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