En Yelp, Guía Oleo y diversas aplicaciones, sitios o grupos en redes sociales podemos leer a miles de clientes quejándose de la calidad del servicio en un restaurante o en otro; pero es raro, en cambio, que podamos escuchar la otra campana. Por razones laborales, los trabajadores de la gastronomía prefieren no hablar demasiado de los hábitos insoportables de los clientes, pero que los hay los hay. Jurando llevarnos a la tumba los nombres de los aportantes de los testimonios, conversamos con mozos, gerentes y dueños de locales gastronómicos para que nos cuenten cuáles son las conductas más insoportables que tienen los clientes.
1. El que piensa que se las sabe todas y hace sugerencias: "lo que más odio es el cliente ‘paladar negro’ que siempre está fijándose cómo podés mejorarle el plato (si tenía cebolla amarilla, ‘¿por qué no probás con cebolla morada?’). Siempre viene con un grupo que lo festeja y da crédito de todas las pavadas que sugiere con cara de Gato Dumas", dice María Elena, 33, dueña de un local de comida étnica.
2. El que se hace el galán y se pone pesadísimo: esta es una queja muy común entre las chicas jóvenes que trabajan como mozas. "El tipo que te habla, te da charla, se pone intenso y no registra que como sos moza no tenés otra que quedarte, sonreír y ser simpática, aunque no te cope en lo más mínimo el tipo ni lo que está diciendo", aporta Tatiana, 24, moza con experiencia en diversos bares.
3. El que no te mira a la cara ni te registra: la contracara del "excesivamente simpático" es el cliente que no saluda, no dice gracias ni por favor. "Ni te miran a la cara", dice Julieta, 35, moza en bares y restaurantes con experiencia en Argentina y en el mundo: "como sos servicio, sos invisible".
4. El que se queda charlando aunque sea horario de cierre: "le barrés abajo de los pies, bajás las persianas, pero no hay caso, no se dan por aludidos, te ponen en la posición horrible de tener que decirles que se vayan", dice Martín, 45, encargado en un bar del centro. "Se arma una cosa medio pasivo agresiva de empezar a poner las sillas arriba de la mesa para que el tipo se vaya", dice Lila, 31, encargada de varios locales en Palermo y Villa Crespo. "Y un primo de ese", agrega, "es el que cae a cualquier hora, cuando tenés la cocina cerrada, y quiere que lo atiendan, aunque ya se hizo el cierre de cocina, no hay cocinero ni nada…¡como si con la insistencia te pudiera convencer!".
5. El que por cualquier cosa quiere "una cortesía": "si hubo algún error podemos tomar la decisión de no cobrar el postre, por supuesto, pero hay clientes que consideran que que no tener café descafeinado o no trabajar coctelería es un error que amerita que les regales algo", dice Lila: "el otro día por un error en una orden la clienta amenazó con irse sin pagar una mesa entera de seis personas".
6. El que viene a una pizzería y se queja de que no tenés hamburguesas: "vendría a ser un pariente del de la cortesía, aunque al menos no quiere manguear nada", dice Lila. Llega a un local de comida japonesa, pregunta si hay pastas, le contestan que no y ya se pone de mal humor.
7. El que no entiende que no sos el dueño, ni el cocinero, ni su mamá: un fenómeno análogo al de quienes se enfurecen contra los trabajadores y trabajadoras de call centers. "El cliente que te insulta porque la comida tarda, porque no aceptás tal tarjeta, porque no tenés menú para chicos...como si fuera culpa tuya. Yo no estoy en la cocina, no elijo los medios de pago ni lo que se ofrece en el menú, pero siempre la termino ligando", dice Martín.
8. El que chapea que conoce al dueño: "esa pasa todo el tiempo en los bares", cuenta Andrés, 36, bartender con muchos años de oficio. "Cuando no hay mesa te dicen ‘yo soy amigo de Carlos’ como si pudieras inventarle una mesa de nada...y obvio que a los tres mejores amigos del dueño los conozco y jamás avisan ni piden nada, estos siempre son ñatos cualquiera que se lo cruzaron una vez".
9. El que compara tu restaurante con cualquier otro: "uno que me da mucha bronca es el que compara mi restaurante con otros restaurantes, así en tu cara", dice María Elena. "Prueba un plato y te dice ‘en tal lugar lo hacen así y asá, queda mejor’. Yo siempre sonrío pero un día me voy a levantar cruzada y le voy a decir ‘y bueno amigo, ¡andá ahí la próxima!".
10. El que no deja propina (o deja propina miserable): todos los gastronómicos consultados coincidieron en esta queja. "En Estados Unidos", cuenta Julieta, "la propina está tan instituido que si te dejan poco o nada podés preguntarle al cliente si hubo algún problema en el servicio. ¡Imaginate acá!", se ríe. Moraleja: ante la duda, si pensás que estuviste demasiado pesado o quisquilloso y querés volver, agregale un redondeo para arriba al 10% y todo está perdonado.
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