Considerado un “cristiano inusual”, el matemático conservó sus escritos ocultos durante medio siglo ante el temor de ser juzgado por blasfemia
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Según Isaac Newton, el hombre que descubrió la gravedad, “Dios, entre muchas cosas, es el geómetra supremo”, el matemático y el físico consumado. Así le cuenta a BBC Mundo, Robert Iliffe, profesor de Historia de la Ciencia en la Universidad de Oxford y una autoridad en el estudio de las creencias religiosas de la figura culminante de la Revolución Científica del siglo XVII.
Para Newton, Dios creó el mundo de acuerdo con un plan divino, el cual “se puede leer” en la Biblia, “pero también en la naturaleza”, en la manera en que fue creada.
La idea de Dios que tenía el científico que ayudó a darle forma a nuestra visión racional del mundo era “bastante tradicional, muy monoteísta”, pero algunas de sus opiniones sobre la religión pudieron haber sido consideradas “heréticas” por teólogos de su época, dice el investigador. Y añade: “La forma en que Newton piensa en Dios es en parte como un matemático que creó el mundo para que una ley matemática fuera inscrita en él”.
Iliffe es editor general de The Newton Project, una organización sin fines de lucro que recopiló y publicó escritos del científico, y es autor de A Very Short Introduction to Newton y Priest of Nature: the Religious Worlds of Isaac Newton.
Con su guía, es posible adentrarse en el lado religioso de Isaac Newton, quien fue un cristiano devoto que tuvo que mantener en secreto algunas de sus ideas. Y es que, como señala un reciente artículo de la Universidad de Cambridge, la relación de Newton con el cristianismo era “compleja y heterodoxa”. En síntesis, “Newton era un cristiano inusual”.
Dios, según Newton
Newton, quien nació en una época en que las leyes de la naturaleza eran un misterio, sería precisamente el que cambiaría la forma en que entendemos el Universo. Algunos ubican su nacimiento en diciembre de 1642, mientras que otros apuntan a enero de 1643, y su muerte se registró en 1727.
Iliffe se adentró en los escritos del científico inglés y encontró, por ejemplo, que en las ediciones posteriores de sus obras Principia y Opticks, había hecho comentarios sobre religión.
Ambas obras se consideran fundamentales en la historia de la ciencia moderna, especialmente la primera, también conocida como Philosophiæ naturalis principia mathematica (Principios matemáticos de la filosofía natural). En ella, Newton dio a conocer sus descubrimientos sobre mecánica y cálculo matemático, describió las tres leyes del movimiento y estableció las bases de la ley de la gravitación universal.
En el ensayo académico Newton’s Religious Life and Work, Iliffe señala que, en la segunda edición de Principia (1713), Newton abordó “directamente la existencia y la naturaleza de un Creador benigno y científicamente experto en el maravilloso orden del mundo visible”.
“Dios era un ser vivo e inteligente definido por su omnipotencia y por su dominio sobre los sirvientes, y era como sirvientes que los humanos debían adorarlo”, dice en el documento.
Y continúa: “Dios, sin embargo, tenía rasgos reales y absolutos; era eterno y ubicuo, constituía espacio y tiempo, y existió sustancialmente. Aunque la capacidad sensorial de Dios era perfecta, Newton insistía en que no era como los humanos. De hecho, Dios era completamente diferente a la humanidad, carecía de un cuerpo y no dependía de los órganos para experimentar los acontecimientos en el mundo”.
En el texto, aclara -además- que “poco de la naturaleza de Dios nos era accesible” y que “al hablar podríamos atribuirle emociones humanas, pero eso era un resultado de nuestras propias limitaciones”.
Newton escribió: “El Dios supremo es un Ser eterno, infinito, absolutamente perfecto”.
¿Quién fue Jesús?
Newton era protestante y, por ende, no aceptaba la autoridad de la Iglesia Católica Romana, del Papa.
“Jesús era alguien que tenía una misión y parte de esa misión era que iba a morir y que los seres humanos, o al menos los cristianos, tenían la obligación de intentar vivir a su altura, imitar sus acciones”, sostenía el físico, tal como explica Iliffe.
Para Newton, Jesús, en vida, fue una especie de fusión de lo natural y lo sobrenatural. “Lo consideraba el Hijo de Dios, pero al no creer en la Santísima Trinidad, Jesús no es Dios. Por lo que hay una gran diferencia para Newton entre Jesucristo como un ser creado y Dios, como alguien que no es creado, sino que es el creador de todas las cosas”.
De esta manera, aunque reconocía que -hasta cierto punto- Jesús merecía ser venerado, el completo foco de la adoración se le debía solo a Dios. “Cristo no vino para disminuir la adoración de su padre”, escribió Newton.
La razón
Iliffe señala que -para Newton- discernir lo que Dios quería era en parte posible a través del trabajo empírico, es decir, de la experimentación y la observación. “Pero también, en parte, se podía determinar con el uso de la mente a través, por ejemplo, de la razón y de las matemáticas”.
Uno de los objetivos de la filosofía natural, que es la antigua definición de ciencia, era “discernir la mente de Dios viendo a través de su creación”. Mientras que, por otro lado, la idea de otro campo conocido como teología natural era que “uno puede aprender de la extraordinaria brillantez de la creación de Dios a medida que aprende más del mundo natural”.
En ese sentido, cabe recordar una frase que el investigador dijo en un programa de la BBC de 2019: “En lo que llamamos la teología natural, que es leer la existencia y los atributos de Dios a partir del mundo creado, Newton ofreció pruebas nuevas para los estándares de la época y probó para su propia satisfacción y la de otros que Dios era un matemático y un físico, obviamente un matemático y físico consumado”. Y eso es clave para entender el pensamiento religioso de Newton.
