Está feliz, radiante y le sobran motivos. Su hijo Toribio ya tiene 3 años y los miedos e incógnitas que la atravesaron luego de tomar la decisión de someterse a un tratamiento de inseminación artificial y ser madre sola se transformaron en pura alegría. "Fueron los mejores tres años de mi vida", afirma Juana Repetto (31), y recuerda con gracia la sorpresa que les causó a todos –incluidos sus padres, Reina Reech y Nicolás Repetto– cuando supieron que había decidido ser mamá a través de ese método a los 27 años. Sin embargo, fiel a su espíritu de luchadora, se aferró a su deseo y hoy vive un presente de total plenitud: "Me informé mucho y me planté desde el momento cero para que respetaran mis decisiones. Les conté cómo quería que fuera el parto, que no quería visitas en la clínica, y que no quería que interfirieran en su desarrollo motriz, y lo tuvieron que aceptar", cuenta la actriz y actual panelista del magazine El diario de Mariana. Actualmente, no sólo se convirtió en la madre que siempre quiso ser, sino que también está dándole una nueva oportunidad al amor al lado de Sebastián Graviotto, un joven instructor de esquí que es padre de una beba de un año y medio (y tuvo algo de fama cuando participó en Gran Hermano, donde lo presentaron por su parentezco más famoso: como "el sobrino de Silvia Süller"). Sonrojada, admite su incipiente noviazgo, pero prefiere ser cautelosa al hablar: "Lo conozco hace más de diez años, pero recién ahora nuestra relación viró para este lado", confiesa entre risas. Mientras Toribio juega con una moto sin pedales, que identifica como "la del abuelo", Juana da inicio a su charla con ¡Hola! Argentina.
No volvería el tiempo atrás ni diría que hubiera preferido tenerlo en pareja… porque si no Toro no sería el chico que es hoy. Así es muy perfecto, mi hijo, el bebé que siempre soñé
–¿Cómo transitaste estos primeros tres años de maternidad?
–Feliz, sin duda fueron los mejores tres años de mi vida. Los primeros meses después de su nacimiento resultaron difíciles para mí, pero con el tiempo se puso cada vez mejor y más intenso. En mi caso, el embarazo también lo disfruté mucho porque no tuve náuseas, ni medio problema. Él nació en la semana 42, y ese último mes fue duro porque todos teníamos mucha ansiedad. No era sólo yo, sino mi familia y la gente que me cruzaba por la calle y me preguntaba: "¿Para cuándo?".
–¿Qué recordás de las primeras horas juntos?
–La pasé muy mal, porque tuve una revolución hormonal que me puso las emociones a flor de piel. No me sentía deprimida ni angustiada, pero tenía un miedo irracional… Me daba miedo todo, de no poder sola… No me olvido más la segunda noche en la clínica que dije: "¿Y si no puedo?, ¿y si no lo quiero?", llegué a pensar que se podía ocupar mi mamá, ¡cualquier cosa! Me bajó una sensación de inseguridad, cosas que no se me habían cruzado nunca por la cabeza hasta ese momento. Me asusté y me duró un par de meses esa inestabilidad emocional.
–¿Quién te ayudó a salir adelante?
–Mi mamá. Al principio me había ido como una loca, sola a mi casa con el bebé, hasta que un día se me cortó la luz a las doce de la noche y me agarró una desesperación muy grande. Vino a buscarme mi mamá, nos instalamos en su casa, y mi cuarto de toda la vida me lo armó especialmente para que me quedara con Toro y no nos faltara nada. Me puso velitas, luces bajas, me dejaba agua en la mesita de luz, fue todo lo que necesitaba. Esa noche, ya más tranquila, me di cuenta de que sí podía, y saber que otra persona estaba en otro cuarto por cualquier cosa era una contención muy importante.
–¿Reina te dio consejos?
–Sí, si veía que el bebé tenía tos y yo ya me preocupaba por demás, ella me tranquilizaba. Ahora soy cero miedosa, pero en esos momentos que estaba muy inestable, me preocupaba por demás. Empecé terapia porque la estaba pasando mal, pero por suerte con Toro siempre fluyó todo perfecto, tomaba teta cada media hora, dormía… Mi problema era un tema emocional conmigo misma, y por eso, los primeros cinco meses nos quedamos viviendo con mamá.
–¿Qué descubriste en vos desde que sos mamá?
–Me cuesta decirte algo específico, porque siempre tuve ese costado muy desarrollado de manera innata. Siempre me gustaron los chicos y siempre supe que quería ser madre. Si bien los primeros meses me asusté por este cimbronazo de emociones, todo fue como lo imaginé. Y claramente me cambiaron las prioridades, siempre pensás que no te tiene que pasar nada por tu hijo, y sobre todo en este caso, porque Toro no tiene papá. Tiene mucha gente a su alrededor, y es muy apegado a toda la familia, porque si bien no somos una familia de tres, tiene un montón de personas a su disposición. En el día a día tengo a Layla, una chica que vive con nosotros durante la semana y, además, cuento con la ayuda de mis papás, que están embobados.
–¿Cómo son tus papás como abuelos?
–Me ayudan un montón. Para papá es el quinto nieto, pero con Toro se conectó de una manera más especial, y a pesar de que no se ven todos los días, se aman y ambos me piden verse. Mamá está muerta de amor, fue capaz de viajar sólo un día a Brasil para pasar el cumpleaños de Toro con nosotros, está perdida por él. De noche nunca se quedó con nadie, porque toma teta y duerme conmigo, y si tengo que viajar por trabajo, me lo llevo. Si no me dejan que venga mi bebé, no voy a ningún lado.
–¿Ves en Toribio cosas tuyas?
