Cambió Estados Unidos por Argentina, le cuestionan a diario su decisión, pero ella asegura que el país le enseña a encontrar y disfrutar lo bueno de la vida.
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“Tenés que poner una botella encima de tu auto para mostrar que lo estás vendiendo”, le dijeron a Nicole Waites en un tono obvio, como si ese peculiar acto fuera lo más normal del mundo. “Fascinante”, pensó la joven por aquel entonces y, hoy, tantos años después, le sigue pareciendo un cuadro absolutamente pintoresco.
A Buenos Aires la amó desde la primera vez que la vio, aunque elegirla para transcurrir la vida no siempre le fue un camino fácil ni idílico. Sin embargo, a pesar de los obstáculos y las penas, Atlanta, su tierra de origen, se sentía lejos de lo que buscaba su corazón. Argentina, en cambio, tenía sabor a hogar.
"No voy a mentir, lloré no sé cuántas veces de la frustración", confiesa. "Como cuando buscaba departamento - una experiencia agotadora- y me di cuenta de que iba a ser difícil pagar un alquiler sola; esas veces cuando me perdía en la calle sin datos en el celular; cuando me hicieron esperar 5 horas en una peluquería y sentí que se estaban burlando de mí porque aguardé como una tonta; y tantas veces cuando creía que jamás iba a llegar a entender y a hablar como los demás, por dar algunos ejemplos. Pero fue un período de adaptación importante al lenguaje, a la cultura, y a la ciudad. Muchas veces me preguntaron: `¿qué hace una yanqui en Buenos Aires? ´ Ahora, cinco años después, amo tanto este lugar, a pesar de sus incertidumbres y factores estresantes - como la política y la economía-, que estoy por iniciar el proceso de obtener un pasaporte argentino: quiero tener raíces acá".
Decir Argentina varias veces para convertir un sueño en realidad
Nicole llegó al suelo argentino por vez primera en el marco de un intercambio estudiantil. A su arribo, algo extraño y que nunca antes había experimentado le sucedió: allí, en esa tierra foránea, sus sentidos parecían estar encendidos y se sentía más viva. A Estados Unidos regresó con Buenos Aires en su piel y fue incapaz de olvidarla.
"Desde que volví del intercambio me propuse decirles con frecuencia a mis padres que algún día iba a vivir en Buenos Aires. La idea era que, si les contaba suficientes veces, tendrían que empezar a aceptarlo como un hecho", revela Nicole, quien se recibió en Estados Unidos en publicidad y se especializó en español y sociología.
Una vez graduada, la joven aceptó un puesto temporario de marketing y relaciones públicas en una agencia de publicidad en Atlanta, Georgia. Los padres, ilusionados, creyeron que allí encontraría su pasión y que, tal vez, dejaría de pensar en mudarse a Sudamérica, sin embargo, esto jamás sucedió: "Cuando la pasantía estaba llegando a su fin, mamá ofreció a pagarme un vuelo a la Argentina para que me quede una temporada de seis meses. Creo que tal vez hoy se arrepienta un poquito de aquel impulso", sonríe.
"Como no tengo hermanos sé que es difícil para mis padres estar a 8000 km, pero me apoyan igual porque saben que soy feliz. Cada vez que hablo con mi abuelo me pregunta cuándo voy a volver `para siempre´ a Atlanta, pero no tengo el valor de decirle que no sé si alguna vez será. Lo bueno es que regreso a los Estados Unidos al menos una vez al año y es hermosísimo el reencuentro. La despedida, en cambio, está llena de lágrimas: mi padre llora, me hace llorar, todos lloramos. La crisis de COVID hará que este período sea el más largo sin verlos. Es difícil a veces, porque es como que tuviera dos hogares: uno que encapsula mis raíces y otro que tiene mi corazón".
Buenos Aires: El mismo lugar caótico y hermoso que recordaba
El vuelo hacia Buenos Aires fue emocionante. Nicole estaba nerviosa, algo en su interior le decía que aquella aventura de medio año se extendería indefinidamente. Sumida en un aura inocente, creyó que retornaría al mismo lugar mágico que había dejado dos años atrás.
"Era 2015. En muchos sentidos llegué al espacio caótico y hermoso que recordaba, solo que esta vez estaba sola y tenía que construir una vida completamente nueva de la nada. Lo bueno de llegar sin otros estudiantes y sin ningún plan concreto fue que pude redescubrir la ciudad al tiempo que trataba de imitar un castellano perfecto mientras pedía frutas al verdulero, y navegaba en el sistema del subte y los colectivos hasta manejarlo con comodidad".
Lo extraño era que Nicole jamás se había considerado una persona apta para vivir en la gran metrópoli. Había visitado Nueva York en dos oportunidades y le disgustó de sobremanera aquella urbe avasallante: "Con Buenos Aires fue una experiencia sinigual. Y al reencontrarme con ella, algo quedó claro para mí: Buenos Aires es como ninguna otra ciudad en el mundo. Es más, Argentina es como ningún otro país", asegura emocionada. "Sé que hay mucha inestabilidad respecto a la economía, la grieta que existe en la política es suficiente para hacer que te duela la cabeza, y hay incontables aspectos negativos. Y, aun así, me enamora, y considero que cada país convive con sus propios problemas".