“En el mundo secular moderno pensamos que, entre más aprendemos de la naturaleza, más apoyamos la secularización, la idea de que los seres humanos están en control del mundo y que ellos mismos son capaces de entender un mundo que existió hace muchísimo tiempo y que no fue creado por Dios”, señala el experto en conversación con BBC Mundo. “Pero para Newton y sus colegas, es exactamente lo contrario: entre más aprendes sobre la estructura del sistema solar, la vía láctea, la anatomía del cuerpo, la ecología, se hace cada vez más obvio que esto no pudo haber surgido por casualidad y que es producto de una inteligencia que lo diseñó”.
También la percibieron como una “inteligencia cuidadora” -indica el profesor- porque “Dios creó, por ejemplo, el sistema solar de una manera que es perfecta para que el tipo de belleza de la vida prospere y esa es, en gran parte, la opinión de muchas personas en Reino Unido y otras partes hasta principios del siglo XIX”.
En la Ilustración hubo mucha gente con una visión diferente, en la que Dios es una fantasía, y allí Iliffe encuentra una fascinante paradoja: “Esos filósofos, esas figuras anticlericales de la Ilustración, muchos de ellos profundamente antirreligiosos, creen en una Ilustración cuyo creador es Isaac Newton”.
En privado
Iliffe invita a ubicarnos en la época en que vivió Newton para comprender que los puntos de vista opuestos al dogma de la Santísima Trinidad -se consideraban formalmente heréticos- iban explícitamente en contra de las doctrinas de la Iglesia de Inglaterra y de la Iglesia Católica Romana.
El matemático vivió tiempos revolucionarios en Inglaterra: de niño atestiguó una guerra civil y cuando fue a la Universidad de Cambridge, en 1661, se dio la restauración de la monarquía. En esos momentos convulsos, la idea de que alguien pudiese calificar la doctrina de la Trinidad como un mito o una mentira era “algo terrible para casi todos los teólogos”, reflexiona el experto.
“Lo que hace Newton es profundamente radical, era algo que podía perturbar el tejido social y, por eso, mantiene sus escritos en secreto”, afirma Iliffe. De acuerdo con el profesor, para la última parte de la década de 1670, Newton ya tenía ideas contrarias a la Trinidad. “Tuvo este secreto por medio siglo, quizás incluso por 60 años. De haberse revelado ampliamente, podría haber sido juzgado por blasfemia en algún punto”, dice.
Respecto a su teoría, enfatiza: “Nunca habría podido ocupar ninguno de sus cargos como miembro del Trinity College, como profesor de matemáticas, nunca se habría convertido en miembro del parlamento, nunca habría sido presidente de la Royal Society. Nunca habría sido nombrado caballero: Sir Isaac Newton”.
Aunque compartió sus opiniones religiosas con un grupo selecto de personas de su confianza, todavía es un misterio cuántas realmente conocían su secreto.
Un deber
¿Cómo reconciliar las creencias religiosas de Newton con su ciencia? “Uno podría decir que sus puntos de vista sobre la Santísima Trinidad son hiperracionales”, responde el autor. “En cierto modo, suenan a como era él, una persona que aplicaba su mente científica y sus herramientas científicas a la comprensión de las escrituras y la historia sagrada”.
Esas ideas surgen de “una profunda convicción de que la religión es comprensible y racional”, explica Iliffe. Y sigue: “Eso choca con la barrera que representa la comprensión de Dios, pues él piensa que hay muchos aspectos de Dios que actualmente son incomprensibles: Dios es infinito, Dios nos es ajeno en gran medida. Si embargo, tenemos mecanismos o herramientas para tratar de entenderlo”.
“Es como si para Newton, las personas como él y otros cristianos tuviesen la obligación o el deber de comprender la mente de Dios. Eso es lo que hace la ciencia, eso es lo que hace leer la Biblia. Todo es parte de un esfuerzo muy general por tratar de comprender las intenciones de Dios”, sostiene el experto.
Ante todo, la religión
Newton se percibió a sí mismo como un hombre profundamente piadoso. “En la Biblia, hay batallas entre el bien y el mal y la esperanza de los cristianos es que triunfe el bien, que Cristo regrese y reine con sus santos, y que haya mortales gobernados por Jesucristo y los santos”, indica el académico. “Yo creo que Newton tenía la esperanza de que resucitaría como un santo”.
Sin embargo, también se percibió como un erudito piadoso que tenía un don especial, una especie de regalo de Dios, y “la forma en que puede expresarse más fácilmente como cristiano es a través de su trabajo académico”.
Iliffe aclara que la pregunta entonces no es: “¿cómo este genio científico realizó todo ese trabajo bíblico en su tiempo libre?”, sino: “¿cómo este intensamente devoto erudito cristiano hizo filosofía natural o matemáticas cuando su vida estaba dedicada, como se puede ver en The Newton Project, a la religión, al estudio religioso?”.
“Es un hombre profundamente religioso y creo que aún hay mucha gente que confunde la naturaleza de su genio”, dice el profesor. “No es que haya desperdiciado su tiempo en religión, sino que es la religión, su convicción, su ambición, su imaginación y el impulso que proviene de esa sensibilidad religiosa, lo que le permite hacer cosas como inventar el cálculo, descubrir la gravitación universal y los principios que la sustentan, las leyes del movimiento y así sucesivamente”.
“Hace todo eso, y no necesariamente en su tiempo libre, pero representa una pequeña parte de las actividades generales en las que Newton estaba involucrado y eso lo convierte en una figura aún más grande, en algunos aspectos, que la que mucha gente conoce”, concluye Iliffe.
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