Jorge Lanata: "La generación del 70 nos arruinó la vida"
En una revisión sin concesiones de su pasado familiar y mediático, el periodista que bautizó “la grieta” dice que la división “es lo peor que nos pasa” y que “tardará en cerrarse”. Cuestiona al gobierno de Macri, al que votó, y afirma: “Si puedo dar una mano para que el kirchnerismo no vuelva, lo voy a hacer”
Como mi mamá sufrió un tumor cerebral a los 40 años, yo pensaba que era muy probable que a mí también me sucediera algo así al llegar a esa edad. Por eso me apuré. El nuevo libro de Jorge Lanata, 56 (Sudamericana), donde repasa su prolífica trayectoria en el periodismo gráfico, es el testimonio de una carrera contra el tiempo. A los 26 años, 14 antes del número fatídico, Lanata ya había fundado Página/12.
¿Podrías contar qué son esas dos espadas? [el entrevistador señala un adorno colgado en una de las paredes de su escritorio]
Las dos espadas que me regaló un tipo al que yo quería mucho y se murió, José Töpf, que fue mi psicólogo durante ocho o diez años. Antes de morirse citó a dos o tres de sus pacientes y se despidió regalándoles algunos objetos suyos. Nunca me pasó algo así con alguien. Más allá de que me pareció muy triste, también creo que fue muy sano tener esa despedida. [se queda pensando] Yo siempre creo que la realidad es más simple de lo que la vemos, pero nosotros la complicamos. A veces es 1, 2, 3 y nosotros nos ponemos a sacar la raíz cuadrada. Yo lo hablaba con él y él me decía que también pensaba eso.
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Desde hace seis meses Jorge Lanata oscila entre dos pensamientos: por momentos reafirma que la vida es más simple de lo que se piensa. Y por momentos siente que su vida es un “delirio”. “¡Mi vida fue un delirio! Yo me entero ahora de que soy adoptado. Y me adopta una familia cuya madre se enferma durante 40 años. No me adoptó una familia normal, ¿me entendés?”.
En un distinguido camarote ubicado en la proa de ese barco imaginario que es el edificio Kavanagh tuvo lugar la siguiente conversación:
En 2001, en una entrevista que le hiciste a Charly García en aquel programa llamado La Luna, empezabas la nota de una manera simple: “Charly, cumpliste 50”. Quisiera usar esa fórmula: “Cumpliste 56”. Además de tu edad, el título del nuevo libro.
A varios libros y cosas periodísticas que hice en mi vida les puse números y siempre intenté buscar el significado. En la quiniela el 56 es la caída, no me gustaba. Entonces tomé el I-Ching y la Cábala y tienen otro sentido completamente distinto: ambos dicen que hasta los 55 es una vida y de los 56 en adelante es otra.
¿Cuál será la que viene?
Quién sabe. Siempre me pregunté dónde estaría en mi próximo cumpleaños, jugaba a marcarlos en las agendas. Y siempre me sorprendió dónde me encontró. Yo era de Sarandí, de una época donde había que “vestirse bien” para venir al centro. Mi ideal era alquilarme un departamento, laburar en Siete Días y vivir solo. Y eso lo logré a los 16 o 17, mucho antes de lo que pensé. O sea: lo que me pasó de Siete Días para arriba no me lo imaginé. Estoy superamortizado. ¡De verdad, yo nunca tendría que haber hecho dos diarios, ni revistas! Yo no fui periodista para conocer el mundo sino para entrar al mundo. Y conocí cosas, lugares y gente que no hubiera soñado jamás.
¿Cómo se define ese mundo al que no podías entrar?
El mundo de los del centro porteño, de los tipos importantes, poderosos, ricos.
Tu padre no estaba feliz con tu decisión de ser periodista. Sin embargo tuvo dos gestos: cuando eras menor de edad te firmó el contrato para que pudieras trabajar en la radio. Y muchos años después, cuando ya estaba mal de salud, en el hospital descubriste que tenía guardado un ejemplar de Página/12.
