La casa de valor arquitectónico y patrimonial es un secreto barrial que pocos conocen: a través de misteriosos túneles, galerías imponentes y un salón de fiestas impactante puede contarse su historia
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El barrio porteño de Villa Devoto tiene una joya oculta a la que pocos han ingresado. Se trata del Seminario Metropolitano de la Inmaculada Concepción que ocupa cuatro manzanas del coqueto enclave ubicado al noroeste de la ciudad y al que se puede visitar regularmente a través de las visitas guiadas que realiza Diego Cabales, fotógrafo, docente y un empecinado investigador de las curiosidades de la zona: “Es la primera megaestructura de Villa Devoto, aunque aún hoy no sé si hay muchos edificios de esa envergadura en la ciudad”, sostiene Cabales, quien lidera los recorridos de una hora que permiten acceder a datos históricos, información arquitectónica y curiosidades de este enorme palacio en el que se forma a los aspirantes a sacerdotes.
“Aquí estudió dos años Jorge Bergoglio”, recuerda Cabales. Sin imaginar que décadas después se convertiría en el Papa Francisco, el joven estudiante que recibió el llamado vocacional cursó la primera parte de sus estudios, antes de viajar a Chile para concluir su formación junto a los Jesuitas. Hoy, el Cardenal Mario Aurelio Poli, Arzobispo de Buenos Aires Primado de la Argentina, cuenta con una austera habitación que utiliza para pequeños retiros, momentos de lectura, meditación y oración. Minutos antes de la llegada de LA NACIÓN a los claustros sagrados de Villa Devoto, Poli había transcurrido buena parte de ese sábado soleado e inspirador dentro de este edificio en el que se respira otra atmósfera, como si el tiempo cobrase una dimensión diferente.
La “Chacrita de los Colegiales”
Como aún la zona conserva buena parte de sus casas bajas, a cierta distancia ya se puede percibir la fachada exquisita del enorme edificio de la calle José Cubas al 3500, altisonante y erguido, se destaca por sobre el resto de las construcciones en esas manzanas arboladas, oasis pleno en un barrio que se hace llamar “el jardín de Buenos Aires”. Por 1888, Antonio Devoto, un acaudalado inmigrante italiano, adquirió las tierras que hoy forman parte del barrio que lleva su nombre con la intención de fundar una villa. El 30 de septiembre de ese año, el ingeniero Carlos Buschiazzo realizó el trazado de la zona y el 13 de noviembre se inauguró la estación del hoy denominado Ferrocarril San Martín. “Cuando se inauguró el Seminario, ya circulaban las dos líneas que hoy atraviesan el barrio”, sostiene Cabales.
En los tiempos en los que se erigió el monumental edificio, el Ferrocarril San Martín contaba con una parada coqueta, como eran las estaciones de aquellos tiempos. En cambio, el Ferrocarril Urquiza solo disponía de apeadero rodeado de basurales. Mientras que la primera línea conectaba el alejado barrio de Devoto con el centro de la ciudad, la segunda solo llegaba hasta Chacarita o la “Chacrita de los Colegiales”, como se llamaba a aquella zona hoy definida por el Camposanto y que era el lugar de recreación de los estudiantes. A fines del siglo XlX, Devoto no podía considerarse una zona rural, aunque la mayoría de sus manzanas estaban despobladas.
Mirar a Europa
El estilo del imponente edificio es ecléctico, con reminiscencias italianas: “En la época en la que se construyó, se buscaba que los nuevos edificios no tuvieran inspiración colonial. La generación del ´80 va a abolir todo aquello que se vinculase con las construcciones de principios del siglo XlX”, sostiene Cabales, quien, además, es el responsable de la publicación digital @revistadevoto. La construcción del Seminario comenzó en 1897, tiempos en los que el “progreso” y las aspiraciones europeizantes denostaban el estilo imperante que tenía que definía los orígenes del país y su identidad.
El seminario puede ser considerado dentro de la categoría de palacio, definición a la que se llega no por sus lujos, sino por sus dimensiones ampulosas. “Hoy parecería una locura y recibiría grandes críticas que la Iglesia construyese algo así, pero, en ese tiempo, todo lo público tenía estas características, incluidas las estaciones de trenes”, dice Cabales.
Uno de los fundamentos en torno a lo inabarcable del lugar tenía que ver con su finalidad religiosa. En la época, se justificó su envergadura en que la casa de estudios estaba destinada a formar personas que iban a hablar con Dios, razón que avalaba el tamaño del edificio.
Espacios
El Seminario se puede disfrutar por sectores, las visitas guiadas recorren buena parte del predio, aunque no invaden la privacidad de los seminaristas que allí residen. En el ingreso mismo, el inmenso recibidor es una síntesis de lo pomposo del lugar. Las baldosas originales hablan de una época y de la calidad de los materiales con que se construía.
En el inicio del paseo, el primer lugar a conocer es el Salón de Fiestas, acaso el lugar más coqueto de todos los que se visitan. Con una platea y un escenario con telones que envidiaría más de un empresario teatral, la sala deslumbra con sus arañas y mobiliario original. El techo es toda una curiosidad ya que fue realizado bajo la técnica denominada “artesonado”, consistente en chapas pintadas que dan una sensación de refinamiento, aunque no se trate de materiales costosos.
