Tras el anuncio de la serie “Síganme”, inspirada en la historia de Carlos Saúl Menem, la hija de Carlos Menem Junior cuenta su verdad
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En los últimos días, la vida de Antonella Carla Menem Pinetta (34), se revolucionó. El anuncio de la serie televisiva “¡Síganme!”, inspirada en la historia del expresidente Carlos Saúl Menem, abrió viejas heridas, difíciles de sobrellevar. Su voz volvió a aparecer en los medios y reavivó la vieja disputa familiar.
“Ellos quisieron hacerme creer que yo era la culpable de todo... pero yo no hice nada malo: yo nací. Mi papá dejó lo más maravilloso que puede existir: un hijo, una parte de él. Si ellos tuvieran un poco de corazón las cosas serían distintas. Mi abuelo fue el único de la familia Menem que me reconoció”, reflexiona.
La joven, que es la primera nieta del expresidente e hija del fallecido Carlos Menem Junior, dice que reclama por sus derechos. “La productora no me pidió autorización en absoluto y yo soy una de las herederas de mi abuelo por parte de mi papá. Tampoco se me consultó por mi padre, que también aparecerá en la serie. No solo no me pidieron autorización a mí, sino que tampoco lo hicieron con Carlitos Nair y Máximo”, enfatiza.
“Había amor, pero no tenían una relación estable”
Antonella nació en 1988. Desde hace seis años, trabaja como empleada en una fábrica de muebles. Vive en el barrio de Caballito con sus tres hijos: Dylan (16), Nahiara (12) y Suyai (7). Es hija de Carlos Menem Junior y Amalia Pinetta. Cuenta con orgullo que su perfil derecho se parece al de su padre y que, como él, es fanática de los deportes de riesgo y amante del rally. “Empecé a correr a los 25 años. Mi primera carrera fue en Tandil. Soy navegante, copiloto. Pero no corro más porque en pandemia me agarró un pico de estrés y síndrome vertiginoso”, cuenta.
-Antonella, ¿cómo se conocieron tus padres?
-Fue en 1987, en la Expo Rioja. Mi mamá tenía 19 años cuando conoció a mi papá, que tenía la misma edad. En esa época, mi papá no era muy conocido y mi abuelo era gobernador de La Rioja. Ellos estuvieron juntos y, aunque después se volvieron a ver, esa noche mi mamá quedó embarazada. Hay muchas personas, seguramente también en la familia, que piensan que mi mamá quedó embarazada a propósito, pero no fue así. Ella tenía un DIU y hacía seis meses que había nacido mi hermano con un parto muy complicado, al punto tal que ella murió clínicamente durante el parto, la tuvieron que revivir. Por eso, como era muy peligroso que quedara embarazada, los médicos le habían puesto un DIU. Fue un milagro que quedara embarazada y eso me hace pensar que por alguna razón yo tenía que nacer.
-¿Qué pasó cuando tu madre supo que estaba embarazada?
-No se lo dijo a mi papá, los que sabían eran los amigos de él, y ellos le pidieron que no dijera nada porque mi abuelo estaba por convertirse en presidente y le iba a arruinar la carrera política. Sabían los más íntimos: Lucho Pineda, Guillermo Coppola y no recuerdo si Jorge Rial estaba también en ese grupo...
-Es difícil entender cómo no le dijo nada al padre de su hija.
-Es que siempre le decían que no lo hiciera. Cuando cumplí un año y medio, ellos se volvieron a encontrar porque a mi papá le gustaba mi mamá, había amor, pero no tenían una relación estable. Esa vez, mamá fue decidida a contarle de mi existencia, pero nuevamente los amigos, ahí sí Coppola y Rial, le dijeron que si lo hacía iba a arruinarle la carrera a Carlitos y la presidencia a Menem. Pero cuando cumplí cuatro años, mi mamá no pudo más y le dijo; esa creo que fue la última vez que lo vio.
-¿Cómo reaccionó Carlos Junior cuando tu madre le contó que tenía una hija?
