El conductor de De 12 a 14 dialogó con LA NACION acerca de las dramáticas situaciones que vivió en su infancia junto a sus hermanos y contó por qué se decidió a revelar en público su calvario intrafamiliar
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Este miércoles, el tradicional noticiero De 12 a 14 (El Tres) que se emite en la ciudad de Rosario arrancó con una situación inesperada y dramática que conmovió a la audiencia y que pronto se extendió hacia todo el país. Ocurrió que el habitual conductor del ciclo, Juan Pedro Aleart reveló ante las cámaras, en primera persona y con una valentía inusitada, un drama íntimo. El periodista contó que tanto él como sus hermanos fueron víctimas de violencia y abuso sexual por varios años durante su infancia. Los victimarios en estos casos fueron dos: el padre y el tío del periodista. El primero abusó de la hermana menor de Aleart y el segundo hizo lo mismo con el propio presentador y su hermano menor.
En diálogo con LA NACION, el periodista rosarino relata parte del calvario que vivió junto a sus hermanos desde su infancia, explica por qué decidió contar su historia frente a las cámaras, afirma su postura contra la prescripción de las causas por abuso sexual de menores y revela lo que sintió al exponer su drama: “Me saqué una mochila terriblemente pesada, de mucho sufrimiento”.
Aleart, de 36 años, contó en el inicio del noticiero de canal 3 que su papá, que era portador de HIV, abusó de su hermana desde que ella tenía tres años. Y en paralelo, un tío se aprovechaba sexualmente de él y de su hermano. Además, su padre ejercía constante violencia contra todo el grupo familiar. Siempre en un tono sereno, en su testimonio que duró poco menos de media hora, el periodista informó que denunció en la justicia a su tío en 2022 y a su padre pocas semanas atrás, por el delito de abuso sexual agravado contra su hermana. Y cuando el papá del conductor fue notificado de esta denuncia, se suicidó.
—Juan Pedro, ¿qué fue lo que te llevó a la decisión de contar todo lo que habías padecido vos y tus hermanos?
—Fue un proceso bastante largo y difícil. Primero fue muy complejo hacer consciente el abuso, asimilarlo y aceptarlo. Después fue muy difícil hacer la denuncia penal porque en Rosario soy una figura pública, y juega allí el qué dirán. Después viví el proceso judicial donde hubo muchas injusticias y luego el hecho de que el delito había prescripto... fue todo acumulándose hasta que llegó el momento de decir: “Lo hago público”. Y cuando tomé la decisión personal, interna, se suicido mi papá y dije: “Bueno. Ya está”. Estaba de viaje y me dije que al volver iba a hablarlo. Necesitaba esto para sanar, porque la justicia me estaba dando la espalda.
—¿Qué sentiste después de contarlo?
—Una mezcla de emociones. Estoy muy aliviado, me saqué una mochila terriblemente pesada, de mucho sufrimiento. Siento calma y a la vez estoy muy cansado, físicamente, pero también en paz. Siento que tenía ánimo para sanar y por eso decidí encarar el tema. Era esto o continuar viviendo las consecuencias y los síntomas y todo lo que causa el abuso infantil, que es terrible.
—¿Cómo es para un niño convivir con el horror de los abusos?
—Los abusadores son embaucadores y te hacen creer que lo que te están haciendo está bien y es divertido, que lo hacen por tu bien. Lo disfrazan como un juego. Mi padre y mi tío hacían eso. El tío divertido, jodón. Eso hace que la víctima siempre demore mucho en darse cuenta que eso está mal.
—Pero al final, como dijiste en tu testimonio, la verdad sale a flote.
—Sí, pero lleva mucho tiempo, y mucha terapia porque cuanto mayor es el dolor es más difícil recordarlo. Hay mecanismos de defensa que todos tenemos: el olvido, la negación, cosas que te defienden del dolor que causa recordar los abusos. Porque una vez que lo hacés consciente es dolorosísimo, te sentís un trapo de piso, muerto en vida. Cuánto mayor es el trauma más difícil es recordarlo.
—¿Cómo fue en el caso de ustedes el momento de hacerse conscientes de lo que habían padecido?
—Nosotros nos enteramos que mi papá tenía SIDA en 2020. Automáticamente mi hermana empezó a recordar los abusos de mi padre. Meses después nos juntamos en la casa de este tío que abusó de mi y yo no era consciente. Le dijimos los abusos de mi padre a mi hermana y este tío lloraba desconsoladamente, con mocos, un llanto que me llamó la atención, yo no entendía bien.
—¿Entonces?
