En las casas y en los jardines existen espacios, algunos más protagónicos a la vista, otros más escondidos y de perfil bajo, que nos regalan momentos especiales y hacen del tiempo allí instantes únicos y singulares. El que ocupan las pérgolas, por caso, es uno de ellos. ¿Cómo no entrar en estado de ensoñación bajo una pérgola de glicinas, no dejarse entregar a la lectura de un buen libro bajo el manto de un jazmín fragante o no ver diluir el espacio y el tiempo bajo una siesta al reparo de una parra?
Las pérgolas tienen eso: no solo aportan una dimensión vertical. También generan espacios de sombra, pequeños refugios que invitan a quedarse y donde pueden crecer todo tipo de enredaderas que endulzan el aire con su perfume o que alegran la vista con el colorido de sus flores. En términos puramente prácticos, estas estructuras pueden resultar útiles para tapar vistas no deseadas, enmarcar caminos o crear un sector más en el jardín.
Es un elemento más allá de lo estético que bien vale la pena tener en mente cuando imaginamos el jardín como un espacio para ser vivido intensamente, ya que no todo se reduce a plantas y césped. Al igual que las glorietas, las pérgolas participan del diseño y hacen de la vida en el jardín una experiencia más confortable y agradable. Pueden formar parte del esqueleto del jardín y deberán guardar cierta proporción con el terreno y la casa existentes. Bien diseñadas e integradas, podrán convertirse en rincones dilectos tanto en invierno como en verano.
Al igual que con otros elementos, la función que le demos al espacio será vital para definir sus dimensiones: si sólo va a ser un lugar de descanso en el recorrido del jardín o un espacio de sombra en la pileta. En el caso en que se utilice como lugar para comer, es necesario calcular el tamaño de la mesa con las sillas.
Materiales, ¿qué tener en cuenta?
- El estilo de la casa y los materiales utilizados: la idea es generar un espacio relacionado con la vivienda, sobre todo si va a estar cerca.
- Durabilidad y mantenimiento: cada material tiene sus pros y contras. Hay que aplicar los tratamientos básicos para una mayor duración. Si se va a usar madera y crecerán plantas encima, elegir un tipo de madera que no necesite pintura permanente. Desmontar la planta cada vez que tenga que pintar puede resultar muy engorroso. El lapacho, el quebracho y el eucalipto impregnado son las más usadas por su larga durabilidad.
- La madera se pudre más rápido en contacto con la tierra. Por eso, hay que darle unas manos de brea (pintura asfáltica) o de algún tipo de aislamiento a la parte que va enterrada bajo tierra. También pueden colocarse soportes de hierro amurados al piso con cemento para evitar el contacto de la madera con la tierra.
- Para que los postes queden firmes, enterrarlos al menos una tercera parte de su largo (si 2m van a quedar afuera, enterrar 1m). En lo posible, ampararlos con cemento y cascotes.
El resto consistirá en habitar el espacio, haciendo realidad la experiencia anhelada, ya sea ese momento de soledad tan ansiado o el encuentro alegre en compañía de los seres queridos.
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