Las celebrities dan consejos de vida
De Gwyneth Paltrow a Cameron Diaz, las estrellas de Hollywood escriben para contarnos qué comen, qué ejercicios hacen y cuáles son sus secretos sexuales; ¿hasta dónde conviene seguirlas?
Los libros de lifestyle de las celebrities han configurado, posiblemente, un nuevo género literario que dice mucho sobre cómo han cambiado ellas (las celebrities), nosotros (sus espectadores y espectadoras) y la relación entre ambos en los últimos años.
El caso más exitoso es el de Gwyneth Paltrow, que empezó con un libro y convirtió Goop (su web de lifestyle) en un verdadero imperio donde vende, a través de una curaduría de marcas, desde caldo de huesos de pollo hasta lubricante sexual orgánico. Pero por supuesto que no es la única: Cameron Diaz escribió dos libros sobre el cuidado del cuerpo, Jessica Alba sigue los pasos de Paltrow con su empresa The Honest Company, Alicia Silverstone (la rubia protagonista de Ni idea) se dio también el gusto, Kate Hudson sacó el suyo el año pasado y siguen las firmas, entre las que se encuentran conductoras de TV como Maria Menounos y la egresada del realityLaguna Beach Kristin Kavallari, e incluso algunos casos inverosímiles como Laura Prepon, que combina su jugado personaje en Orange Is The New Black con la sonrisa inocente que nos mira desde la tapa de su libro de cocina saludable.
En el tercer milenio estamos bastante acostumbrados a que las estrellas nos digan qué comen, cómo lo comen (el consejo de Paltrow de comer las almendras mojadas en agua tibia para digerirlas mejor fue motivo de muchos chistes en las redes sociales en los comienzos de Goop), qué rutinas de ejercicio hacer o qué posiciones sexuales maximizan el placer: sin embargo, si pensamos en la historia de Hollywood , se trata de un fenómeno raro. Rita Hayworth, Marilyn Monroe o Grace Kelly jamás nos hubieran revelado tantos detalles prosaicos y hasta escatológicos sobre sus vidas: parte de su construcción simbólica tenía que ver justamente con que no supiéramos todo sobre ellas, con que las rodeara un halo de misterio.
"Lo que ha desaparecido como tal es el concepto de las divas", explica el investigador Ricardo Manetti, director de la carrera de Artes en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA y creador del Bafici. "El concepto de la diva murió con el cine clásico, la idea de aquellas figuras inalcanzables que muy cada tanto nos abrían su intimidad, nos mostraban su casa y siempre con una intimidad muy construida. Esa noción de «diosa del olimpo» muere en los 60 con la popularización del aparato televisivo en las casas: desaparece la diva del cine y nace el ídolo de la TV, que ya no hay que ir a buscarlos en un templo cinematográfico, lo tenés en tu living, ahí ya se pierde algo de la sala oscura, del misterio, y se pasa a algo más de entre casa -desarrolla-. También tiene que ver con la cultura pop, pensemos en las Marilyn de Warhol: las divas dejan de ser únicas, se convierten en un producto en serie."
Este proceso fue reforzado luego por los reality shows y hoy por las redes sociales, en las que las estrellas comparten plataforma con todos nosotros y hasta hacen las mismas cosas que nosotros: se sacan selfies, le sacan fotos a su gato y a su plato de comida. Así se entiende que las actrices de Hollywood, aunque sostengan un componente aspiracional importante, sean lo suficientemente alcanzables para que valga la pena que el común de las mortales intente imitarlas. Si Kate Hudson no es única, todas podemos ser Kate Hudson siguiendo sus consejos.
Por supuesto que esta idea tiene mucho de ilusión y salta a la vista que todo tiene algo de ridículo: para ser Jessica Alba, además de ganar la lotería genética, se necesita mucho tiempo y mucho dinero. Por otra parte, estos libros suelen estar repletos de consejos para "sentirse bien con una misma sin importar cómo te veas", yuxtapuestos con las dietas y los consejos de belleza, y en boca de chicas que se hicieron famosas, en la mayoría de los casos, por cómo se ven.
Identificadas
Sin embargo el éxito de muchos de ellos indica que lejos de generar rechazo este relato mágico tiene bastante aceptación, y según la psicóloga Ángeles Justo, docente de la UBA y psicóloga de planta en el hospital Rivadavia, tiene cierto sentido: "Para el psicoanálisis el yo se construye a partir de la imagen del otro (una identificación) y esta construcción tiene sus fisuras, resta una duda: ¿soy quien digo que soy? Obviamente esta pregunta es enloquecedora, y no nos la hacemos muy seguido, pero la padecemos al creer que hay otros que lo tienen clarísimo: «el pasto crece más verde en el jardín del vecino», «el otro tiene lo que a mí me falta». El marketing se aprovecha de esta incomodidad, de esta duda por no estar del todo afirmados en un ser (¡menos mal!), y nos vende personajes que sí lo estarían, nos vende espejos donde mirarnos, identificaciones: Cameron Diaz «es» (porque además cumple con ciertos ideales: belleza, dinero, éxito profesional) y nos dice cómo gozar de la vida (probablemente ella también crea que el vecino tiene el jardín más lindo, pero sus agentes de prensa le aconseja que no lo ventile demasiado). Cuando Cameron nos dice: «Lo importante es lo de adentro», ella también desconoce que lo importante, para los que la consumimos, es «lo de afuera» en tanto lo que nos vende es una imagen que no muestra fisuras", aporta Justo.
Esto se complementa, además, con una obsesión por vivir de manera plena o "saludable" cada aspecto minúsculo de nuestras vidas: cada comida, cada café de la mañana, cada ducha, prácticas a las que hace un par de décadas no se les prestaba tanta atención, hoy son motivo de debate en las redes sociales y también de lectura e investigación en blogs, revistas y, por supuesto, libros de celebrities.
"Las redes sociales propician un culto al yo; cada tontería que hacemos puede ser convertida en una historia -explica Justo-, y eso nos representa; por eso consumimos más cuál es el desayuno perfecto (según la moral actual), libidinizamos eso que antes era un ritual invisible porque al ser pasado por el registro de la imagen se nos juega el ser." Paradójicamente entonces, en una era con cada vez más libertades, el "deber ser" es cada vez más abarcativo: Justo usa a propósito la palabra "moral" porque a veces parecería que las discusiones sobre los carbohidratos o sobre la frecuencia adecuada de las relaciones sexuales en una pareja toma ese cariz.
Muchos de estos textos parecen escritos en ese tono, también, quizá no cercano a las religiones de libro, pero sí a las búsquedas new age: las estrellas, al tiempo que se acercan al público mostrando que ellas también tienen granos o problemas para digerir la comida, se erigen en el lugar de gurús.
No es necesario escandalizarse, sin embargo, ni andar extrañando (al menos no por esto) las épocas en que lo único que sabíamos de nuestra actriz favorita era que dormía desnuda con unas gotitas de Chanel N° 5. Algunos de estos libros tienen datos útiles: las celebrities tienen acceso a buenos nutricionistas y personal trainers. Algunas se preocupan por dar mensajes positivos sobre la aceptación del propio cuerpo y del paso de los años. Pero lo cierto es que el recorrido (y por qué no, la lectura) de estos libros puede ser una buena ocasión para repensar el bombardeo de "consejitos" al que vivimos sometidas, especialmente las mujeres, y tomárnoslos un poco menos en serio.
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