Lalo Mir, 40 años de Rock and Pop, Radio Bangkok y aquellos desconocidos que se volvieron figuras: “Se nos escapaba la tortuga a cada rato”
De su amistad entrañable con Douglas Vinci a la dupla imbatible que armó con Elizabeth Vernaci, de la vez que tuvo que pedir disculpas y de efectos impensados en algunos oyentes, de eso y más, habla el conductor de la voz inconfundible
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Pasar al registro escrito las palabras de Lalo Mir deja afuera una parte de la historia, la del impacto que provoca su voz. De vacaciones, fuera del país, aceptará dialogar con LA NACIÓN para contar una vez más las anécdotas de su paso por la Rock & Pop, la radio que cumple cuarenta años y marcó a una generación, la de los comienzos de la apertura democrática en la década del 80. Esos primeros años de la emisora en la que condujo dos programas: Radio Bangkok y Una divina comedia.
El debut de Radio Bangkok no tiene fecha cierta. Sucedió “en algún momento de 1987, cuando la Rock & Pop ya estaba al aire, cuando decidieron dejar de pasar música y comenzar con los programas″, cuenta Lalo. Fue un magazine desopilante que satirizaba la actualidad y tenía dos columnistas imprescindibles: Bobby Flores y Douglas Vinci. Pese a que solo duró dos años, quedó grabado en la memoria de sus oyentes. El propio fundador de Rock & Pop, Daniel Grinbank, se refería a Radio Bangkok como “el ícono absoluto, el Mayo Francés” de la radio. Fue, quizá, el éxito menos pensado. Sigue Grinbank: “Fue un laboratorio de ideas, donde reinaba una anarquía extraordinariamente creativa de mucha gente talentosa. Creo que en radio no hubo un espacio donde la creatividad al poder se haya manifestado tan fuertemente. Y por ‘poder’ me refiero al liderazgo de rating que generaba Bangkok, que era impresionante. Fue el programa que más rompió con el código del deber ser radial. Los estándares de la radio estallaron y se hicieron añicos”. Lalo, 40 años después, coincide.

- Rock and Pop cumple 40 años, ¿solían festejar los primeros aniversarios en los estudios de la radio?
-No celebrábamos los aniversarios, pero había festejos todo el tiempo porque éramos festejadores seriales. Durante los primeros años, desde 1985, la radio no tuvo conducción. Los programas llegaron a partir del 87. Bangkok, duró dos años y medio, terminó en el 89. Primero empezó Feedback, el programa de Mario (Pergolini) y Ari (Paluch). Algunas semanas después largamos nosotros con Radio Bangkok. Pero no te podría precisar qué día empezamos... Además, yo siempre fui medio anti fechas, nunca me enganché con el Día de la madre, el Día de la radio...
-¿Cómo fue llegar a la Rock & Pop, te acordás el día en que Daniel Grinbank te convocó? ¿Dudaste en aceptar?
-No, nunca dudé. Daniel era oyente de 9PM, el programa que hacíamos con Elizabeth “La Negra” Vernaci, nos conocíamos porque solía venir a Radio del Plata a promocionar sus recitales. Ya había intentado convencerme antes, en un par de ocasiones. Entonces, era como medio de cajón que algún día se iba a dar. Cuando avisé en JC, la empresa donde trabajaba, que me iba a Rock and Pop, les pareció lo más natural del mundo. Era ese mi camino. La Rock & Pop se armó con una estética ”nuevepemera”. El Negro Gudiño, uno de los operadores que montó toda la artística de 9PM, desarrolló también la artística de Rock & Pop. Usó los mismos criterios de edición, de ruptura, de velocidad. Recuerdo que Daniel me dijo: “Vas a trabajar con Bobby y con Quique, ¿los conocés?”. Y yo había trabajado con Bobby en Videoscopio, en el año 86, y Quique siempre venía a ver mis programas de radio. Ya había una onda, así que todo se dio de forma natural.

