Una mala experiencia la llevó a pensar que nunca más viviría en América Latina, hasta que Argentina surgió para cambiar su visión y su vida.
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Raluca Sandu dejó su Rumania natal a los 15 con la ilusión de construir un futuro mejor en Francia. Viajó sola, sin su familia, aunque acompañada por una amiga de sus padres. Su madre se unió a ellas tres años después.
Sin dudas, como franco-rumana, la vida de Ralu transcurrió por caminos peculiares y, sin embargo, por aquellos tiempos, Argentina permanecía invisible en sus pensamientos. Sus días estaban dedicados a estudiar de manera disciplinada y trabajar para ganarse un sustento y experiencia.
Ralu creció y su esfuerzo de a poco le abrió las puertas a ese horizonte que de niña parecía nublado. Gracias a su esmero, un buen día fue contratada por el ministerio de relaciones exteriores francés y, a partir de entonces, el mundo pareció ensancharse.
“En el ministerio tengo un trabajo administrativo, puedo ocupar puestos de contabilidad, gestión, secretariado o informáticos en embajadas y consulados. Estudié idiomas aplicados al comercio internacional (inglés, español y portugués). Hice mis prácticas universitarias en México en el 2013 y resultó una experiencia muy difícil para mí. Me dije: América Latina nunca más, pero el destino me trajo a estas tierras lejanas argentinas y a la hermosa Buenos Aires”, cuenta sonriente.
“Los argentinos se toman todo con demasiada calma”
Cuando en el ministerio francés le ofrecieron un puesto para trabajar en la embajada de Francia en Argentina, Raluca quedó consternada. Sería su primer empleo oficial en el extranjero y, de inmediato, supo que debía vencer todos sus temores. Trabajaría en la tesorería en una institución prestigiosa y no podía dejar pasar aquella oportunidad.
Arribó en Ezeiza en agosto de 2017 y el primer impacto fue agridulce. De inmediato reconoció la belleza de su nuevo hogar, pero también la actitud de sus habitantes, demasiado eufóricos y despreocupados en comparación a sus propios hábitos.
“El primer año fue el más difícil para mí”, revela pensativa. “Me costó mucho acostumbrarme a la espontaneidad de los argentinos, al ritmo muy tardío que tienen para todo: para comer, para juntarse...¡Para una fiesta ni hablar! Empiezan cuando en Francia se está acabando. En Argentina predomina una manera de ser mucho más relajada en todos los aspectos de la vida, el trabajo, las relaciones humanas. Se toman todo con mucha calma, demasiada para mí. Pero por suerte yo también me relajé un poco en estos años, porque vivía muy tensa”.
“Tal vez no lo perciban, pero veo que viven mucho el presente, sin planificar nada o casi nada, y a mí eso me cuesta mucho. Allá llevamos una agenda muy anticipada de proyectos y actividades”, agrega. “Y fue algo muy nuevo para mí la inestabilidad económica. Era (todavía lo es) increíble ir a una tienda y que los precios hayan cambiado en cuestión de días. En mis años en Argentina, el peso se devaluó diez veces. Trabajo en el área contable y nunca en mi vida había escuchado o vivido algo similar”.
La dificultad de asistir a un asado, una Argentina deslumbrante y una adopción
A pesar de las tantas dificultades iniciales, Ralu descubrió en Buenos Aires a una comunidad abierta y bastante más diversa de lo que había imaginado. Como vegana, temía sentirse incómoda o excluida y le sorprendió hallar una gran cantidad de pares, con quienes construyó sólidos vínculos de amistad: “Conocí mucha gente del ámbito vegano, y casi todos mis amigos lo son. Eso facilitó mucho las relaciones, porque para mí sería difícil tener que asistir a un `asado´”, asegura.
Con una vida social en marcha, Argentina comenzó a sonreírle. La joven aprovechó cada ocasión posible para explorar la vasta tierra austral, en la que descubrió postales de ensueño. Los paisajes argentinos la conquistaron y, como a muchos otros visitantes, la Patagonia la enamoró profundamente.
“Y en Argentina logré hacer lo que en Francia no pude por razones económicas: Pole Dance”, revela. “Empecé en 2017 y hasta hoy hago este deporte que amo con toda mi alma con la mejor profesora del universo, que me acompaña en este proceso”.
Pero tal vez fue aquella mañana, cuando Raluca adoptó dos gatitos - Mango y Sandía - que comprendió que había abrazado a la Argentina como a un verdadero hogar: “Desgraciadamente Mango falleció en marzo de este año: tenía un problema cardíaco y leucemia felina, pero me regaló momentos mágicos, como lo sigue haciendo Sandía”.
Un evento inesperado en el momento menos pensado
Cuando el 2020 arribó, tan perturbador e introspectivo, Raluca recibió la nueva lista de puestos de trabajo en el extranjero, por parte del ministerio de relaciones exteriores de Francia. Siempre había soñado con trabajar en Minsk, Bielorrusia y, a pesar de que Argentina ya se había vuelto tan querida en sus claroscuros, decidió que era tiempo de darle la oportunidad a su antiguo deseo.
Pero entonces, justo cuando estaba enfocada en sus gatitos (Mango aún vivía) y en trabajar para ser elegida en su próximo destino, lo inesperado sucedió: Argentina le obsequió un amor. “No creí posible conocer a alguien aquí, para mí las diferencias culturales eran demasiado importantes como para construir una relación duradera con un argentino”, cuenta entre risas. “Y menos conocerlo un año antes de irme... Sucedió en el momento más impensado”.
“Desearía empacar el clima para mis próximos destinos, Buenos Aires tiene el clima perfecto”
Muchos años pasaron desde que Raluca dejó Rumania y seis desde que partió de Francia para vivir en Argentina. Tras más de cuatro años en Buenos Aires, ella, su novio Martín y Sandía partieron a Minsk, Bielorrusia.
Para Raluca, Argentina inesperadamente le trajo la mayor de las sorpresas y lo más preciado. En su valija de aprendizajes ya guardó una nueva enseñanza: no todo se puede programar, “La vida sucede mientras hacemos otros planes”.
“Le agradezco a Argentina por todo el amor que me trajo, no solo en la forma de Martín y mis gatitas, pero también de toda la gente hermosa que conocí. Fue una experiencia no siempre fácil, pero maravillosa. Voy a volver pronto seguramente. Y hay algo que desearía poder empacar para mis próximos destinos... ¡El clima! Me enamoré de él. Para mí el clima de Buenos Aires es un clima perfecto”.
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Argentina Inesperada es una sección que propone ahondar en los motivos y sentimientos de aquellos extranjeros que eligieron suelo argentino para vivir. Si querés compartir tu experiencia podés escribir a argentinainesperada@gmail.com . Este correo NO brinda información turística, laboral, ni consular; lo recibe la autora de la nota, no los protagonistas. Los testimonios narrados para esta sección son crónicas de vida que reflejan percepciones personales.
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