–Es muy inquieto, y mi mamá dice que yo era igual. Más allá de lo físico, veo que es muy observador como yo, tiene muchas cosas de mi personalidad.
–¿Sentís que repetís la mamá que fue Reina con vos?
–No, mamá siempre fue muy pegote como yo con Toro, pero culturalmente cambió mucho todo. Había otro tipo de información y cosas que hoy no comparto. Me informé mucho durante el embarazo, hice cursos y un año de la carrera de puericultura. Cuando nació a mamá le daba pánico que yo hiciera el método BLW (Baby Led Weaning) de alimentación en trozos y no papilla, y ella creía que no iba a poder darle de comer cuando estuviera en su casa. Pero con el tiempo, estuvo todo bien y aceptó mi maternidad. También, a todos los que se querían quedar cuidando a Toro les hice hacer el curso de primeros auxilios. Como estudié mucho, veían mis fundamentos, y a su vez, el perfecto desarrollo de Toro, así se fueron dando cuenta de que lo que yo decía eran aciertos. Papá, que es un poco más parco, no podía creer cómo lo criaba, pero lo sorprendí y ya no me discute más nada. [Risas].
–¿En algún momento te arrepentiste o te cuestionaste algo desde que nació Toribio?
–Cero. Fue la decisión más acertada de mi vida, por lejos. No volvería el tiempo atrás, ni diría que hubiera preferido tenerlo en pareja, porque si no Toro no sería el nene que es hoy, sería otro. Así es muy perfecto, muy mi hijo, es el bebé que siempre soñé.
–¿Volverías a ser mamá sola?
–Idealmente no. No porque haya sufrido o me arrepienta, sino porque siento que con dos hijos ya sería muy complicado. Seguro que se puede, pero preferiría estar con alguien. Igual sé que no lo quiero dejar a Toro sin un hermano. Me siento muy completa por ahora, pero me dan ganas de volver a ser mamá por él. Ya que no tiene un papá, me gustaría que tenga un hermano para que viva esa experiencia, y por cualquier cosa que me pueda pasar.
–¿Hablaste con él sobre su concepción?
–Él me preguntó una vez cuando tenía un año y medio, le conté todo con la pura verdad y mucha claridad, y no me preguntó nunca más. El rol del padre lo tiene claro porque yo tengo muchos amigos con hijos, pero nunca me preguntó quién es su papá porque sabe que no lo tiene. La vez que me preguntó fue una noche antes de dormir, que me dijo algo así, como: "¿Dónde hay un papá?", y yo le expliqué que hay muchos tipos de familia, y que, en nuestro caso, un señor donó su espermatozoide para que mamá pudiera quedar embarazada. Me dijo: "Ah" y se durmió. No le tengo miedo a esa charla, me preocuparía más si en algún momento me reprocha por qué no lo tiene… Esa conversación me da un poco más de nervios.
–¿De más grande puede conocerlo?
–No. Pero yo accedí al Programa de Identidad Abierta (PIA), en donde en ese caso, el donante acepta que el niño en su mayoría de edad pueda acceder a su información genética, leer un manuscrito de él, su origen, etcétera.
–¿Cuáles son los pros y contras de haber sido mamá sola?
–Soy la envidia de todas mis amigas. [Risas]. Para mí, es un placer no tener que negociar nada, desde el nombre hasta el colegio, en su crianza todo lo decido yo. De hecho, creo que me costaría mucho criar un hijo en pareja, me da mucho más vértigo eso que ser mamá sola… Lo malo o lo más difícil es ver quién te ayuda si tenés que dejarlo para hacer tus cosas.
Aunque hoy no está en mis planes volver a ser mamá, no quiero dejar a Toro sin un hermano. Ya que no tiene papá, me gustaría que viva esa experiencia… y por cualquier cosa que me pueda pasar
Sí, estamos saliendo [con Sebastián Graviotto]. Está bueno tener un compañero, hace mucho tiempo que estaba sola. Por el momento, Toro lo ve como un amigo de mamá
TIEMPO PARA EL AMOR
–¿Es verdad que estás en pareja con Sebastián Graviotto?
–Sí, estamos saliendo. Está bueno tener un compañero, hace mucho tiempo que estaba sola, y aunque muchos creían que era lesbiana, es un hombre y estoy muy bien.
–¿Conoce a Toribio?
–Sí, porque lo conozco hace más de diez años, no es una persona que estoy conociendo ahora. Además, el que sale conmigo sabe que mi hijo viene en el combo y que no me separaría de él por nadie en el mundo. Se da por hecho, es una charla que no hace falta tener. Por el momento, Toro lo ve como un amigo y me gusta que, por ahora, tengan ese vínculo. Tiene que ser algo muy firme, muy seguro, para que yo le blanquee a mi hijo qué tipo de relación tengo con esa persona. Hasta el momento, para él es una situación de amistad.
NUEVA IMAGEN
–En este tiempo también cambiaste mucho tu figura, ¿cómo fue ese proceso?
–Sí, bajé mucho de peso, cuarenta y tres kilos en total. Toro nació con 4,14 y cuando me fui de la clínica yo ya tenía ocho kilos menos. Después empecé a hacer ejercicio y a cuidarme con las comidas. Como hice dieta toda mi vida, fue sólo cuestión de ordenarme. Para los últimos doce kilos, que son con los que lidié toda la vida, me ayudó una nutricionista con un plan, más unos grupos motivacionales vía WhatsApp. Así, llegué a un peso que jamás había tenido y estoy más sana que nunca. En casa comemos de todo, menos productos industrializados.
Producción: Consuelo Sánchez. Maquillaje y peinado: Joaquina Espínola. Agradecimientos: Rocío Rivero Art Couture, Desiderata, Justa Osadia, Cucü babies & kids wear y Tienda Lolo’s
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