Eso para mí fue muy impresionante, muy lindo. Aunque él hubiera querido que yo hiciera derecho, en algún punto estaba orgulloso de lo que yo era. Vengo de un lugar donde la gente se comunicaba apenas un cinco por ciento de lo que se comunica hoy. Mi papá me llevó a comer una sola vez en mi vida, a una pizzería en Sarandí. Mi vida fue un delirio. Yo me entero ahora de que soy adoptado. Y me adopta una familia cuya madre se enferma durante 40 años. No me adoptó una familia normal, ¿me entendés? Una locura, eso me marcó toda mi vida.
De hecho vos contás que una vez tu madre... Esperá: ¿cuando yo te digo “tu madre”, ¿a quién me estoy refiriendo?
Ahora estoy más acostumbrado. Si me lo hubieras preguntado hace dos o tres meses te hubiese dicho que no lo sabía. Hablamos de Angélica, de la que se enfermó, de la que vivió conmigo. De mi mamá.
¿Cómo fue la enfermedad de Angélica?
Cuando yo tenía cinco años sufrió un tumor cerebral que le inhabilitó toda la parte derecha del cuerpo. Quedó sentada en una silla sin poder hablar, sólo decir “sí” o “no”, o hacer sonidos, pero no formar palabras. Igual por esas cosas increíbles que pasan, nos comunicábamos por la mirada, por abrazos. Por su enfermedad yo viví muchos años con mi tía, que fue como mi segunda mamá. O también otra mamá. [sonrisa agridulce] En cambio de ninguna tuve dos.
Naciste en 1960 y quizás en el 76 o 78 no tenías la edad suficiente. ¿Hubiera sido una opción sumarte a una organización armada como Montoneros?
Era muy chico así que es difícil saber. Pero hay algo de la idea de secta que yo rechazo, no podría haber estado en un lugar donde me dieran para estudiar moral y proletarización, o si salías con otra mina tenías dos semanas en la cárcel del pueblo. No me gusta, no soy un fanático.
A veces cuando uno escribe un libro está, en el fondo, dirigiéndose a alguien. ¿A quién le hablás en 56, donde le dedicás tanto espacio a la fundación de Página/12?
En Página hicimos cosas que después yo tuve que inventar la definición, porque no existían. Pero también fue importante desde el punto de vista humano. Fue muy lindo y muy desgastante. Muchos tipos a los que yo había llevado al diario, cuando a Página lo compra Clarín, me terminan censurando durante 10 o 15 años. Mirá, cuando 56 todavía era una fantasía, yo venía con una mochila y pensaba que contaría todo con detalles. Cuando me senté sólo puse un 10 por ciento de lo que quería poner. Al principio me sentí un boludo. Pero también pensé: tal vez lo peor que les puedo hacer a ellos es no ponerlos.
¿Página era la parte más pesada de la mochila?
En gran parte sí, porque una cosa es pelearte con el afuera y otra con el adentro.
¿Cómo es eso?
En un momento yo digo que la mejor manera de perder un amigo es darle laburo. Hay cosas que no sé por qué me pasaron en la vida, pero me pasaron. Por ejemplo, yo no envidio. A lo mejor porque soy ególatra o porque no tengo tiempo. Con Página me empecé a dar cuenta de eso, de que la gente me envidiaba.
¿Y cómo operaba en vos esa envidia?
Es muy rara la sensación porque conmigo hay un microclima [se refiere al microclima periodístico]: me quieren y me odian. Y a veces por los mismos motivos. Imaginate: un tipo está en la casa con su familia, a la que les dijo que, periodísticamente, tal cosa no se puede hacer. Y prende la tele y me ve a mí haciéndolo. Es lógico que ese tipo me odie y también es lógico que me quiera, porque él quiso hacerlo. Ese tipo de relaciones las tengo con mucha gente del microclima. Escuchame, ¡el año pasado han llegado a decir que Lanata no es periodista! ¡Lo único que no se puede decir de mí es que no soy periodista, si es lo único que soy! ¿Cómo puedo explicar una declaración así, si no es por la envidia? Me la paso discutiendo con tipos que no hicieron ni el diez por ciento de lo que hice yo.
¿Cuánto te pesa lo que opine el “microclima”?
