Poco a poco, París reanuda sus actividades. Y si bien a fines de mayo el gobierno francés decidió levantar paulativamente la cuarentena tras dos meses de confinamiento, Juan Imhoff (32) y Natacha Eguía (28) dicen que recién ahora sienten haber recuperado cierta normalidad. El rugbier argentino –que se instaló en Francia en 2011 tras fichar para Racing Métro 92– ya retomó los entrenamientos. “La rutina es distinta, tenemos que cumplir protocolos. Nos testean dos veces por semana, vamos al club en grupos muy reducidos y se desinfecta antes y después del entrenamiento. Es entendible todo porque el rugby es un deporte de contacto”, dice el wing, considerado uno de los mejores del mundo.
En el plano personal, en septiembre del año pasado, Natacha y Juan cumplieron el sueño de ser padres. Y así empieza el reportaje, con el nacimiento de Bastian.
Natacha: La historia es bastante tragicómica. El único día en el que íbamos a estar realmente complicados para que Bastian llegara entré en trabajo de parto. [Risas]. El 15 de septiembre pasado, a Juan justo le tocaba jugar en otra ciudad y recién volvía a la noche. Con el calendario en la mano nos dijimos: “Bueno, que nazca cuando quiera, menos ese domingo”. La cuestión es que él estaba en el partido y yo en París con mis papás y, de repente, empecé a tener contracciones fuertes. Me lo tomé con mucha calma pensando que se me iba a pasar, pero como cada vez eran más intensas, nos fuimos al hospital y nos confirmaron que esa noche o a más tardar en la madrugada, nacería. En ese momento me desesperé. Eran las seis de la tarde, Juan estaba en pleno partido y no iba a llegar antes de medianoche. Le mandé un audio, muy tranquila, contándole que estaba todo bien, pero que iba a nacer nuestro hijo.
Juan: Terminamos el partido y escuché el mensajito: con esa voz tranquila de ella me di cuenta de lo que estaba pasando. Les avisé a mis compañeros para ver la posibilidad de salir cuanto antes para París. Y en eso llegó al vestuario el presidente el club y me dijo: "Juan, agarrá tus cosas que nos vamos". Yo salí como estaba, sin bañarme, con pasto en el pelo. Me llevaron en un avión privado desde Toulón y a las ocho de la noche ya estaba al lado de Natacha. Por suerte, Basti nació a la madrugada.
–¿Cómo vivieron la cuarentena con un bebé de seis meses?
Juan: Supimos aprovechar el tiempo para adaptarnos a la nueva rutina del bebé, tratar de educarlo y de imponerle ciertos hábitos para que cuando terminara el aislamiento, estuviéramos más organizados.
Natacha: El gran tema fue el sueño. Ese fue nuestro principal objetivo con Basti: queríamos que durmiera seis horas de corrido. En ese momento nosotros no dormíamos casi nada... Hicimos todo para lograr pasar la noche de un tirón.
Juan: Y lo logramos. [Risas].
–¿Qué descubrieron durante el encierro?
Natacha: Yo descubrí que mi marido es un fanático de la limpieza, le apasiona pasar la aspiradora y cosas por el estilo, ¿no?
Juan: Sí, la verdad es que soy un poco loco con la limpieza, pero bueno, entiendo que ahora con un bebé todo es mucho más difícil de sostener. Al principio fue una locura; Basti desarmaba, Natu desarmaba atrás y yo venía rearmando lo que ellos dejaban en el camino. [Risas]. Así como soy un loco de la limpieza, Natu es una genia cocinando. Ella me ayudó a romper de a poco la dieta sin volverme loco, preparando platos fit muy buenos…
Natacha: La verdad es que nos hizo bien estar más tiempo juntos. En el momento más difícil, aprendemos a ser papás.
Juan: Para mí fue muy especial porque pasé de estar unas horas por día con mi hijo a poder disfrutarlo 24 horas seguidas. Estoy muy feliz de haber podido vivir eso con él. Amo mi profesión, pero me doy cuenta de que también me hace dejar mucho de lado.
–¿Piensan formar una familia grande?
Natacha: Cuando Basti tenía dos meses, Juan ya me hablaba de la importancia de darle un hermano. Él tiene cinco hermanos y yo soy hija única.
Juan: Pero negociamos.
Natacha: Negociamos y quedamos en un número más bajo que seis. [Risas]. Hoy pensamos que sería muy lindo tener tres hijos, y seguramente serán seguidos y pronto.
–¿Tienen planes de volver a Argentina?
Juan: Esa es una pregunta que nos hacemos todo el tiempo. Siempre tenemos presente a nuestro país y soñamos con vivir allá. Pero ahora con un hijo, nuestras prioridades son otras y, sin ser egoístas, queremos poner el foco en su futuro. Estamos trabajando para eso y ver de qué manera, con el tiempo, podemos acercarnos al lugar que amamos.
–A pesar de haberte quedado fuera del seleccionado nacional, ¿sigue intacto el sueño de jugar con los Pumas?
–El sueño está intacto siempre, todos los días. Es lo que uno más quiere: jugar para Argentina. Si bien implica una responsabilidad enorme, a mí me gusta tomarla. Lejos de la tristeza, trato de vivirlo como un desafío. Es la motivación diaria que necesito para seguir empujando y no bajar los brazos. El rugby me enseñó el sentido de pertenencia, de sacrificio y el amor por lo que uno hace. Me gustaría que Basti haga lo que más le gusta; con la misma pasión y dedicación que yo pongo en el rugby.
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