—A los dos días fui a terapia, le conté esto a mi psicóloga, le dije que me había parecido raro cómo había llorado y me dice: “Contame un poco más sobre tu tío”. Ese día empezaron a salir abusos. Le empecé a contar cosas que de ninguna manera yo consideraba abusos porque los tenía naturalizados. A partir de allí, tuve pesadillas, recuerdos de todo tipo. Empezó a salir la punta de un ovillo que empezás a tirar y sale, sale, sale...
—¿Ahí fue cuando encaraste a tu tío?
—Lo primero que hice fue llamarlo, mandarle un mensaje, yo tenía una relación ya distante. Lo cité en un bar y le dije en la cara que era consciente de lo que había hecho conmigo y con mi hermano y que la iba a pagar. Eso fue en 2021. Lo denuncié en 2022. En esa charla que tuvimos en el bar me dijo que tenía amigos importantes de la universidad que lo iban a ayudar y los dos abogados que tuvo en el proceso judicial fueron eminencias universitarias, eran abogados con peso.
—Por lo que contás parece que tanto tu padre, como tu tío, ambos profesionales (médico y bioquímico, respectivamente), tenían un lugar de respeto en sus entornos, algo así como imagen de personas irreprochables.
—Exactamente. No sé si irreprochables, pero hacían creer una cosa que no eran. Mi tío me pasaba a buscar para ir a nadar y me abusaba en el vestuario del club o me buscaba y me abusaba en el laboratorio del Sanatorio Británico, de acá de Rosario. También en su propia casa.
—Además del horror de los abusos, ¿sentís que se aprovecharon también del hecho de que les tuvieras confianza porque eran personas muy cercanas?
—Sí, las dos figuras de hombre que tuve en mi vida fueron mi padre, violento y abusador, que no me protegió y abusó de mí de alguna forma porque abusaba de mi hermana delante de mí, y después este tío que también me traicionó. Los dos me traicionaron en la confianza, me costó mucho tiempo confiar en la figura de hombre, me ayudó mucho mi maestro de karate, Sebastián Alba Hernández. Pude confiar otra vez porque es un persona honesta, sincera, derecha. Con el tiempo me ayudó a tomar confianza y a confiar.
La distancia y el suicidio de su padre
—¿Cuál era tu relación en los últimos tiempos con tu padre?
—Me distancié de él hace 10 años, porque había cosas que no me gustaban y me hacían daño, pero no sabía que estaba todo esto de fondo. Durante un tiempo tuve a mis hermanos en contra y él los manipulaba para separarnos, me trataban como el loco de la familia.
—¿Entre todas las cosas que hizo tu padre, hubo alguna puntual para tu distanciamiento?
—La gota que rebalsó el vaso fue cuando mi hermana me contó que él le había dicho que así como se termina el amor por una mujer se termina el amor por una hija. A su vez, a mí mi padre me dijo que ella era muy arisca con él, y por eso se iba a ir de la casa.
En su desgarrador testimonio en la televisión rosarina, Aleart contó que si bien su hermana no fue contagiada de HIV por su padre, ella tuvo problemas de salud de todo tipo. “Ataques de pánico, insomnio, caída de cabello, pérdida de peso y en varias oportunidades ha querido quitarse la vida”, contó el periodista, y añadió: “Pero mi hermana ha sido mucho más fuerte y valiente y se rodeó de la gente que la quiere”.
El conductor televisivo contó también que sacó a su hermana de la casa donde había sufrido los abusos. “Le alquilamos un departamento para que ella pudiera estar un poco más tranquila”, dijo. En cuanto al rol de la madre en los años de abusos y violencia, Aleart señaló que ella fue tanto “víctima como cómplice” y que cuando le contaban los padecimientos de la más pequeña de la familia ella la trataba de “exagerada” o “loca”.
—¿Qué sensaciones tuviste al enterarte del suicidio de tu padre?
—Él decidió no enfrentar lo que lo esperaba, que era la condena penal o social y se suicidó. Para mí había tomado le decisión desde que empezó a abusar de su hija. Fue impactante recibir la noticia. Y triste. Pero como le dije a mi hermana: “La película de terror se terminó y el monstruo decidió irse para siempre”. No va a molestar ni dañar nunca más a mi hermana.
—¿Y tu tío sigue trabajando?
—Sí, es director del área de formación docente de la Facultad de Medicina. Ahora el rector pidió desplazarlo tras dos denuncias penales por abuso sexual. Además de la mía hay otra denuncia de una exalumna de la escuela Fisherton, un instituto conocido en Rosario.
