De valor incalculable, el cofre real de los Orange-Nassau es una de las colecciones de joyas privadas más importante del mundo
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Durante treinta y tres años, Beatriz de Holanda fue la guardiana del Cofre Real de los Orange-Nassau, una de las colecciones de joyas más importantes del mundo, conformada por más de sesenta piezas, entre joyas, insignias y elementos creados a lo largo de doscientos años. Tras su abdicación, Máxima, en su rol de reina consorte de Holanda, tomó la posta y, con audacia y creatividad le dio nuevo vuelo a las piezas, que conocía de memoria y había usado libremente en sus tiempos de princesa gracias a la generosidad de su suegra, que hasta le permitía modificarlas a su gusto.
PARA OCASIONES OFICIALES
Para uno de los retratos oficiales que la Casa Real publicó en 2018, el Rey decoró su traje con la banda y la Gran Cruz de la Orden del León Neerlandés, una orden honorífica del reino de los Países Bajos, creada el 29 de septiembre de 1815 por Guillermo I, de la que él es su actual Gran Maestre. En cuanto a la Gran Cruz, es una Cruz de Malta en esmalte blanco, rodeada de una filigrana de oro y con perlas en las puntas, con el monograma W (del rey Guillermo I) entre los brazos de la cruz, que tiene en el centro un medallón en esmalte azul, con el lema "Virtus Nobilitat" ("La virtud ennoblece") y, en el reverso, el león del escudo holandés; la placa es una cruz blanca igual a la insignia, solo que engarzada en una cruz de oro. Además, sumó las medallas con sus rangos militares (es brigadier del ejército holandés, comandante de la Armada y comodoro de la Fuerza Aérea) y la Gran Cruz de la Orden militar de Guillermo, la más antigua y más alta distinción del Reino de los Países Bajos. Fue establecida en 1815 por el rey Guillermo I y constituye una recompensa excepcional por un acto de valor, así como una recompensa de mérito para los oficiales del ejército con experiencia. Estos aderezos los lleva siempre durante los actos de Estado.
En ocasión de la misma sesión fotográfica, la Reina lució la tiara de diamantes y zafiros-también conocida como Mellerio, nombre de una famosa joyería parisina- que muchos reconocen porque es la misma que llevó en 2013, cuando se convirtió en reina consorte de los Países Bajos. Se trata de un diseño de Oscar Masin y fue un regalo del rey Guillermo III a su mujer, la reina Emma. Consta de 31 diamantes de Cachemira, uno de ellos, el central, es el más grande (de 44 quilates, fue propiedad de la reina Anna Pavlovna), y 655 diamantes de Sudáfrica engarzados en una diadema de platino. En total, la tiara pesa 155 quilates. Sumó a su vestido la banda y la Gran Cruz de la Orden del León Neerlandés, y también el broche de zafiros que perteneció a la reina Guillermina (en el centro se destaca un espectacular zafiro de Ceilán) y pendientes hechos a partir de un collar también de Guillermina.
Rubíes y diamantes
Esta joya fue hecha en 1888 y la recibió la reina Emma como regalo en su 30 cumpleaños por parte de su marido, el rey Guillermo III. Está hecha en un estilo neorrenacentista y la componen diecinueve rubíes provenientes de Birmania, con un peso de más de sesenta quilates. Esta diadema forma parte de un juego que en total cuenta con más de mil diamantes que se reparten entre el broche de devant-corsage, una triple riviere, dos charreteras, un brazalete y un par de aros. Es totalmente desmontable.
Diamantes y rubíes "cola de pavo real"
Forma parte de un conjunto hecho por los joyeros Schürmann & Co. de Frankfurt y fue encargada por la reina Emma para su hija Guillermina, bisabuela del actual Rey, en 1897. Se confeccionó con rubíes que pertenecían a la colección familiar y que fueron comprados por la reina Sofía, primera mujer de Guillermo III. Realizada en base a un diseño oriental inspirado en los principios art noveau, el juego se compone por la tiara y un collar con partes centrales desmontables y un gran broche. Con el tiempo se le agregaron un par de pendientes y un brazalete. Durante muchos años estuvo fuera del cofre de los Orange, debido a que la princesa Irene (hermana de Beatriz y tía de Guillermo Alejandro) lo vendió para auxiliar a una organización humanitaria de Filipinas. Tiempo después, la reina Juliana pudo recuperarlo y Máxima volvió a lucirla.
Honey comb
Está compuesta por una hilera de diamantes solitarios rematada por otros más, colocados en forma de aguja con motivos geométricos. La primera vez que la usó fue en una de las galas previas a la boda de la princesa Victoria de Suecia. Y suele decorar con ella, además, la parte inferior de sus chignones.
