Los amores de François Truffaut
La española Paula Bonet es autora de 813, un homenaje ilustrado al director francés. "Él sufrió toda la vida por amor", asegura la artista, que confiesa haberle robado temas, gamas y composiciones visuales
Paula Bonet tenía 19 o 20 años, cuando descubrió a François Truffaut. Los temas y la estética de sus películas, y la forma en que contaba sus historias, que ella veía una y otra vez, la "ataron irremediablemente" al director francés. Al punto que, hace unos meses, le dedicó un tributo completo: 813, libro que publicó editorial La Galera en España y que va por la cuarta edición.
Su precioso homenaje, una mezcla de textos con ilustraciones hechas con acuarela, tinta china y lápiz, nació, según declara la autora en la introducción, "de la admiración hacia la obra de Truffaut, hacia su manera de ver y reflejar el mundo y todo aquello que lo angustiaba o sobrecogía y que supo transformar en arte". Esta pintora e ilustradora valenciana de 34 años, que también fue profesora de castellano, traza en 184 páginas un recorrido por cuatro películas: Los 400 golpes (1959), Jules y Jim (1962), La piel suave (1964) y La mujer de al lado (1981), y las entrelaza con pasajes biográficos de uno de los fundadores de la nouvelle vague, la corriente que, al subrayar el papel del autor e incorporar la realidad cotidiana a sus propuestas estéticas, renovó el cine francés a fines de los 50.
Para su mirada sobre Truffaut, un hombre vehemente que volcó en la pantalla el amor, las privaciones y las pasiones de su vida, Paula usa los triángulos como estructura. "A él le interesaba más la globalidad de la obra de un autor y la evolución de su pensamiento que los momentos concretos de esa obra –le cuenta Bonet a La Nación revista–. Esto se ve claramente en su trabajo: todas sus películas están conectadas entre sí. Se repiten situaciones, diálogos, actitudes, temas, modos, una serie de elementos que consiguen que el espectador sea fiel a su obra, después del visionado de una tercera película, elegida al azar. Las relaciones triangulares son uno de esos elementos que aparecen constantemente en su trabajo. Me parecían un punto de partida interesante."
Aunque su libro puede ser leído tanto por cinéfilos como por iniciados, el título es un guiño a los primeros, ya que la cifra 813 se repite a lo largo de la filmografía de Truffaut: es el número de la habitación en que se encuentran el conferencista cuarentón (Jean Desailly) de La piel suave y su amante azafata (Françoise Dorléac), así como la cantidad de días que el protagonista judío (Heinz Bennent) de El último metro (1980) permanece escondido durante la ocupación nazi de París. También es el nombre de una novela detectivesca de Maurice Leblanc, escritor que Truffaut admiraba.
Bonet, una de las artistas de mayor proyección internacional de su generación –y quien terminó sus estudios de Bellas Artes en la Universidad Católica de Chile y luego se perfeccionó en pintura al óleo y en grabados en Nueva York University— presentó su libro hace unas semanas en Ciudad de México y Santiago de Chile. Y espera con entusiasmo hacer lo propio, en 2016, en la Argentina. Mientras tanto, dice que, aunque "siempre le robaba temas, gamas cromáticas y composiciones visuales" a Truffaut, no fue realmente consciente de que era un pilar de sus propios trabajos hasta que comenzó a bosquejar su libro. "Con 813 quería devolverle todo lo que le había robado hasta el momento, pero parece que lo que ha provocado ese acto de devolución es que él siga dándome todavía más." Ella ha recibido el respaldo de algunos críticos que lo conocieron y la bendición de Gerard Depardieu, quien aparece dibujado varias veces en sus páginas, como protagonista junto con Fanny Ardant del drama amoroso La mujer de al lado. "Lo conocí mientras él estaba rodando un documental en Barcelona. Fue emocionante. Pude escuchar de primera mano cómo se rodó tal o cual escena de la película, y cuál era el tono de las conversaciones entre él y Truffaut", relata Bonet.
La mujer de al lado narra la historia de dos ex amantes que se reencuentran como vecinos, después de años, con sus respectivas parejas. De ese film, que ilustra la portada de su libro y termina de la peor manera, Paula toma estas líneas: Me dijiste: ‘Te quiero’. Yo te dije: ‘Espera’. Iba a decir: ‘Tómame’. Y me dijiste: ‘Vete’, como parte de su tributo. "Creo que el amor en general está lleno de malentendidos amorosos. Quizás el amor sea un malentendido en sí mismo. Elegí esa cita porque creo que define muy bien las relaciones que nos empeñamos en vivir y que le preocupaban a Truffaut", señala.
Ardant, musa y última pareja de Truffaut, dijo que cuando leyó la sinopsis de La mujer de al lado le fascinó la idea de que alguien pudiera morir de amor. También que, aunque sonara sentimental, lo único en que ella creía era el amor. ¿Truffaut compartía esa mirada? "Truffaut era el amante del amor. Estuvo buscando el amor y sufriendo por él durante toda su vida, eso es algo que se ve claramente en su obra. La mujer de al lado no podía resolverse de otro modo" responde Bonet.