-’¿Qué le vamos a hacer? Son cosas que pasan’, fue lo primero que le contestó. Al principio, él no se quiso hacer cargo, pero cuando le llegaron fotos mías y vio que yo era igual a él, cambió de parecer. Él quería reconocerme, pero pasó lo de siempre, en su casa le dijeron que si se hacía cargo de mí lo sacaban de la familia.
-¿Esa amenaza se la hicieron sus padres, Zulema y Carlos?
-Carlos no, porque mi abuelo siempre me reconoció, desde el día uno. Fueron Zulema y Zulemita, siempre fueron ellas. Se empezó un juicio de filiación, cuando yo tenía cuatros años, pero no recuerdo que pasó, quedó en la nada... y después mi papá murió.
-¿Qué te contó tu madre de tu padre?
-Ella siempre me dijo que era él, pero yo era muy chica y no entendía. Lo comprendí recién cuando murió y la prensa empezó a seguirnos por todos lados. Ese día, mi hermano estaba viendo la televisión y mi mamá la apagó y me llevó a la habitación. Ahí me contó lo que había pasado, que mi papá había fallecido. Recuerdo que yo tenía un oso de peluche grandote y lo abracé.
El mediodía del 15 de marzo de 1995, el helicóptero Bell 206B JetRanger III en que viajaban Carlos Menem Junior, que tenía 26 años, y el piloto Silvio Oltra, se estrelló a un costado de la ruta nacional 9, en el kilómetro 211,5, entre Ramallo y San Nicolás. Según la versión oficial, la aeronave chocó contra unos cables de media tensión, a 11 metros de altura, e impactó en unos pastizales. Pero el accidente generó un sinfín de dudas en la política y la opinión pública argentina. Desde que ocurrió, la madre de Carlos Jr., Zulema Fátima Yoma, sostuvo que se trató de un atentado.
“Cuando tenía 10 años nos fuimos a vivir a Mar del Plata, para alejarnos de todo. Estuvimos ahí seis años. Queríamos escondernos de la prensa, pero Chiche Gelblung siempre nos encontraba y nos volvíamos a mudar. En Mar del Plata nos mudábamos una vez por año. Era el tiempo de los secuestros y mi mamá tenía miedo”, dice Antonella.
-¿Tu mamá se presentó en la sucesión de Carlos Junior?
-Mi mamá se presentó en la sucesión de mi papá en mi lugar porque yo era menor. Se hicieron dos ADN, uno de la parte de ellos y otro de la parte nuestra. En ambos el resultado fue concluyente: yo era la hija de Carlos Junior. Ahí pasó algo que nunca me voy a olvidar, cuando la vi por primera vez a Zulema ella dijo: “Es igual a Carlitos, no es necesario hacerle el ADN”. Y Zulemita coincidió con que era igual a su hermano.
-Es difícil entender cómo, si habían dicho que eras parecida a tu padre, después la relación no tuvo un buen desenlace.
-Sí, pero pienso que a ellas no les gustó que mi mamá hiciera notas en la televisión y desde ese día me odiaron a mí y a mi mamá.
-¿Qué pasó cuando estuvo el resultado del ADN?
-Aunque el resultado del ADN estuvo rápido, tardaron casi diez años en darme el apellido. Demoraron todo. En 2004, cuando tuve 16 años me pusieron el apellido de mi padre. Recién ahí yo tenía derecho a que me dieran las cosas de mi papá.
-¿Qué heredaste de tu padre?
-Recibí solo deudas. Aunque ellos fueron los encargados de administrar su patrimonio, no pagaron absolutamente nada.... plata nunca me dieron. No había cuentas bancarias. Recibí un departamento que lo estaban por rematar, un terreno que tenía más de un millón y medio de pesos en deudas, las camionetas estaban rotas y con deudas, un cuatriciclo que era un esqueleto, sin ruedas; un camión con deudas que ni estaba a nombre de mi papá, sino de mi abuelo, todo roto. Un avión que se tuvo que vender porque estaba roto y el hangar estaba por cerrar... Recién a los 19 años me empecé a hacer cargo las cosas.
