Nadie los vio, pintan con máscaras y han conquistado seguidores con su arte, en las paredes, que se ha multiplicado en las redes sociales
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“No me baño como estilo de vida sucia”. Desde 2018 varias paredes comenzaron a ensuciarse. O mejor dicho, dejaron ver su suciedad, hicieron carne de su sombra. Y eso fue gracias a dos “Moskas” que llegaron de Nomebañolandia y decidieron plasmar el mundo que ven a través de sus ojos de “moscas”. Así se autodenominan, y crearon máscaras con caras de moscardones, que usan cada vez que salen a la calle a generar graffitis o expandir su obra en exposiciones en vivo. Porque el “moska” es, según ambos, “el que se hace cargo”. Y ellos no se hacen cargo de este movimiento que nació entre dos amigos, de forma casi inconsciente. “No Me Baño nace de una amistad que tenemos desde los seis años. ¿Viste esas amistades que no paran de caminar juntas? Bueno, de repente empezamos a caminar en una dirección, bastante conscientes de que había algo que perseguíamos en común”.
Cuando la suciedad se hace escuchar
Uno de los dos es el que más habla e intenta expresar la esencia de este movimiento o fenómeno social, mientras la gente empieza a caer a una especie de Happening en el altillo de una casa de la que no podrá revelarse la dirección, donde se encuentran: los dos Moskas (nunca revelarán sus identidades o los nombres que les vinieron puestos); Nicolás Lalli (en el mundo del arte más conocido como N333K0), un “tecno-optimista antidisciplinario”, que colaboró con Pilar Zeta, investigador visual y diseñador gráfico que desarrolló Hyprr, -la primera agencia digital que solo trabaja con proyectos NFT- y colabora en Deep Web Gallery -una galería de arte virtual-, además de Vendo Tigres -un sello de vinilos de artistas locales-; Mau Díaz, galerista, curador de arte y socio de Tomás Redrado, con quien desarrollaron Tomás Redrado Art, su galería de arte itinerante con base en Miami; Santi fotógrafo, editor, fiel lector e intérprete de la Biblia; y Dora, una serpiente que descansa en una pecera, con quien van a interactuar durante esta reunión, o encuentro artístico, en el que se sentarán las bases de los próximos pasos de los NMB en Miami y el mundo.
Durante los últimos cuatro años, desde que escribieron el primer “No Me Baño”, hicieron ruido. La suciedad se hizo escuchar. Una búsqueda no consciente de invitar a quien lo lea, a que se desnude, que muestre su identidad, su autenticidad. Desde aquellos primeros graffities, se generó eco de sus palabras, y mucha gente comenzó a subir fotos de su obra. “Éramos una comunidad que llevaba ese apodo: “No me baño”; una unión callejera que tenía en común el hecho de flashearla en la calle. Y de repente vimos que la gente flasheaba”.
Este es el año de los NFT’s
Comenzaron a dar notas a diferentes medios, sin mostrar sus caras, ni tener en claro qué era lo que querían comunicar. Hoy hacen una retrospectiva y pueden entender un poco más cuál fue y es su objetivo: “Creemos que No Me Baño es también hacer cosas con el corazón”. Ese camino fue el que los guió, el del amor y la confianza, que hicieron que durante todo este tiempo, su obra crezca exponencialmente, gracias a diferentes seres, que también se acercan atraídos por su obra y buscan hacerlos crecer.
Mientras Mau Díaz juega con un mazo de cartas de tarot, da un poco de contexto sobre el estado del arte y el avance del NFT: “Este es el año de los NFT’s, quien entendió el viaje lo entendió. Los que aprovechamos la luz que dio la pandemia, en 2022 vamos a poder llevarla al mundo, extenderla. Sucedió en la Segunda Guerra Mundial: toda la cultura que conservaban las instituciones estaba para sanar la posguerra. Esta reunión es el preámbulo de lo que vamos a hacer en Miami. Entendemos que los No Me Baño ya están para trascender a otras latitudes. Inauguramos con los chicos en febrero y va a ser la primera vez que exhiban algo afuera. Es empezar a llevar el arte argentino a un lugar donde nunca ha estado. Si el antecedente es el Di Tella, estamos complicadísimos, hace rato que se viene hablando de lo mismo en el arte argentino. Por eso nos unimos a ellos, es un viaje, no desde una postura snob, sino un lugar de una conciencia del amor. Reunirnos ahora nos va a dar la posibilidad de trascender, que es cambiar al mundo desde el amor. NMB tiene que ver con mostrar la gratitud del universo, y confiar”.
“Expandir su mugre”
Entre algunas de las huellas que dejan a su paso, tienen una página web “diseñada por un anónimo con suciedad”, desde la que buscan “expandir su mugre”. Venden obras en las que puede verse como su “estilo ignorant” fluye con naturaleza. Es el estilo de aquellos artistas que manejan muchas técnicas y al hacer obra, ocultan todo eso que saben. Ambos expresan sus frases y el mundo quiere consumirlas, porque de algún modo la identificación con lo que cuentan es inmediata; en su autenticidad está el gusto. Venden sus “suciedades” (serigrafías, indumentaria y obras) y también comunican las fechas de su Expo NMB, una experiencia inmersiva en la que descienden de su galaxia secreta para compartir todo lo que hacen (con sus máscaras de Moskas bien puestas) y mostrar su reciente documental: “Como estilo de vida sucio”. Ellos aclaran: “Todas las personas que se nos acercan sobreentienden que acá nadie se va a hacer cargo, si querés hacerte cargo te bañaste. Si al final, a la suciedad la hacemos entre todos; si querés fama, te va a durar quince minutos”. Así dejan ver su mensaje, que por sobre todas las cosas, pone en jaque al ego, invita a disolverlo.
