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Sus días transcurren en un extenso corredor verde, entre la zona norte de la capital y provincia de Buenos Aires, que comprende las áreas que abarcan el Parque de la Memoria, varios escondites en el predio de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la Universidad de Buenos Aires de Ciudad Universitaria y en el Vial Costero de Vicente López. Fueron por primera vez avistados en 2019 como un grupo de perros en situación de calle que, lamentablemente se reprodujo sin control y dejaron, como triste realidad una serie de camadas de cachorros que, en su mayoría y a pesar del enorme esfuerzo de particulares y grupos proteccionistas, no lograron ser rescatados.
“Los bautizamos los perritos de la FADU”, dice Lorena, parte del equipo de voluntarias que intentan cambiar la situación de estos animales. “Logramos rescatar a algunos, pero siempre quedaban aquellos que no se dejaban tocar, mucho menos agarrar. Actualmente son una manada que, hasta septiembre de este año, estaba conformada por dos hembras y cuatro machos de distintas edades. Las hembras, Elvira y Brisa, de aproximadamente 2 o 3 años, tuvieron crías en cada celo, ya que no se lograba agarrar para castrar a ninguno de ellos”, cuenta con preocupación.
La indiferencia como norma y la ayuda que no llegó a tiempo
Sin embargo, la situación se tornó crítica cuando, en octubre, en cuestión de días, dos machos, Vaguito y Antifaz, fueron atropellados de noche sobre la avenida Costanera Rafael Obligado, a la altura del restaurante Enero de la costanera Norte: Vaguito, de 2 años, y Antifaz, de tan solo 6 meses. Aunque llegaron a recibir atención veterinaria, ambos perros no lo lograron: “a Antifaz lo tuvieron que dormir por la gravedad de sus heridas y Vaguito falleció siendo atendido”.
El vacío en la manada y el llamado urgente a la acción fue entonces imperioso. “En ese contexto, logramos rescatar a seis cachorritos, quienes ya están adoptados en sus nuevos hogares. Pero todavía seguimos buscando a uno de ellos: Copito, un macho de 1 año que está desaparecido”, detalla Lorena que, junto a alumnas, docentes de Ciudad Universitaria y voluntarios de otras ONG se organizaron para retomar la tarea de rescate que otras rescatistas habían iniciado años atrás.
“Tienen miedo porque han sido maltratados”
Desde ese momento redoblaron los esfuerzos. Al principio cada una de las voluntarias se hacía un espacio cada día para acercarse a los perros, conocerlos, dejarles comida y agua y ver de qué forma concreta los podían ayudar. Intercambiaban imágenes, estado de situación e información valiosa a través de un grupo de WhatsApp hasta que decidieron abrir una cuenta en Instagram, @losperritosdefadu, donde comenzaron a recibir información sobre su pasado.
Kanu, Elvira y Brisa, los perritos que aún quedan por rescatar son inseparables. Se acercan a saludar, pero siempre mantienen una distancia prudencial con el humano. “Es lógico, muchas veces han sido maltratados e ignorados y por eso tienen tanto miedo”. Rescatarlos no es tarea fácil. Lo que Kanu, Elvira y Brisa conocen como su hogar no es un lugar cerrado, sino que abarca un extenso tramo de la costanera, donde recorren kilómetros cada día.
“Al terreno extenso que recorren a diario se suma que son extremadamente desconfiados, no se dejan tocar por absolutamente nadie y al mínimo intento se escapan, eso convierte al rescate en una situación compleja. Sin embargo, gracias a las redes sociales y a nuestra insistencia, cada vez más personas se han sumado a ayudarnos. No bajaremos los brazos hasta rescatarlos a todos”, asegura Lorena.
“Brisa está preñada y dará a luz en poco tiempo”
Kanu y Brisa son hermanos de la misma camada, y calculan que tienen, aproximadamente, unos 5 años. Elvira también es hermana de ellos, aunque de otra camada, tiene unos 4 años. “Hasta el momento intentamos agarrarlos con lazo pero no se pudo. Queremos hacer la prueba con una jaula trampa pero estamos en un momento complicado ya que a fin de año hay muchos eventos en el predio de Ciudad Universitaria y en Vicente López, lo que dificulta encontrarlos. Una urgencia extra es algo que estimábamos podía pasar en cualquier momento: Brisa está preñada y dará a luz dentro de poco tiempo”.
Para el momento en que nazcan los cachorros, las voluntarias piden ayuda a quienes se puedan sumar como hogar de tránsito para que los bebés puedan criarse en un entorno seguro, sin peligros y con el amor que todo animal merece recibir.
Por eso hoy las voluntarias piden la ayuda de quien pueda sumar su granito de arena a la tarea. “Necesitamos más que nunca de personas expertas en rescates para este tipo de situaciones. Deben tener manejo de animales miedosos y saber resolver sobre la marcha las complicaciones que puedan surgir. Pero también es bienvenida la asistencia, el tiempo y la buena voluntad para hacer traslados, donar collares, bozales, lazos u ofrecerse como hogares de tránsito y adopción responsables y con experiencia en perritos rescatados. Especialmente buscamos que sean hogares con parque, donde con acompañamiento profesional podamos mostrarles que no todos los humanos son iguales. Nosotras nos hacemos cargo de los gastos veterinarios, de las castraciones y todo lo relativo a su cuidado una vez que los agarremos. Queremos brindarles, al fin, una familia para siempre”.
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