Cada vez menos. Lo que más me interesa es que me reconozca y valore la gente común. Y eso me pasa. Lo que me cuesta aceptar, aunque finalmente con los años te diría que ya lo acepté, es lo miserable de aquel tipo que piensa que debería estar conduciendo él y no vos. Y al que la novia le dice Lanata es un imbécil.
Siempre se dijo que Página/12 era un diario “progre”. ¿Qué significa esa palabra?
La palabra progre se fue desdibujando cada vez más. Para mi Página dejó de salir hace mucho, es una mueca de lo que fue. No puede ser un diario vinculado al poder. El sinónimo de Página es libertad, no es obedecer. Nació como un espacio pluralista donde realmente había de todo. Hoy tengo más diferencias que antes con [Horacio] Verbitsky, pero no quiere decir que antes no las tuviera. De hecho, en ese momento, tenía grandes diferencias con la generación del 70, y ahora tengo más. Entre otras cosas porque tengo 56 y no soy igual que a los treinta. Por suerte cambié, gracias a Dios. Si no, me tendría que pegar un tiro.
¿Vos creés que algunos no cambiaron?
Yo creo que la generación de los 70 nos arruinó la vida. Realmente nos cagó la vida. Nos mintieron. Lo hablé con muchos de ellos en términos nada lindos. Con [José] Saramago, un día en una comida, acá, donde estábamos con él, con [Manuel] Vázquez Montalbán y Martín Caparrós. Yo les pregunté: ¿por qué nos mintieron?
¿Quiénes mintieron y en qué sentido?
Los que nos decían que los chicos pioneros en La Habana estaban ahí levantando el puño y diciendo: Seremos como El Che. Los Montoneros, el ERP, los que sean. [Ernesto] Sabato decía que, durante tu vida, vas pasando por diferentes etapas, pero al final todo se divide en una lucha entre el bien y el mal. Yo llegué a esta pregunta: ¿Soy capaz de dispararle a un tipo desarmado en un sótano? Mi respuesta es no. ¿Y Verbitsky? Verbitsky sí. Es ésa la diferencia. Todo lo demás es anécdota. Yo estaba ahí. Página jamás fue un diario que reivindicara la lucha armada.
¿Recibían fondos del MTP, Movimiento Todos por la Patria, de Gorriarán Merlo?
Tenía fondos del MTP, al comienzo, durante el primer año.
¿Y?
Los tipos eran un partido político, legal, tenían una revista, jefe de prensa, no estaban clandestinos. Y tampoco me llamaban de todos lados para ofrecerme guita para poner el diario. Fue lo que conseguimos y después tuvimos que sobrevivir pidiendo plata en cualquier lado, sea una cueva o un distribuidor. Pero si a mí no me condicionaban lo que tenía que poner... yo quería hacer un diario. Y no estaba haciendo nada que estuviese mal o fuese ilegal.
Quiero retomar lo de los años 70. ¿Vos creés que muchos de los que integraron las organizaciones armadas y esa generación piensan igual que entonces?
Sí y por eso existió el kirchnerismo. ¿Qué consolida al kirchnerismo? Que ellos ven que es el último tren. Que se mueren. La generación de Horacio González y toda esta gente.
La Conferencia Episcopal Argentina puso en marcha una propuesta de "reconciliación". ¿Cuán posible la ves?
Yo insisto en que la grieta es lo peor que nos pasa y va a tardar en cerrarse. Es lo más difícil de superar. Hasta ahora tengo razón porque todos quieren dejar de hablar, pero nadie deja de hacerlo.
Supongo que el kirchnerismo pensará que vos colaboraste a excavar la grieta.
¿En qué sentido?
Vos estabas en uno de los lados.
Obvio. Si vos mirás bien, te darás cuenta de que nosotros hemos tenido demasiado prejuicio con el peronismo. Para ser políticamente correctos no hablamos mal del peronismo cuando tenemos ganas.
¿Cómo es eso?
Tenemos que poder hablar con libertad del fascismo que tuvo el peronismo, del apoyo a los nazis durante el peronismo, de la censura durante el peronismo, sin sentirnos culpables.
¿Hay un dispositivo moralizante que genera censura?
