La silla BKF se ha convertido en un símbolo del diseño nacional. De estabilidad incierta y promesas de sueños amables, el asiento mariposa se mantiene vigente a fuerza de su simplicidad, elegancia e inspiración surrealista.
Por Cecilia Acuña
NUEVA GENERACIÓN
Cuando en el año 2000 se realizó en nuestro país el concurso BKF, se conformó una nueva generación de la silla. Entre las versiones más innovadoras se encuentra una de hormigón que se puede ver en algunas plazas de la ciudad. El diseño, creado por Juan Blas Doberti y Carlos Rimoldi, logra mantener el diseño original de una BKF al margen de la materia prima.
* Inspirada en una silla anterior, la tripolina, un asiento plegable de campaña, los creadores supieron pasar el filtro del minimalismo y transformarla en una silla moderna y con presencia. Una tripolina racionalizada.
PATENTE FALLIDA
Después de ser presentada en sociedad en 1940, la silla fue fabricada de a millones debido a que los trámites de patente no fueron lo suficientemente veloces y acertados como para evitar la multiplicación del objeto en el mundo.
* En una carta escrita en 1942 a Edgar Kaufmann Jr., curador del MoMA, los creadores de la silla aseguran haber recibido solo US$ 11,37 de ganancias por los derechos de una patente de invención que nunca se terminó.
* Se calcula que hoy existen cerca de nueve millones de copias en el mundo. No todos la conocen como BKF, sino también como Butterfly Chair, Sillón Bonet, Africano, Continuo, Siesta Chair y Pampeano, entre otros nombres.
ERGONOMÍA SURREALISTA
El grupo Austral, inspirado por el surrealismo, se proponía incorporar el sueño en la arquitectura. Por eso, la silla, creada bajo este imperativo, se convirtió en un artefacto en el que el análisis ergonómico no tiene lugar porque su diseño resultaría absolutamente inapropiado. La idea que subyace a la BKF es expandir la mente más allá de la estadística y centrarla en un cuerpo sensible sujeto de deseos y placeres.
CREATIVIDAD
Es uno de los íconos del diseño argentino, reconocido por todo el mundo. La BKF fue concebida en Punta del Este, Uruguay, en 1938, cuando todavía la exclusividad del lugar era un secreto de una pequeña elite. Los creadores y arquitectos argentinos Bonet, Kurchan y Ferrari la bautizaron con las iniciales de sus apellidos. Con el paso del tiempo, la silla se convirtió también en un símbolo del colectivo Grupo Austral, al que se unieron otras personalidades de la cultura.
GRAVEDAD
Se trata de una silla de acero y cuero. Criticada por algunos debido a su falta de estabilidad, la morfología fue pensada para dejar caer el cuerpo sin preocuparse y que funciona mejor cuando la persona baja todo lo posible el centro de gravedad y se desparrama sobre los cuatro puntos de apoyo.
*El diseño original consta de dos varillas de acero de media pulgada soldadas en un punto y una baqueta de cuero sujeta por bolsillos a la estructura.
* Las varillas se doblan en triángulo y dibujan una estrella de ocho puntas como una mariposa abierta.
EL GESTO
La silla encuentra sus cimientos en la influencia de Le Corbusier y la Bauhaus que aseguraban que el funcionalismo no era prioridad, sino el diseño del objeto anclado en su carácter. La BKF, así como también la Barcelona, tuvieron la suerte de contar no solo con la presencia adecuada –a pesar de su dudosa ergonometría–, sino con un éxito comercial millonario.
CURRÍCULUM
Multiplicada por millones en el mundo –la patente es de dominio público desde 1977–, la silla tiene su fundamento en la estadía de trabajo de los arquitectos creadores –Antonio Bonet, Juan Kurchan y Jorge Ferrari–, en el estudio de Le Corbusier, en París. Allí se inspiraron para crear un colectivo artístico intelectual de impronta surrealista en el contexto de los fines de la escuela Bauhaus, motivado no solo por la funcionalidad y la ergonomía, sino por la integración entre la libertad, el descanso y la creatividad. De ahí que la BKF sea la obra que mejor comunica estos principios.
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