Al igual que el protagonista de Los 400 golpes, que encarnó su álter ego Jean-Pierre Léaud, Truffaut fue un pequeño bribón, que se refugió en los libros y en las salas de cine para huir de una realidad que le era hostil. Hijo de una madre soltera que sólo le dio indiferencia, luego de vivir con una nodriza y con su abuela, que murió, debió regresar a vivir con ella y con su pareja. Se fueron mudando siempre a departamentos diminutos y el Truffaut-niño sacaba la peor parte: tenía que dormir a la entrada, en una cama que se guardaba durante el día. Mentir, robar y abandonar diferentes colegios fue la norma, hasta que decidió crear un cineclub y luego conoció a André Bazin, quien lo apadrinó.
Después, vino Cahiers du Cinema, donde usó la crítica como espada, hasta que decidió hacer sus propias películas: más de una veintena, entre las que se destacan, además de las incluidas en el libro de Bonet, Disparen sobre el pianista (1960) La sirena de Mississisippi (1969), La noche americana (1973) y Confidencialmente tuya (1983).
También es célebre su libro de entrevistas con Alfred Hitchcock (El cine según Hitchcock, 1967), en el que dijo que el realizador británico "rodaba las escenas de amor como si fueran de asesinato, y las de asesinato como si fueran escenas de amor. En su cine, hacer el amor y morir eran uno y eran lo mismo". ¿Se aplica esto al propio Truffaut? "Sus películas están claramente influenciadas por Hitchcock, sobre todo a partir de La piel suave, donde los homenajes son constantes –continúa Bonet–. Creo que una de las cosas que unía a ambos era la pasión y la facilidad que tenían para trasladar emociones a la pantalla y para jugar con su público. En Truffaut, amor y muerte van de la mano, es algo que podemos ver en muchas de sus películas: Jules y Jim, La piel suave, La mujer de al lado, Las dos inglesas y el amor, por ejemplo, donde muchos de los personajes mueren de amor o están al borde de la muerte por culpa del amor o el desamor."
Inquieta y melancólica, amante de la música y la literatura, la artista valenciana –quien reconoce como referencia máxima al Taller 99 que fundó Nemesio Antúnez, en 1956, en Santiago de Chile–, combinó durante cinco años su taller de pintura del barrio del Carmen de Valencia con otros trabajos para ganarse la vida. Pasó por fábricas de cerámica, estudios de diseño gráfico e institutos. "Los últimos años, antes de empezar a dibujar por azar y que el dibujo me permitiera vivir de mi trabajo artístico, estuve dando clases en secundaria a alumnos de entre 12 y 18 años", agrega. Se mudó de su ciudad a Barcelona en 2014 y publicó Qué hacer cuando en la pantalla aparece The End (Lunwerg), con relatos y dibujos que hablaban sobre finales, de historias que nunca fueron o que acabaron mal. Ese trabajo le sirvió para ingresar en el ascendente mundo de los libros ilustrados y sumar miles de seguidores en Facebook. Anteriormente, había realizado afiches para teatro y cine. También ilustró dos libros para niños.
Este año, ella diseñó el arte gráfico de Lo nuestro, el nuevo disco de Christina Rosenvinge. "Me interesan los proyectos de los que puedo aprender y que tocan mi sensibilidad. Sobre todo, aquellos vinculados con campos en los que, por falta de talento, yo sería incapaz de crear absolutamente nada: la música, el teatro, el cine. No me interesan los que multiplican mi trabajo por el solo hecho de hacerlo y lo imponen a un consumidor quizá indiferente. Me gusta pensar que la gente que consume lo que hago es porque se acerca libremente", enumera Bonet.
Esta española es una apasionada de los retratos, que se destacan en 813, aunque en este caso están basados en escenas de las películas de Truffaut y en el propio director. "No tengo idea de dónde viene esa fascinación, pero hacer retratos es algo que siempre me ha inquietado y a lo que siempre me quise dedicar. Creo que es en los rostros donde puede depositarse más carga dramática. Y el dramatismo es algo que me atrae muchísimo", indica. Cuenta que le encantaría retratar a la estadounidense Miranda July, directora de la deliciosa Tú, yo y todos los demás (2005). "Tiene que ver con una afinidad artística/intelectual. La obra y el personaje de Miranda July me parecen de un interés desmesurado. Su libro Te elige (Seix Barral, 2012) es una joya", subraya Bonet.
¿Y existe la idea de homenajear a otro director? "No", contesta sin dudar. Ella se queda con Truffaut, quien decía que "en el amor, las mujeres son profesionales y los hombres, amateurs" y que siempre había preferido el reflejo de la vida a la vida misma.
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