-¿Cuánto de mito y cuánto de verdad hay en el imaginario de la época sobre lo que sucedía en la radio?
-Éramos gente muy normal, que a las 10 de la mañana estábamos trabajando. Cuando teníamos que grabar, grabábamos. Y cuando teníamos que ir a hacer un show, una presencia, o trabajos periféricos que tenían que ver con la productora, con Daniel, con Rock & Pop, siempre estábamos. Hubo mucho más mito que realidad, no digo que fuimos santos, pero tampoco hay que vanagloriarse de esto.
-¿Cómo era el fenómeno Rock and Pop?
-El fenómeno trascendía a la radio, involucraba a la gente, lo que sucedía en ese momento, era un fenómeno muy de la época. La democracia volvió a fines del 83, yo estaba haciendo 9PM - hasta el 85- y en el 86 hablo con Daniel para empezar después del año sabático que me había tomado para viajar, de modo que finalmente empecé en el 87. Recuerdo la efervescencia de todo lo que sucedía en la cultura, en la sociedad, en lugares como Palladium, el Parakultural, el Einstein, Cemento, los boliches, los pubs, la Esquina del Sol, Bajo Tierra. Todo lo que había sucedido culturalmente durante la dictadura que era muy underground, muy de sótano, salió a la luz. La noche era alucinante, nosotros vivíamos como en una especie de pedo cósmico, de una alegría permanente, fue una época de noches muy largas, de dormir muy poco, de estar muy activos, muy enérgicos, muy despiertos, con muchas ganas, mucha adrenalina.
-¿Nada te dejó un sabor amargo?
-Sí, el haberme enterado, mientras estaba trabajando en Chile, que Grinbank decide levantar la programación: “Radio Bangkok”, “Feedback” y el noticiero de la mañana, que no sé si se llamaba “Monobloc”. Eso fue en la segunda mitad del 89, cuando a Daniel lo conminan de alguna manera: “Si querés renovar el contrato hacés como me dijiste, una radio de música”, le dice. Y nosotros hacíamos una radio de dementes hablando pavadas. Tuvimos que recuperarnos de eso, porque además, cuando hay crisis, las cosas se ponen más ásperas, más turbias, incluso en las relaciones, con personas, con compañeros con los cuales nos veíamos todos los días. Mi segunda salida de Rock & Pop en Buenos Aires, cuando dejó de emitirse “Una divina comedia”, con “La Negra” (Elizabeth Vernacci), no fue tan drástica, de alguna manera ya lo habíamos charlado. Daniel había decidido mandar a Mario a la mañana, ya sin Ari Paluch. La Rock and Pop era el fenómeno del momento y Daniel estaba muy enfocado. Siempre tuvo muy buena percepción e intuición para todo lo que hizo, desde la producción y el management de grupos, la producción de espectáculos, hasta llevar adelante una radio.

-¿Cuántas horas al día pasabas ahí adentro?
-Cuatro horas. Siempre llego cinco minutos antes del comienzo de los programas, todo el trabajo previo lo hago en casa. Y me voy tres minutos antes de que termine, pongo una canción de despedida y me voy. Siempre mantuve esa relación con los espacios de trabajo. Radio Bangkok duraba cuatro horas, de 10 a 14. El último año se extendió hasta las 15, cinco horas. Ponele que había días que nos tocaba producción, grabación y todo eso. Además, siempre tuve un estudio en mi casa con isla para editar, entonces trabajaba mucho solo para el programa. Otros días íbamos al estudio de la radio a grabar artística y contenidos, pero eran cuatro horas o cinco al final.
-¿Recordás gente que se haya ofendido? Famosos, oyentes, entrevistados, músicos...
-Una persona se quiso suicidar en la avenida Entre Ríos, a dos o tres cuadras del Congreso. Estaba en el balcón listo para tirarse pero un policía logró agarrarlo de los pelos y lo salvó. Nosotros teníamos la costumbre de hacer una especie de sátira radioteatral de las noticias, podía ser una vaca loca que se había comido unas plantas de marihuana, cualquier cosa... Tratamos el caso de este señor y tres días después apareció su hija en la puerta de la radio. Vino muy dolida a recriminar, habló conmigo y le dije que tenía razón, le pedí disculpas. A partir de ese día dejamos de satirizar cuestiones que eran muy cercanas en lo geográfico o en lo cultural y empezamos a usar noticias de Canadá, China, África, de Europa. Igual la tortuga se nos escapaba a cada rato.