“La prescripción es el refugio de los abusadores”
En su declaración televisiva, Aleart se refirió también a la situación de su causa judicial, donde se encontró con un factor que le impidió la concreción de Justicia: la prescripción. “Una fiscal decidió imputar al responsable, llevarlo a audiencia imputativa y la Justicia de la provincia de Santa Fe dijo que todo lo que pasó es creíble y fundado pero que está prescripto y por lo tanto el abusador está libre. El Estado reconoce lo que pasó pero no puede hacer nada”, dijo el periodista.
La prescripción es un instituto jurídico por el cual transcurrido determinado tiempo de ocurrido un delito, sino se realizó una denuncia o no se activaron las instancias judiciales correspondientes, la sentencia ya no es aplicable, es decir, el delincuente ya no puede recibir condena, aunque eso no implique la ausencia de delito. En el caso del abuso de menores, las normas respecto a la prescripción en la Argentina fueron modificándose.
En principio, el Código Penal de la Nación establecía que la víctima de un abuso tenía hasta 12 años para iniciar un proceso judicial desde el momento del hecho. Pero en 2011, la llamada Ley Piazza, impulsada por el diseñador de moda Roberto Piazza, estableció que el período de prescriptibilidad era de 12 años a partir de que el menor denunciante cumpliera los 18 años.
La Ley Piazza sancionada en 2011 es una de ellas. El famoso diseñador de ropa fue el impulsor de la norma. A partir de este cambio, el período de prescriptibilidad de 12 años comienza a contar desde que la persona cumple los 18 años, y no desde el momento en que se consumó el delito.
En 2015, en tanto, se aprobó la llamada “Ley de Respeto de Tiempos de las Víctimas”, que plantea que el plazo para la prescripción debe comenzar a contarse desde el momento en que la víctima decide realizar la denuncia. Pero, lo que ocurre con estas dos normas es que solo pueden aplicarse para los delitos de abuso cometidos antes después de 2011, para la Ley Piazza y después de 2015 para la última norma modificada. Si los hechos ocurrieron antes de esas fechas, entonces la justicia considera las causas se consideran.
“La prescripción es el refugio de los abusadores”, sentenció Aleart en De 12 a 14 y contó que su causa pasó a la Corte Suprema de Justicia de la provincia de Santa Fe. El abogado que está en esta causa junto al periodista es Fernando Soto, abogado del Ministerio de Seguridad de la Nación, cuya ministra es Patricia Bullrich. Aleart indicó que esta funcionaria le brindó un importante apoyo en su difícil situación y le prometió trabajar para cambiar la prescripción en estos delitos.
—¿Qué impresión te da saber que la primera instancia justicia dijo que tu causa estaba prescripta?
—Es muy injusto, profundamente doloroso que exista la prescripción para las víctimas de abuso. Esto tiene que cambiar. Les pido por favor a todas las organizaciones, fundaciones, espacios políticos, legisladores, que trabajen para terminar con la mierda de la prescripción. Para mí existe una sola grieta que es la que divide a los que defienden y protegen a los abusadores de aquellos que quieren defender, ayudar y proteger a los niños que fueron abusados.
“Hay que hablar”
—En tu rol de periodista, ¿qué te pasaba cuando te tocaba presentar o informar sobre una situación de abuso?
—Cada caso es distinto. Pero cuando cubría o conducía y había móviles en vivo y veía las salas donde yo había ido a declarar, me angustiaba. Era muy angustiante hablar de casos de abuso mientras todo eso estaba adentro mío.
—Volviendo a tu testimonio, ¿esperabas semejante repercusión?
—No, realmente es impresionante, y también la cantidad de mensajes que recibí, estoy muy agradecido. Sentí mucho cariño, también de mis compañeros de trabajo, que han sido muy cariñosos conmigo.
—¿Cómo va a ser tu vida de aquí en más?
—Deseo que sea en libertad. Que pueda disfrutar de la vida plenamente, formar una familia con la mujer que amo, disfrutar todo lo que haga en la vida en todos los ámbitos. Recuperar la sonrisa y seguir adelante.
—¿Qué mensaje tenés para aquellos que sufrieron situaciones similares a la tuya?
—Lo que deseo es que esto ayuda a mucha gente a que hable, que cuenten si fueron abusados, que se saquen la basura de adentro, que denuncien a los abusadores, que el silencio es el mejor aliado de los abusadores. Hay que hablar. Lo que viene después es un alivio gigante. Ojalá con mi mensaje pueda ayudar a mucha gente.
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