Una serpiente destinada al arte y la vida sucia en Miami
Mientras la charla y el encuentro avanzan, los Moskas le piden permiso a Nico, quien convive con Dora, la serpiente, desde hace catorce años, para sacarla de la pecera e interactuar con ella. Se la pasan por el cuello, y sonríen ante la energía que les transmite. Mientras tanto Santi, el fotógrafo, cuenta que las víboras fueron demonizadas por Hollywood y Disney, porque desde culturas iniciáticas simbolizan la muerte, el poder, la sabiduría; el génesis cuenta que fueron ellas las que invitaron al ser humano a comer del árbol del conocimiento del bien y el mal, y no del de la vida. Ese árbol representa a lo que determina qué está bien y qué está mal, es decir, al juicio. Justamente, lo que los No Me Baño buscan combatir. Por eso, en su próxima etapa invadirán Miami, una propuesta que despertó sus prejuicios: “Hay algo con Miami y todo ese plástico que se le pone adelante; enseguida se te viene Ricardo Fort y mujeres estereotipadas caminando por una playa con palmeras. Y estoy seguro que eso es mentira. Juzgar es algo que se nos dio a los humanos, es lo que nos tocó, pero también nos tocó poder romper con eso de que alguien elija qué es lo que está bien y lo que está mal. Yo elijo lo que está re bañado y lo que está sucio. Nuestro plan allá es vivir la vida sucia” afirma uno de los Moskas.
Tomás Redrado -que con Mau Díaz representa artistas argentinos en Miami- se mudó en plena pandemia a vivir a Miami: “Fueron muchos los art dealers y artistas que en la pospandemia decidieron mudarse porque era el único lugar que no se sumaba al lockdown. Acá podías juntarte y charlar, y tenían el concepto de “mind at your own risk”; si tenés ganas de cuidarte quedate en tu casa, pero no te obligaban a quedarte encerrado. El arte también es libertad, y autenticidad, por eso muchos artistas se vinieron a vivir acá, se armaron galerías, movidas, y ese under se profundizó en Miami al punto de que cada vez es menos under, y tiene más visibilidad, más fuerza”.
Cuando en Febrero inauguren su galería en la zona de Little River, los “No Me Baño” serán los protagonistas del lanzamiento: “Son dos chicos muy brillantes, que miran el mundo a través de los ojos de una mosca. En una ciudad como Miami, donde existe ese clash constante entre lo wannabe, lo brillante, lo limpio, lo lindo, lo extravagante, lo perfecto y lo under, tenían que estar ellos. Ante esa visión del “careta”, fanfarrón, nuevo rico, que algunos argentinos castigamos y le guardamos tanto prejuicio, hay un under, un “hope” (esperanza) en un montón de artistas jóvenes, latinoamericanos o norteamericanos que viven en Florida y acá pueden desarrollar sus carreras”. Lo que sucederá, será sorpresa.
El encuentro en aquella casa está por llegar a su fin, y es el turno de Nicolás Lalli (N333k0) que los hará llegar a los No Me Baño al universo del arte NFT: “Esto es como cuando vos pagás un skin en un juego que te interesa, o coleccionás un muñeco de Starwars; es una autoridad simbólica, es tu derecho simbólico digital de algo. Beneficia al artista porque le podés poner regalías que vas a cobrar de por vida. Eso habla de una economía más generosa. Como el proyecto que van a generar en la próxima cosecha de trigo en Tandil: Su objetivo es armar un graffiti colosal de No Me Baño con una cosechadora de trigo, y transformar la obra en formato NFT. Cada vez que alguien la compre, se transformará en “plantaciones de árboles y frutales: pura vida”.
EL final: una mirada creativa
Todo culmina en una pintada en una pared de una calle cercana a la casa, donde los Moskas se miran, y casi sin hablar, llegan a una misma conclusión sobre qué van a pintar y escribir. Con los colores de Mondrian, esbozan un: “No Me Baño, no hagas preguntas”. Como respuesta a todas las que acaban de responder, dejan su huella una vez más, un rato después de haber chocado un poco su “Moska Móvil” en Panamericana, antes de llegar a la reunión. ¿Les importa? No. “Chocamos y ni le dimos bola porque es la peli que vivimos. Los pibes andamos y dejamos rastros, es consecuencia de estar vivos. Sea en Miami, en México o Bolivia: dame un aerosol, un pincel, y ahí va quedar una huella de la mugre”. Y así los Moskas, con la fuerza y la autenticidad de quien avanza por naturaleza, siguen su camino: “Esto es un plan de conquista mundial de la suciedad”.
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