-No tenían idea del alcance de lo que estaban haciendo.
-Recuerdo el testimonio de un taxista que me reconoció y me dijo “No sabe lo que me pasó la semana pasada, se subió una señora que me dijo que la llevase urgente al hospital Francés, que no se sentía bien. Los estaba escuchando, era esa sección que dedicaban el vómito...”. Era una sección en la que la gente llamaba y dedicaba vómitos a amigos o ex parejas. El tipo venía escuchando la radio medio fuerte, la mujer no se sentía bien y cuando suena el vómito en los parlantes del estéreo del taxi la mujer le vomitó todo el auto, como en las películas de terror, como Linda Blair en “El exorcista”. Eran cosas que pasaban, obviamente, porque era todo bastante desopilante.
-Tenían un público fiel.
-Nosotros teníamos una corte de gente que nos venía a saludar y a esperar a la salida de la radio con regalos, con cartas, con flores, con alfajores, con mermelada, con budines, con nada... también con pedidos, solicitudes... y había gente que venía a ofrecer servicios. Uno de esos era un taxista que se hizo muy amigo nuestro y se convirtió en nuestro taxista oficial. Nos llevaba a todos lados, a los lugares santos y a los lugares no santos.
-¿Drogas, sexo y rocanrol?
-Los 80 fueron un poco desenfrenados, pero hay mucho de mito. Se cuentan como ciertas cosas que nunca pasaron. Muchos de estos mitos fueron alimentados por nosotros, que hacíamos muchos simulacros en el estudio. Había un poco de descontrol artístico en esta necesidad que teníamos de corrernos del límite. Eran ocurrencias que se volvían realidad dentro de un contenido radial, eran ficciones. Todo eso generó mucho mito.
-¿Es verdad que dormían en la radio?
-No, yo no recuerdo dormir en la radio. Tuqui sí dormía en la radio, el finado Tuqui Pinto, que fue un amigo, colaborador nuestro, un gran creativo, un tipo con muy pocos límites y con muchas variables, una gran persona, muy solidario, capaz de ayudar a las lacras más lacras o a esos personajes que a nosotros nos parecen monstruos porque están en el borde del abismo.

-¿Te seguís viendo con los que trabajaste?
-Quedé muy amigo de Douglas (Vinci). Yo lo conocía de antes de Radio Bangkok, de la época 9PM. Él es artista plástico y yo siempre fui aficionado al arte. Además teníamos amigos en común. Todavía me veo con todos, con Guillo (García), con Bobby (Flores), con Quique (Enrique Prosen)... Con algunos más, con otros menos, pero no hay desencuentros. A la distancia, sólo hay encuentros y muy cariñosos.
-Llevaron el espíritu de la radio a la televisión, con Rock & Pop TV.
-Fue el disparate más grande. Hacíamos el campeonato Largo de pecho, que no sé a quién se le ocurrió... Teníamos una Pelopincho en el estudio donde se metían chicas con remera, sin corpiño, para que la cámara enfocase los pechos. La gente deliraba pero hoy lo miro y digo no, no pudimos haber hecho eso... y sin embargo lo hicimos. Daniel, que era el productor, se iba de viaje a Londres, a Estados Unidos, y nos dejaba solos. De pronto venía alguien, te golpeaba el camarín y te decía “en cinco minutos vas vos”. Ahí preguntabas “¿qué hago”, y te respondían “no sé, fíjate”... Era maravilloso.
-¿Qué es lo que te hizo el profesional que sos?
-Siempre fui un laburante, alguien bastante obsesivo y responsable. Terminar un trabajo siempre de la mejor manera... Ocupar el espacio viene conmigo: al principio no lo sabía, pero después me di cuenta cómo funcionaba, a medida que fui aprendiendo sobre mí mismo. Además, siempre fui muy curioso, un gran lector. Vivo leyendo. Soy amante de los viajes, la curiosidad me lleva a viajar. No soy un turista, soy un viajero. Cuando viajo me meto en lugares donde los turistas no se meten. Y conozco gente.

-En Twitter, ahora X, dicen que sos la persona con menos haters. ¿Era así también en aquella época?
-Sí, todo el mundo me lo dice. Yo no soy de leer los comentarios porque voy para adelante, el tiempo siempre me parece poco, y meterse con los comentarios es ir para atrás. Si tengo pocos haters, no sé... No soy conflictivo, cada vez menos. Antes por ahí era un poco más disparatado y tenía menos filtro, pero ahora tengo muchos. No me gusta esta sociedad sin filtros, desencajada, que a todo le encuentra motivo de discordia.
-Sos una combinación de desfachatez, cultura, honestidad, desenfreno...
-No tengo miedo, todo eso me sale naturalmente. Soy una persona que siempre trabajé relacionado a la cultura, con la música, siempre leí y escribí mucho. Formaba parte de los grupos de escritura, de los guiones, más allá de que en una época estuvieron Javier Martínez Subiría, Pancho Muñoz, Gloria Guerrero, Carlitos Barragán... No me gusta dar nombres porque son tantos que después me los olvido. Soy curioso y siempre tuve un sentido del humor especial. Me marcaron mucho “Semanario Insólito”, “La Noticia Rebelde”, la revista “Humor”, la revista “Satiricón”. Es el periodismo que a mí me marcó y es un poco lo que después nos llevó a hacer lo que nosotros hacíamos. Pero más que nada soy un laburante obsesivo. Me aburro mucho de mí mismo, eso me lleva a estar todo el tiempo inventando y descubriendo caminos nuevos. No hay nada que me fascine más, y además sigo sintiendo miedo cada vez que lo encaro. Es una mezcla de cosas porque soy un tipo que me hice a mí mismo.
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