En una especie de pullman, aún se conservan los proyectores de cine originales que se utilizaron a comienzos del siglo pasado. Durante algún tiempo, el salón de actos fue utilizado como sala pública y hasta antes de la pandemia del Covid, los colegios de la zona organizaban allí sus actos escolares.
Otra de las joyas que se pueden descubrir es la biblioteca con incunables originales. Se trata de un enorme salón atiborrado de libros, la mayoría de temática religiosa e histórica, cuyo silencio promueve a la lectura concentrada de los estudiantes. Un sector no apto para la visita pública contiene ejemplares antiquísimos resguardados a luz, humedad y temperatura ambiente adecuada para su conservación.
Cuando el visitante ya se familiarizó con el lugar, y luego de recorrer enormes galerías desde las que se observan las ventanas de las habitaciones donde pernoctan los seminaristas, se desciende a los sótanos del palacio, en busca de aquellas huellas históricas camufladas en oscuridades y polvo, un verdadero viaje en el tiempo.
Uno de los atractivos de estas bóvedas aparece sorpresivamente en medio de las sombras: “Se puede observar un carruaje que, a pesar de presentar la madera comida por las termitas, su estructura está intacta. Es una calesa que tenía una capota, lugar para 2 pasajeros y 1 cochero que dirigía a dos caballos”, describe el estudioso encargado de guiar a los visitantes. El vehículo luce sobredimensionado en esos espacios de techos alcanzables bajo el nivel de la calle. Los interminables pasillos de los sótanos le otorgan un aura misterioso al lugar. Y si bien llega el sonido de algunos pájaros, prima el crujir de cañerías y el paso con eco de los caminantes.
Más angeladas son las galerías de la planta baja y los pisos superiores, pletóricos de luz. Imágenes religiosas y una vegetación abundante generan un clima de recogimiento que se contrapone con el bullicio de la ciudad, aunque el barrio acompañe en ese tiempo más pausado.
De ayer a hoy
“En 1930, al edificio le hicieron modificaciones que rompieron con su estilo original y su concepto arquitectónico. A través del tiempo, cada administración lo fue adaptando a sus necesidades”, dice Diego Cabales, quien recuerda tiempos en los que la Iglesia sufría atentados en sus propiedades, razón por la cual el Seminario debió cubrir sus enormes tres puertas de madera sobre la calle José Cubas: “En la época de la Revolución Libertadora se tapiaron las puertas principales para proteger el lugar”.
La construcción del Seminario demoró tres décadas debido a las limitaciones económicas para poder concluir las obras con mayor celeridad. Ceci y Micheluzzi fueron las constructoras a cargo de erigir el imponente edificio: “Cuando el arquitecto presupuestó la construcción del edificio, los religiosos solo tenían la mitad de ese dinero, pero, a su vez, casi la totalidad de ese importe fue a parar a la compra del terreno de 4 lotes. El Estado aportó dinero, pero no demasiado. Se terminó de construir en 1928 y algunos de los fondos fueron donados por Mercedes Castellanos, quien hacía obras de beneficencia”, dice el fotógrafo Cabales, un experto en husmear con su foco los valiosos secretos de Buenos Aires.
Que la Iglesia se interesase por este inmenso predio fue una buena noticia, ya que el loteo de Villa Devoto no había tenido la repercusión que se esperaba, razón por la cual los religiosos pudieron acceder a un valor preferencial. Debido a la falta de demanda, muchos terrenos de la zona fueron vendidos a los empleados del Banco Inmobiliario. La llegada del Seminario le dio un gran impulso al barrio.
El Seminario de Villa Devoto fue el primer edificio construido especialmente para cumplir con su finalidad educativa. Desde la época del Virreinato, diversos espacios habían sido adaptados para albergar a los docentes y futuros sacerdotes, pero fue el Inmaculada Concepción, la primera casa de estudios con edificio oficial.
Diego Cabales, todo un estudioso en cuanto a las estadísticas en torno al Seminario, recuerda que “cuando se inauguró fue habitado por 160 personas, en la década del ´30 llegó a 400, de las cuales 370 eran seminaristas. Hoy el edificio es habitado solo por 70 personas, marcando la curva descendente que se inicia en 1955, cuando aparecen los ataques a los elementos sagrados y muchas deserciones”.
Recorrer el Seminario Metropolitano de Buenos Aires es inspirador para aquel visitante que decide hacer una pausa en la vorágine de la ciudad y sumergirse en un universo de tiempos pausados y reflexivos, más allá de la religión profesada. En el corazón de Villa Devoto, la religiosidad invita a la introspección.
¿Cómo y cuándo recorrerlo?
Próxima visita: 25 de septiembre desde las 9 horas.
Cupo máximo por grupo: 15 personas.
Duración de cada recorrida: 60´
Los tickets comprados con anterioridad tienen un valor de $700. Los adquiridos en el Seminario el día de la visita sufren un adicional de $100.
Boletería e informes: http://estudiopublica.com.ar/salidas/
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