Antonella cuenta que en aquel tiempo estuvo distanciada de su madre. “Yo estaba en un momento de rebeldía y me juntaba con gente que me hablaba mal de ella... Me decían cualquier cosa y yo les creía. Le dije cosas que me arrepiento y le pedí perdón. En especial, por haber hablado mal de ella en los medios”, dice.
“A mi abuelo le costaba mucho verme”
-¿Cómo fue la relación con tus abuelos, Zulema y Carlos?
-Solo tuve relación con mi abuelo. A Zulema nunca la voy a entender en mi vida. Por ahí, yo me hago la fuerte o aparezco en los medios y doy otra impresión, pero que ella me haya rechazado, de esa manera, a mí me duele muchísimo. Pero bueno, tengo que aceptar que es así.
-¿Y con Carlos, tu abuelo, era distinto?
-Sí, solo con él mantuve una relación, pero siempre a escondidas. Lo debo haber visto cinco o seis veces en mi vida, era muy difícil llegar a él. La mayoría de las veces no le pasaban nuestras llamadas, así que teníamos que ir con mi mamá al lugar donde nos enterábamos que él estaba y preguntar. Capaz que me quedaba una hora esperando. La mayoría de las veces fueron en el hotel Presidente. Él se preocupaba mucho por mi salud, porque como era asmática subía mucho de peso con los corticoides. Me decía que tenía que aprender inglés para que lo acompañara a las campañas porque él no sabía. Conmigo él era un amor.
-¿Cuál de esos encuentros es el que más atesorás?
-Cuando estuvo preso en la quinta y fui a verlo. Yo estaba por cumplir los 15 y era la época que él estaba con Cecilia. “Esto te lo compró la Ceci, yo no sabía qué regalarte”, me dijo. Y me regaló una pulsera de oro blanco. La pulsera ya no la tengo porque me la robaron. Me dolió muchísimo cuando me la sacaron porque era el único regalo que yo tenía de mi abuelo. ¿A Cecilia? Nunca la conocí. Estaba embarazada en esa época y mi abuelo me contaba que él quería ponerle Enzo al bebé, pero después se llamó Máximo.
-¿Tu abuelo te hablaba de su hijo, tu padre?
-No, y yo no le preguntaba porque apenas él me veía, los ojos se le llenaban de lágrimas. Además del parecido físico, él siempre me decía... [se quiebra en llanto] que le costaba mucho verme... teníamos que vernos a escondidas, ni Zulema ni Zulemita se tenían que enterar, en especial Zulemita. “Ella es muy celosa”, me decía mi abuelo.
La relación con Zulemita: “No te quiero cerca de mi papá”
-¿Cómo es la relación con tu tía Zulemita?
-No tengo relación y tampoco quiero tenerla. No me interesa. Para mí dejaron de ser familia hace rato. Ni siquiera me dejaron entrar al hospital a despedirme de mi abuelo. La última vez que lo vi fue en La Rioja, en 2008, después me negaron siempre.
“Cuando estaba por cumplir 20 años, Carlitos Nair logró que Zulemita me envíe un mail pidiendo verme. Un día, nos encontramos en la agencia de Toyota. En esa oportunidad, ella fue muy agradable. Me dijo que me quería ayudar con el tema de la sucesión de mi papá y que no tenía problemas conmigo. Lo única condición que me puso para ingresar a la familia fue que no tuviera contacto con mi mamá. Como en ese tiempo yo no me hablaba con mi mamá porque estábamos distanciadas, no pareció algo difícil de cumplir. Además, me dijo que Zulema -mi abuela- quería conocerme, pero antes tenía que sacarme los aros, porque yo, en esa época, tenía aros por toda lados.. De entrada me quería cambiar”, dice. Y agrega que, en esa oportunidad Zulemita, le regaló un Mini Cooper a batería para su hijo Dylan.
