Nuestro vino estrella busca el camino para volverse un clásico mundial
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En los últimos veinte años, Argentina logró instalar el malbec en el mundo, una variedad que era prácticamente desconocida, pero que llegó a la mesa de los principales críticos internacionales.
Ese camino se logró, no sólo porque la gente buscaba cosas distintas, sino que como explica Alberto Arizu, director de Luigi Bosca, “de malbec, se producían exponentes que estaban en línea con los vinos que buscaba el consumidor internacional. Vinos que tuvieran buen color, brillo, expresivos en nariz, de buena estructura, pero con taninos dulces que los vuelve fáciles de beber. Sin embargo, en el último tiempo noté un renovado entusiasmo en los líderes de opinión por descubrir la multiplicidad de malbec que la Argentina es capaz de producir a lo largo de sus distintas geografías”
El malbec está hoy en la llamada “segunda etapa” y aquí el trabajo es el de difundir y dar a conocer el verdadero diferencial de la variedad. Así como lo hizo Francia con el pinot noir y los chardonnay, o Estados Unidos con los cabernet sauvignon.
“Ese renovado entusiasmo por descubrir las infinitas personalidades del malbec ha sido una gran sorpresa, por eso estoy convencido que el malbec está transita
ndo su segunda etapa que es la de redescubrirlo al mostrar su diversidad. Una etapa más laboriosa, compleja y que requiere de una mayor comunicación para poder contar cómo es el malbec en cada terruño del país”, propone Arizu.
Hacia un clásico mundial
Lo que se ve reflejado en las estadísticas de consumo internacional, es una “premiumización” del vino, es decir, que al consumidor ya no le interesa tanto el varietal simple, del año y joven, sino que busca más complejidad. En este tren es en el que encajan perfectamente las propuestas contemporáneas de malbec local.
Como relata Sergio Case, enólogo de Trapiche, “si, antes tomaban un malbec suave con un poquito de madera; ahora empezaron a entenderlo de otra manera y buscan terruños, exclusividad, cosas diferentes. Eso es lo que ofrece el malbec de Argentina. Es como que si aplicaras un zoom y cada palabra entra dentro de la otra: malbec, Argentina, norte, sur, regiones, suelos. Esa es la especialización de esta etapa que estamos viviendo. Ya hay gente que lo busca y lo pide, me sorprendieron los números del interés Europeo, además del de nuestros principales mercados como Estados Unidos y Canadá”
Sumado a los elogios internacionales, el malbec se consolida y es por eso, que para Arizu, la tercera etapa será lograr que el malbec se transforme en un clásico mundial, es decir, compartir la mesa con los grandes clásico mundiales “Así como lo son el cabernet sauvignon y el merlot. Hoy estaríamos en un tercer lugar después de los pinot noir y los sirah”
Para subir la escalera, el secreto estaría no sólo en concentrarse en la variedad, sino en focalizar el potencial como país. “Es clave qu el vino argentino logre entrar en el imaginario del consumidor mundial asociado a un vino elegante, fácil de beber, atractivo, complejo, de colores profundos y con brillos en la copa. Las altas calificaciones que estamos recibiendo, ayudan a mostrar esa imagen de calidad y el potencial de nuestros vinos para llegar a la tercer fase”
Malbec con palitos
En Asia, especialmente en China, el consumidor de vinos crece a pasos agigantados, y el malbec tiene características que lo vuelven un buen compañero para muchas de sus comidas. Pero es fundamental tener en cuenta las costumbres locales del comer y beber, porque como relata Gonzalo Carrasco, enólogo de Terrazas de los Andes, algunos de los rituales son bastante diferentes.
“En Asia, lo más interesante a nivel cultural, es entender que para ellos, al acercarse a nuestro malbec se acercan a la cultura occidental; así como para nosotros sería la experiencia de aprender a comer con palitos. Para ellos, la copa de vino y el ritual de la mesa, es algo tan atípico como el sushi o la comida oriental para nosotros, pero lo están incorporando. Que haya platos cubiertos, vasos y que la gente permanece sentada durante toda la cena hasta que se levanta y se va, es algo básico para nosotros, sin embargo, en China es muy atípico. En general comparten los platos en mesas redondas y con los mismos palitos se sirven de las fuentes comunes.
Además, el ritmo es diferente, porque se paran, hablan, se vuelven a sentar. Nosotros somos mucho más sedentarios a la hora de comer, y eso es lo que exporta el malbec: cultura occidental”
El nuevo consumidor
Otra de las improntas en el consumo del malbec es lo que se asocia a su desestructuración. Así como tenemos muchas variedades y estilos, algunos más voluminosos y otros más fluidos, que van hasta con pescados o comidas que antes no se asociaban a un tinto, Gonzalo comenta que en su último viaje a Taiwán hicieron la prueba de ir a varios restaurantes para descubrir cómo era la experiencia de comer con malbec. Es un picoteo o picadita que se alarga, y que puede incluir desde buñuelos de vegetales, pescados, costilla de vaca con salsa y un plato de tallarines. “Hay una mezcla de sabores impresionantes, que se fusionan con lo dulce y con lo agridulce, por lo que es muy desafiante entrar con un vino en esa cultura alimenticia. También juegan mucho con las temperaturas porque mezclan platos fríos al lado de uno caliente grasoso con vegetales al vapor. Pero ahí es donde encontramos la habilidad del malbec, justamente en su adaptabilidad a distintos platos por su generosidad de taninos y dulzor en boca”, rescata Carrasco.
Por ahora que piensen en maridajes parecería “un poco pretensioso”, ríe, “eso vendrá con el tiempo”. Porque, la realidad es que con esa brecha cultural, que tengan una copa de malbec en la mano ya es un paso enorme.
En China los consumidores se encuentran alrededor de los 35 años, tienen buena posición económica y mucha avidez para conocer nuevos lugares. Viajé mucho a Asia”, comenta Sergio Case “me encontré con mucha gente joven que está muy entusiasmado con el malbec, sobre todo, en muchas provincias de China. Allí, el común denominador eran los malbec de alta gama y complejos”
En un hemisferio más occidental, como en Europa o América del Norte, lo que gana terreno son las barras de vinos, y esto es lo que llamó la atención de Sergio “antes, el público conocedor o interesado eran el de los mayores de 45 años, pero hoy, con mis 48, soy el más grande de los que van a las degustaciones. El público es joven y muy entusiasta. Te hace sentir una energía parecida a la que se puede encontrar en un bar de cocteles o una barra de cerveza. En Europa y Estados Unidos, la gente entra y se toma su copa de vino”.
Chin chin y fondo blanco
En este nuevo acercamiento entre el malbec y los palitos, una de las cosas que más asombro le causó a Gonzalo Carrasco fue el final de la cena de presentación de sus vinos.
“De repente empiezan a pararse, a brindar y a sacarse fotos. De golpe tenía cuatro personas paradas detrás, esperando para saludarme. Me paré, me serví un poco de vino y los saludé, pero me explicaron que el ritual era brindar y hacer fondo blanco con cada uno de los cuatro. Así lo hizo también la anfitriona que nos había convocado: en un momento la señora se levantó de la mesa y comenzó el chin chin con cada uno de los 25 invitados ”Gānbēi” y fondo blanco.
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