Varicela: síntomas y medidas para prevenirla
Varicela Zoster (VVZ), es el nombre del virus que origina esta enfermedad infecto-contagiosa tan común en la población infantil. "Herpes zoster" es como se le llama a su expresión en los adultos, tratándose de una manifestación más grave que consiste en la reactivación del virus.
Afortunadamente, la vacuna contra la varicela existe y, según informa el Ministerio de Salud Argentina, está disponible en todos los hospitales públicos y centros de vacunación de forma gratuita y obligatoria.
Que esta dosis forme parte del calendario de vacunación de los niños es una responsabilidad fundamental para evitar la propagación del virus en pacientes sanos.
Causas de la varicela
La principal causa de transmisión de la varicela es la vía aérea. Las pequeñas secreciones del tracto respiratorio y el líquido vesicular que es transportado por el aire, son los causantes de la transmisión del virus cuando las personas enfermas tosen y estornudan.
Otra vía de contagio se da por el contacto con objetos contaminados, situación en la que es fundamental concientizar sobre hábitos de cuidado como no llevarse las manos a la nariz y a la boca.
Síntomas para detectar la varicela
La característica típica de la manifestación de varicela es la aparición de manchas rojas planas que, con el avance de la enfermedad, van adquiriendo relieve hasta convertirse en pequeñas vesículas y ampollas.
No obstante, existen algunos índices iniciales que expresan síntomas de que la varicela está por manifestarse en el paciente:
- Fiebre
- Cansancio y dolor muscular
- Dolores de cabeza
- Falta de apetito
Entre los 20 y 21 días transcurridos una vez producida la infección, las manchas rojas comienzan a generar una importante sensación de picazón, y se van transformando en unas costras que desaparecen una vez finalizado el período de la enfermedad.
El tronco y el cuero cabelludo son las principales zonas en las que aparecen las manchas. En casos muy extremos también podrían expresarse en el rostro, algunas mucosas, en los párpados o como pequeñas llagas en la boca.
Cómo prevenir la varicela
Existen dos recomendaciones avaladas por la Organización Mundial de la Salud como las únicas medidas de prevención eficaces y reales:
- Recibir la vacuna: es la única medida para evitar la propagación de la enfermedad. No solo previene su manifestación clásica sino que detiene las complicaciones y su avance hasta convertirse en herpes zoster (reinfección posterior).
Se suministra una única dosis que, afortunadamente, no presenta reacciones adversas ni molestias en los pacientes que la reciben.
Es muy bien tolerada por los niños, teniendo como únicas consecuencias un poco de hinchazón y enrojecimiento en la zona en la que la vacuna fue aplicada. Solo en casos extremos puede ocasionar fiebre o náuseas.
La importancia de recibir la vacuna contra la varicela es esencial: un 80% de los casos son prevenibles y, por consiguiente, también su contagio. Los niños sanos de entre 12 y 18 meses de edad constituyen la población que debe recibirla obligatoriamente.
A partir de los 13 años de edad, la vacuna contra la varicela puede combinarse con otras dosis como las de la rubéola, meningitis, hepatitis B, paperas y sarampión.
- Como segunda medida de prevención, el aislamiento de los pacientes infectados (y la falta de contacto de pacientes sanos con otros enfermos), es una responsabilidad obligatoria y fundamental para frenar el contagio.
Población de riesgo y tratamiento para la varicela
Las personas con defensas reducidas son las más propensas a contraer varicela. Dentro de este grupo, los niños prematuros, menores de un año, o recién nacidos de madres que han padecido la varicela tanto durante como anteriormente al parto, son los principales focos de riesgo.
En cuanto a los tratamientos indicados para reducir los síntomas de la varicela y evitar algunas consecuencias como las lesiones dérmicas, existen las llamadas terapias antivirales.
Los efectos transitorios paliativos de algunas lociones y cremas son muy eficaces, al igual que los analgésicos y antihistamínicos.
Como métodos caseros, los baños tibios y los paños húmedos son buenos calmantes. Aunque no es recomendado rascar las manchas, en muchos casos es inevitable o difícil de controlar en los niños.
Estas "cascaritas" resultantes de los rascados pueden multiplicar la infección o ser contraproducentes en la evolución del cuadro.
Pero en los casos en que la infección se transforme en bacteriana, un médico deberá recetar el antibiótico correspondiente, así como ciertos medicamentos antivirales como interferón o aciclovir.
En conclusión: la varicela es una enfermedad que, afortunadamente, cuenta con una vacuna preventiva así como claras medidas de control y detención de la propagación del virus.
La responsabilidad de los adultos es un componente clave para evitar involucionar hacia un cuadro mayor como lo son el herpes y el contagio a pacientes dentro del grupo de población de riesgo.
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