"Acá encuentro a las personas más cálidas y resilientes: ¡el argentino sabe cómo aguantar las malas y nunca se rinde! Y la cultura de compartir mate encierra esta idea de `ser gente abierta´", continúa. "Para mí el fútbol también es una parte muy linda de la cultura, es un deporte que nos conecta a todos. No hay nada mejor que ir a la cancha, sentir esa pasión por el mismo equipo y poder gritar un gol con toda la hinchada, incluso con el fulano sentado al lado en la tribuna. ¡Amo eso! La última vez en EE.UU., en el partido de vuelta River - Boca, descubrí que había una filial de River en Atlanta donde siempre se juntan en un bar para ver los partidos. Aunque no conocía a nadie fui con mi papá, a quien lo convertí en hincha de River. Esa noche aseguramos nuestro puesto en las semifinales de la Copa Libertadores y terminamos todos bailando y cantando en el estacionamiento del restaurante. Por un momento, tuve un pedacito de Argentina en mi tierra de origen".
Golpear la cacerola, insultar y otros hábitos queridos
¡Qué difícil explicar ese amor incondicional por una tierra lejana! Tanto les había hablado Nicole a sus amigos acerca de la Argentina, que la acompañaron en su alegría al verla concretar su sueño. Tal vez, no entendieran por completo su fascinación por dejar una botella arriba de un auto o que participara de las manifestaciones y golpeara la cacerola para expresar junto a otros argentinos su descontento:
"Admiro ese hábito de hacerse escuchar y lo que simboliza", dice. "Así como adoro la exageración de los argentinos al expresarse y su gesticulación extrema con las manos. Asimismo, he adoptado con gusto el hábito de proferir un buen insulto, la merienda, cenar a las 22 y salir a la madrugada. Pero, sin dudas, lo que más amo es el saludo con un beso, que sé que no es solo patrimonio argentino, pero en Estados Unidos no se estila. ¿Cómo no amar un gesto tan precioso que llega incluso de extraños? Automáticamente se genera una burbuja especial con alguien antes ajeno a tu vida".
"Mi deseo en este lugar del mundo es pertenecer. Aunque el taxista me diga que hablo bien castellano, quisiera que llegue ese día en donde ni se den cuenta y me consideren una argentina más".
De ineficiencias y una desconfianza indeseada
Con la llegada de la cotidianidad en un país donde ya no era turista, y aun a pesar de su amor incondicional, otros aspectos negativos emergieron inevitables. Aparte del disgusto provocado por las eternas esperas para ser atendida - como si su tiempo no valiera, Nicole se descubrió quejándose cada tanto en su rutina diaria.
"¡Es parte de la vida acá! A veces me quejo de tener que ir a cinco lugares diferentes para comprar lo que necesito (En Estados Unidos, en un solo lugar se pueden comprar hasta las plantas), pero también, a través de malas experiencias, llegué a desarrollar una desconfianza en entidades como el Correo Argentino, y la mayoría del comercio online. A papá le tuve que enseñar la palabra trámite ¡un hobby local! y me parece fascinante que a los argentinos les encanta hacer fila para absolutamente todo", observa Nicole, quien tiene un posgrado en Administración de Negocios y actualmente trabaja en reclutamiento, selección y atracción de talentos (RR.HH.)
"A veces, me encuentro no solo quejándome, sino burlándome e ironizando acerca de las ineficiencias que vivimos en este país. Pero es uno de esos escenarios clásicos en los que siento que, porque lo amo tanto, puedo hablar de sus imperfecciones. Pero no lo dudes: si alguien que yo considero un outsider - sea mi mamá, la amiga de mi amigo, o algún turista cualquiera- emite quejas del país, estoy lista para defender a la Argentina hasta la muerte".
"Y en el medio de mi pecho..."
En el 2013, una joven estadunidense pisó una tierra argentina que la conquistó para siempre y la inspiró para tomar coraje y cambiar el rumbo de su vida. Hoy, al recordar su regreso definitivo, la mujer de 27 años reconoce que existe una gran diferencia entre ser un visitante encandilado - como lo fue ella - y vivir el día a día, con sus claroscuros, en la ciudad. Sin dudas, su camino de adaptación en Buenos Aires implicó un volver a empezar que la desafió en todos los sentidos, hasta alcanzar un presente en donde logró estabilidad, se siente integrada y como en casa.
"Tengo la suerte de haber tenido un grupo sólido de amigos que se ya convirtieron en mi familia. Algunas personas muy importantes eligieron irse, pero, afortunadamente – al estilo típico argentino – esos vínculos son de por vida. Esa es una de mis partes favoritas de la cultura acá: el valor de la amistad y un sentido de familiaridad y comodidad con y entre todos".
"El ritmo de vida acá es más lento y lo aprecio muchísimo. Argentina me enseñó a tomarme las cosas con calma, a priorizar ante todo las relaciones. A encontrar y disfrutar todo lo bueno de la vida. A siempre rodearme de buena gente, buena comida, y un buen vino", sonríe. "Cuando hice el intercambio en 2013, me hospedé en Almagro en la casa de Viviana, alguien que sigue siendo un ser muy querido para mí. Ella me enseñó algo que resume lo que siento por el país: `En el cielo las estrellas, en el campo las espinas y en el medio de mi pecho ... la República Argentina´".
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Argentina Inesperada es una sección que propone ahondar en los motivos y sentimientos de aquellos extranjeros que eligieron suelo argentino para vivir. Si querés compartir tu experiencia podés escribir a argentinainesperada@gmail.com . Este correo NO brinda información turística, laboral, ni consular; lo recibe la autora de la nota, no los protagonistas. Los testimonios narrados para esta sección son crónicas de vida que reflejan percepciones personales.
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