Claro, y muy bien armado por el peronismo. Y con eso cubren todo lo demás. A ver: ¿usted es antikirchnerista? Sí, claro que sí. ¿Y haré todo lo posible para que el kirchnerismo no vuelva? Sí. Pero eso no quiere decir que vaya a inventar una nota para que no vuelvan. Ahora, si yo puedo dar una mano para que esto no pase, lo voy a hacer.
¿Para que no vuelva el kirchnerismo?
Sí, claro, obvio. Creo que sería volver para atrás 20 años. Sería un desastre. Vos no podés hacer política en un mundo que ya no existe más, cuyos aliados eran Venezuela e Irán. Es una locura. Hoy parece que nos hubiéramos despertado de un mal sueño, ¡pero fue raro que fuera tan largo y no nos despertáramos antes! Evidentemente algo kirchneristas somos porque si no, no hubiera pasado. Mirá la época de la dictadura: había mucha gente que estaba de acuerdo y mucha otra que no, pero que no hicieron nada para sacarla hasta muy tarde. En otros países sí hicieron, como los cacerolazos de Uruguay o la Iglesia brasileña que estaba en contra. Hicieron más cosas que nosotros. Acá de la dictadura se salió más que nada por Malvinas, ni siquiera por nosotros. Creo que llevamos mucho tiempo autoengañándonos y eso se tiene que terminar. Digamos la verdad: ¿estás en contra de tal cosa? Sí, estoy en contra.
¿Vos hiciste “periodismo de guerra”?
No, yo siempre hice el mismo tipo de periodismo y tuve peleas con todos los gobiernos y creo que eso habla bien de mí. Estuve contra [Carlos] Menem e incluso [Raúl ] Alfonsín me echó de la quinta de Olivos durante un desayuno.
¿Y cómo te parás frente a [Mauricio] Macri?
Yo voté a Macri, nunca lo había votado antes. Pero no sé si volveré a votarlo, dependerá de las circunstancias. Yo no soy de Cambiemos. A nivel personal tengo con Macri un diálogo buenísimo porque él se banca lo que pienso, no le hablo pensando que estoy ante el Presidente sino frente al que conozco hace treinta años. Eso es bueno. Publiqué varias notas en contra de Macri y lo critiqué por cosas que realmente creo que estaban mal. Macri podría haber hecho una multipartidaria para hacer un ajuste más sensato y que no caiga sobre los sectores más pobres y no lo hizo y ahora se le pasó el momento. Cuando asumió no dijo que estábamos quebrados y debería haberlo dicho porque la bomba nunca explotó. Entonces a la gente le contaron que había una bomba. No es lo mismo.
¿Qué otro problema señalarías?
Lo otro que me desilusiona es que Macri no está atacando las enfermedades fundamentales de la Argentina. Por ejemplo, que el país gasta más de lo que gana. Ahora la guita la pedimos afuera, pero sigue pasando. Eso tiene que ver con que Macri no es un líder político, es un dirigente. Discutí mucho con él en privado sobre las demandas de la gente y las acciones del político. Él cree que no hay que poner en agenda más que las demandas manifiestas de la gente y yo pienso que es totalmente al revés.
¿Cuál sería una de esas demandas no manifiestas?
Sentarse y decir que los números no cierran. Hagamos una mesa en la que todos pierdan. ¿Seríamos capaces? Subamos de 30 a 50 el impuesto a las ganancias. Pero también terminemos con las corporaciones de los gremios, con los subsidios a los textiles, es decir, perdamos todos.
¿Eso sería un ajuste, una reestructuración? ¿Cómo lo llamarías?
Yo creo que sería empezar de vuelta, es un game over en un país donde los números no cierran. ¿Cuánto tiempo vamos a poder vivir así?
¿Qué error debería cometer el Gobierno para que vos le quites la confianza en forma definitiva?
Mirá, yo esto lo dije al aire: bastante paciencia le estamos teniendo los medios a Macri.
¿A qué te referís?
Con otro gobierno, por cosas mucho menores, ya hubiésemos saltado. Y en el caso de Macri todo el mundo está más tranquilo buscando cómo lo justifica.
¿Hay un tratamiento mediático más suave hacia Macri que hacia los K?