En aquél viaje a La Rioja, en 2008, junto a sus primos, Antonella tuvo un encuentro casual con su familia política. “Llegamos a un restaurante y vimos a mi abuelo sentado en una mesa muy larga, con un montón de personas, entre ellas Zulemita y Carlitos Nair. Me acerqué y le dije: ‘Hola abuelo’. Y todos se dieron vuelta. Zulemita y Carlitos Nair me miraron con cara de ‘¡¿Qué hacés acá?!’. Mi abuelo me saludó y dijo fuerte: “Ella es mi nieta, la hija del Carlitos”. Después me preguntó por mi hijo y me dijo que le gustaría conocerlo. Todos se quedaron mudos. Volví a sentarme a mi mesa y ellos, a los tres minutos, se levantaron y se fueron. Habían hecho el pedido, pero no lo esperaron. Fue una situación rara e incómoda”, cuenta.
“En La Rioja, unos días después, conseguí el número de alguien que trabajaba con mi abuelo, un tal Edwin. Él me dijo que para poder verlo tenía que esperar que se fueran Zulema y Zulemita. Yo le expliqué que con Zulemita estaba todo bien, que había hablado con ella... Pero Edwin me dijo que mejor esperara a que se fueran”, cuenta.
“Al día siguiente, Edwin me marcó un camino para ir hasta la casa de mi abuelo sin ser vista. Cuando llegué, mi abuelo apareció en la puerta, se puso a llorar y me dijo: ‘¡Las cosas que hay que hacer para verte!’. Y me invitó a pasar. Me ofreció un café, me preguntó si había aprendido inglés y cómo estaba mi salud. Me contó que Carlitos era asmático como yo. Y que también tenía un ojo que se le desviaba y el tabique nasal torcido, como yo. ‘¡Heredaste todos sus defectos!’, me dijo.
“Le mostré una foto de mi hijo y se emocionó. Me dijo que le gustaría conocerlo y yo le prometí que cuando volviéramos a Buenos Aires se lo iba a presentar. Ese día nos sacamos una foto juntos, es la única foto que tengo con él y es la que circula en internet”, agrega.
“En esa charla, le pregunté por Zulemita, no entendía qué pasaba con ella. ‘No le gustó que hayas venido a La Rioja’, me explicó. Pero me dijo que no me preocupase. Después de ese encuentro, le envié a mi abuelo unas fotos mías con mi hijo y una chomba de regalo. Dicen que cuando Zulemita las vio hizo un escándalo terrible, que enloqueció. A Edwin, en ese momento, lo despidieron por haber permitido que yo viese a mi abuelo”, asegura.
-¿Pudiste cumplir la promesa de presentarle tu hijo a Carlos Menem?
-No. Después de aquél encuentro en La Rioja me acerqué a la casa de Echeverría. Zulemita ya no me respondía las llamadas, pero no me importó. Me acompañó una amiga con su auto. Cuando toqué el timbre, apareció la empleada y me dijo que mi abuelo no estaba. Decidí esperarlo en la puerta y a los 10 minutos aparecieron cuatro patrulleros con el comisario. Les mostré mi DNI y les dije que era la nieta de Carlos. Me pidieron que me fuera, pero me negué. Si me iba, él nunca iba a enterarse de mi visita. Después llegó el secretario privado de mi abuelo y me pidió que me cruzara a la vereda de enfrente. Lo hice y me senté en el auto a esperar. En eso llegó una camioneta a la casa. Se bajó una mujer a los gritos, era Zulemita. “¡¿Dónde está esa hija de mil...?! ¡La voy a matar!”, gritaba. Llegó donde yo estaba y me agarró de los pelos. Me decía que me iba a matar a trompadas. Los policías no hacían nada, miraban. Yo le preguntaba: “¿Por qué estás tan enojada si estaba todo bien?”. Pero ella no respondía: “¿Qué haces acá? ¿Quién te autorizó a viajar La Rioja?”, repetía. Mi amiga se bajó del auto y Zulemita la agarró de los pelos. Mientras las dos se estaban pegando, mi hijo lloraba en el auto. A la escena se sumó Carlitos Nair. ‘¡¿Anto qué estás haciendo acá?! ¡Andáte que se va a pudrir todo!’, me dijo. Una locura todo. En un momento, Zulemita se metió al auto de mi amiga, atinó a encenderlo.... me quería pisar. Tenía un ataque de ira, estaba desaforada. Arrancó la antena del Renault Twingo de mi amiga y con la antena le pegó a ella y a mi hijo. Ahora la policía nos pedía que nos fuéramos y Carlitos Nair, también. ‘Lo único que quiero es presentarle mi hijo a mi abuelo. ¿Cómo me pedís que me vaya si vos pasaste por lo mismo?’, le dije. La actitud de Carlitos Nair me dolió mucho.
