Marc Chagall: visiones de un mundo encantado
Marcado por las audacias visuales de las vanguardias de los años 20, y la vez dueño de una mirada profundamente mística, es considerado uno de los mayores creadores del siglo XX. Una muestra permite acercarse a su obra, plena de magia y delicadeza
Si aparte del color no me hubiese ocupado también de los grabados y la litografía, creo que algo me habría faltado", escribía Marc Chagall a principios de la década del 20. Explicaba así su tardía dedicación a las artes gráficas, registro que comenzó a explorar cumplidos ya los 35 años. El grabado es una técnica que supone actitudes y materiales muy diferentes de los exigidos por la pintura de caballete. Se basa en la reproducción, creación y duplicación de imágenes. En términos muy generales, consta de la realización de hendiduras sobre planchas de madera o metal, que luego se entintan y sobre las cuales se aplica el papel que será estampado.En los grabados de Chagall (aguafuertes, aguatintas y puntas secas), se pueden apreciar con la misma intensidad la sutileza y el misticismo que impregnaban el resto de su obra, pero resignificados por la materialidad propia de estas técnicas: "Cuando trabajo sobre la piedra litográfica o la plancha de cobre tengo la impresión de tocar un talismán. Me parece que en ellos puedo hacerles un lugar a todas mis tristezas, a todas mis alegrías", decía Chagall. Buena parte de esas emociones pueden encontrarse en las visiones que integran las series Almas muertas (1923), Los siete pecados capitales (1925) y La Biblia (1931-1939), pertenecientes a la colección de la Fundación Mazzotta de Milán, actualmente en exhibición en el Centro Cultural Borges. Almas muertas está inspirada en la novela homónima del escritor ruso Nicolás Gogol; en Los siete pecados capitales se encuentra la representación de la soberbia, la avaricia, la gula, la envidia, la ira, la pereza y la lujuria, según el prisma del artista. Finalmente, en La Biblia, Chagall interpreta diferentes pasajes del Antiguo Testamento. Siempre en el cruce entre la sensibilidad del creador moderno y la nostalgia por las tradiciones que vinculaban al hombre con la tierra y la religión, este artista desarrolló una obra en la que la inocencia es apenas aparente. Quizá por eso el mismo creador que alguna vez dijo que "con la edad, la tragedia de la vida avanza en nosotros y también en lo que nos rodea", también supo crear visiones de una magia y una belleza cuya fascinación permanece inalterable.
Más datos: Centro Cultural Borges, Viamonte esquina San Martín, hasta el 2 de marzo
Perfil
El artista
- Nacido en Rusia en 1887, estudió pintura y dibujo en San Petersburgo, y vivió en París entre 1910 y 1914. Durante esos años se acercó a los círculos de la vanguardia parisina y entabló amistad con muchos de los protagonistas de la gran revolución que experimentó el arte a principios del siglo XX.
- Desarrolló una obra en la que la impronta del modernismo se amalgama con la evocación de la tradiciones judías y una rica simbología visual. Falleció en 1985 en Saint Paul de Vence, Francia.