Con respecto a los K, sí. Y me parece bien que lo haya porque son cosas distintas. Una cosa son los tipos tirando bolsos con plata por arriba de una iglesia y otra cosa son estos metiendo la gamba por una estupidez. En los errores de estos tipos también hubo muchísimo de idiotez, entonces decís, bueno, dejalo pasar. Yo hasta hace unos meses pensé que el Gobierno iba a perder en octubre. Después de la marcha del 1° de abril creo que el estado de ánimo cambió bastante y que si no se mandan ninguna cagada, ganan. Por poco, pero ganan.
Hablemos de Lilita Carrió. ¿Ves riesgo de ruptura con Macri?
Después de las elecciones, sí. Antes no. Ahora está pasando una cosa muy loca: Lilita está acusando a gente ubicada al lado de Macri como [Ricardo] Lorenzetti, que no será amigo pero es el presidente de la Corte Suprema. Macri hace como que no escucha y ella insiste. Me pregunto cuánto tiempo puede mantenerse una situación tan irreal.
Carrió no pide consejos. ¿Y si te pidiera uno?
Ella no pide consejos pero le diría que fundamente cada una de las denuncias que hace. Y que no ataque de a cinco a la vez. Atacar a todos es no atacar a nadie. Yo la quiero a Lilita y siempre digo que es ecológica en la política argentina: hace falta como el agua, podrá haber mucha o poca pero tiene que estar.
Y finalmente hablemos del gran enigma que planteás en el comienzo de tu libro: las manos con largos dedos de pianista de tu hija mayor, Bárbara. ¿De quién las heredó, ya que a las manos de Angélica no se parecen?
[risas] Ah... Sobre mi revelación de que soy adoptado prefiero no hablar. Ya te respondí un par de preguntas. Esto no es para que lo pongas. O sí, ponelo, me da igual: encontré gente cruel diciendo que lo decía para ser famoso. Lo último que necesito en la vida es ser famoso. Me duele que haya hijos de p... hablando así. Ya abrí todas las puertas posibles mostrándome, casi que me trasplanté en vivo por televisión. ¿Qué más tengo que dar? Además todavía no sé qué voy a hacer con lo de la adopción. Si me preguntás si voy a buscar [a sus padres biológicos] hoy te diría que no, pero no sé si es definitivo.
El periodista de las mil investigaciones al que le falta una decisiva.
Claro. Pero a la vez pienso: Y, no, ¿a esta edad? No, ya está. Empecé yo. Esa dinastía empezó conmigo. ¿Y qué había antes? Nada, no me importa.
Alfredo Casero vivió una situación similar. Cuando le preguntaron si el descubrimiento lo modificaba en algo, dijo con contundencia que no. ¿A vos te podría generar alguna relectura de tu historia?
Es que me agarra muy grande, no me pasó a los 20. Tengo 56 años y ya sé quién soy y qué quiero.
De manera que creés que no vas a investigar.
Lo más probable es que no. Ya está. A veces las cosas pasan porque tienen que pasar. Y no sé si conviene cambiarlas.
1960
Nace y es dado en adopción, algo que recién conoció el año pasado. Su madre adoptiva es Angélica
1975
Con sólo 14 años empieza a trabajar en Radio Nacional redactando cables para su noticiero
1978
A los 17 escribe para Siete Días, cumpliendo uno de los sueños de su juventud. El otro era alquilarse un departamento
1987
A los 26 años funda el diario Página/12, uno de los medios más influyentes de la década del noventa
1998
Lanza la revista Veintiuno, que luego se llama Veintidós y, finalmente, Veintitrés
2008
Crea el diario Crítica de la Argentina, un proyecto que se truncó rápidamente
2012
Se emite por primera vez PPT, Periodismo Para Todos, por Canal 13, su ciclo televisivo más exitoso
El futuro
El próximo 9 de julio vuelve PPT a la televisión. "Habrá mucho más artística, volveremos a las imitaciones de los políticos que estarán divertidas, habrá un equipo nuevo que todavía estamos viendo quiénes serán", anticipa Lanata. "Además, empezaremos a grabar con Juan Campanella un documental sobre los años 70", agrega