Siete perlas
Se cree que fue realizada en 1900 a semejanza de una creación de la reina Anna Pavlovna, diseñada por François Duval (joyero de varias casas reales) en 1840 para la investidura de Guillermo II. La tiara de las siete perlas está confeccionada en platino y grandes brillantes. Se destacan siete grandes perlas naturales en forma de calabazo; la mayor pesa cuarenta y un gramos. De valor incalculable, era la favorita de la reina Guillermina. Desde sus 21, Beatriz la lució en muchas ocasiones, seguramente porque su abuela se la habrá regalado antes de morir. En 2001, siendo aún la prometida del príncipe heredero, Máxima la lució en el casamiento del príncipe Haakon Magnus de Noruega con Mette Marit. Como todavía no era princesa de Orange-Nassau, Máxima decidió retirar las siete perlas y usar solamente la base de la tiara, creando una opción más juvenil.
Guirnalda de diamantes o tiara de las estrellas
Fue la elegida por Máxima para su boda con Guillermo Alejandro. Está formada por una delgada tira de diamantes decorada por una guirnalda en las mismas piedras que destaca como nexo de unión. Las cinco puntas están rematadas por un motivo de perla rodeado de diamantes. Estos remates fueron heredados de la reina Sofía por su hijo Alejandro, quien a su vez se los legó a la reina Guillermina en 1884. Fue vista por primera vez en 1966, con motivo de la boda de la princesa Beatriz. La tiara fue elegida por la princesa Margarita para su boda y por Beatriz para su investidura como soberana. Cuando Máxima la llevó por primera vez el día de su casamiento, decidió lucirla con las estrellas de diez puntas de diamantes, que formaban parte de la tiara de la reina Emma.
De esmeraldas
Creada por Eduard Schürmann & Co. en 1898, la tiara de esmeraldas forma parte de la parure que la reina Emma le regaló a su hija Guillermina en 1898. Esta joya se puede llevar de muchas formas diferentes, sustituyendo las esmeraldas por perlas o, incluso, únicamente con la banda de diamantes. Las esmeraldas de esta diadema llegaron a la corte holandesa cuando la princesa Guillermina de Prusia se casó con Guillermo I, en 1791, y en su diseño original contaba con seis esmeraldas, en lugar de las cuatro que tiene ahora. Máxima la suele acompañar con la esmeralda más grande que tiene la familia real holandesa, que es del tamaño de un huevo de codorniz y que la usa como broche o como pieza fundamental de algún collar.
De perlas con brillantes
Es la misma que usó Máxima para su casamiento, pero en lugar de estrellas con la variante de perlas. Así la llevó Beatriz cuando fue proclamada reina de los Países Bajos, en 1980. Es considerada una de las piezas más significativas de la colección Orange, por el uso que las mujeres de la familia real holandesa le dio en una gran cantidad de actos oficiales.
Württemberg
Debe su nombre al hecho de que se suponía que había pertenecido a la reina Sofía, la primera mujer del rey Guillermo II de los Países Bajos, nacida princesa de Württemberg, que la recibió como regalo de bodas de su padre en 1839. La pieza es un tesoro de valor incalculable, una magnífica obra de joyería compuesta por diamantes antiguos con un diseño de volutas y flores de lis entrelazadas que quedan coronadas por cinco perlas naturales, purísimas, en forma de lágrima, y en tamaño poco frecuente. La princesa Beatriz la lució en su boda en su versión completa, con los diamantes, las más de cincuenta perlas redondas y las once en forma de pera.
Bandeau de chatones
Data de 1936 y esta compuesta por veintisiete grandes diamantes de talla antigua. Se desconoce el joyero que la diseñó, pero se sabe que fue fabricada a partir de la gran rivière de 34 diamantes que el pueblo holandés obsequio a la reina Emma el día de su boda, en 1879. La piedra central, ligeramente ovalada, cuyo peso es de 12 quilates, emana una luz ligeramente amarillenta. El peso total sobrepasa los 100 quilates. La reina Emma se la regaló a su nieta Juliana cuando se casó en 1937.
Aguamarinas
Es una de las piezas más importantes de la colección Orange, una creación en estilo art deco del joyero holandés Kempen, Begeer & Voss. Con motivo de sus 18 años, en 1927, la princesa heredera Juliana la recibió de sus padres. Se trata de una pieza muy vanguardista para su época, ya que su base está hecha en platino y su diseño es geométrico. Está incrustada de diamantes más siete grandes y purísimas aguamarinas de talla cuadrada en talla briolette. El juego de esta parure lo completan un magnífico collar estilo Belle Époque que la reina Emma le encargó al joyero Burnier en La Haya, que está compuesto por un largo sautoir de seis grandes aguamarinas cuadradas y una rectangular. En 1937, la princesa Juliana recibió de su suegra, la princesa Armgard, un par de pendientes de aguamarinas y de su prometido, el príncipe Bernardo, un broche con una importante aguamarina rectangular.
Fotos: Getty Images y Agencias.
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