-¿Cómo terminó el encuentro?
-Decidimos irnos, pero antes Zulemita me dio las llaves del auto de mi amiga apretándome fuerte la mano y me dijo: “La próxima vez que te vea cerca de mi papá te paso la camioneta por encima. No te quiero cerca de mi papá. A vos ya te dimos todo lo de Carlitos”, me dijo. De ahí, fui con mi amiga a hacer la denuncia en la policía.
-¿Y qué pasó con la denuncia?
-Cuando estaba haciendo la denuncia llegó el secretario privado de mi abuelo. “Es la hija del presi, esto no puede salir a la luz”, dijo. Ahí fue cuando dije basta... por eso fui a los medios. Quería que todos supieran la verdad.
Carlitos Nair y Máximo
-En una oportunidad, Zulemita planteó dudas sobre tu parentesco, dijo que tu mamá había estado con otros miembros de la familia, nombró a Emir Yoma
-Dijeron muchas cosas: que yo no era hija de Carlitos, que mi mamá era una prostituta... La humillaron toda la vida. Yo, de grande, recién cuando fui mamá, me di cuenta de todo el dolor que le causaron. El ADN se hizo con la sangre de mi abuelo, de mi abuela, de Zulemita y de Emir Yoma, por eso decían que yo era hija de Emir Yoma, de mi abuelo... Pero el análisis se hizo por “abuelismo”. ¡Mi abuela hasta llegó a impugnar la maternidad de mi mamá! En 2019 hicimos una denuncia contra Zulema y Zulemita por daño psicológico y moral. Igual eso quedó ahí, nunca llegó a nada. Zulemita tiene un problema con las mujeres. Con la mamá de Carlitos Nair hubo problemas, con mi mamá, y con la de Máximo también.
-Con los otros miembros de la familia, Carlitos Nair y Máximo, ¿tenés relación?
-Con Carlitos Nair nos reconciliamos el año pasado. A mí me dolió mucho que él dijera que tenía dudas de que yo era la hija de Carlos Junior, pero lo entendí. Me pidió perdón y me explicó que a él le había costado mucho pertenecer a la familia y tuvo temor de perder eso. A Máximo le pasó lo mismo que a mí. Él vio a su papá no más de ocho veces en su vida... no le pasaban los mensajes. Con él me llevo bien, la última vez que hablamos fue cuando salió del hospital. Él decidió alejarse un poco de los problemas familiares porque por su salud no puede ponerse nervioso y lo entiendo.
-Ahora, en la sucesión de tu abuelo, Carlos Saúl, ¿te presentante como heredera en el lugar de tu padre?
-Sí, se presentaron los hijos Zulemita, Carlitos Nair, Máximo, y yo en el lugar de mi papá, Carlitos Junior. La que se encarga de todo es Zulemita y lo único que apareció en la sucesión fue una cuenta bancaria con 250 pesos. Supuestamente, es lo único que tenía mi abuelo en vida. Un chiste. Creo que todo es muy injusto, la Justicia no está haciendo las cosas bien. ¿Cómo puede ser que el juez o el fiscal no investiguen?
-¿Qué esperas que suceda?
-Mis abogados presentaron escritos, pero depende de la Justicia. Por este tema, Carlos Nair se peleó con Zulemita. Si ella tuviera un poco de corazón, si pensara en que la hija de su hermano fue la que se quedó en la calle, tendría que hacer algo. Que lo haga por su hermano y por los bisnietos de su padre. Si nada se lleva a la tumba... Estuve 25 años rogando que me acepten y nunca lo logré, ahora lo único que quiero es que la justicia se ponga de mi lado, porque nunca hubo justicia para mí.
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