:: Una casa de estilo inglés es custodiada en las esquinas por fotografías que remiten a otra época, en el silencioso barrio Los Troncos de Mar del Plata. Esa mansión fue la casa de verano de Victoria Ocampo, la escritora que falleció hace 41 años; sin embargo, esas paredes conservan la esencia de una vida cosmopolita colmada de gestos transgresores que sirven para observar aquel tiempo. La fundadora de la Revista Sur también vivió en Beccar, Barrio Parque y se asentó durante largas estadías en París, lugares donde suceden las historias plasmadas en los libros Autobiografía y Testimonios. De estirpe patricia, fue la mayor de cinco hermanas, amiga de Jorge Luis Borges y Gabriela Mistral, así como también mecenas de jóvenes artistas. En su estilo emergen los señaladores de la moda que acompañaron la emancipación de la mujer a través de la transformación del vestuario.
Labios rojos y pantalones
En los años 20, las líneas del traje femenino se simplificaron. La modificación se dio tras la Primera Guerra Mundial, cuando las mujeres dejaron el corset y privilegiaron las prendas que aseguraban la libertad de movimiento. Viajera incansable, Victoria vibró entre los nombres ilustres de las diseñadoras que hicieron el cambio en el vestir, como Jeanne Paquin, una de las pioneras de la moda moderna. El gusto de la escritora por Coco Chanel quedó retratado en varios pasajes de sus libros. Compartieron un amante, Julián Martínez, el gran amor de Ocampo; Victoria se hacía la ropa a medida con Chanel y le encargaba trajecitos que luego repetía durante años, acto impensado hace un siglo. Del estilo de la francesa tomó las perlas, mezcló bijouterie con joyas y adhirió al rojo de los labios, además de escandalizar por ponerse pantalones y manejar el auto.
Austeridad y sombreros
Toda imagen de Victoria durante los años 30 sintetiza el vestir de una década regida por el sportswear: de pantalón o maxifalda, el cárdigan fue infaltable en sus paseos por Mar del Plata. El look lo cerraba con un gran sombrero, a veces una capa y zapatos blancos. Frente a la ornamentación de los diseños, elogió la noción de austeridad de Chanel. "Vio claro lo que la mujer de esos días, y de los nuestros, necesitaba: sencillez. Desde luego, la sencillez acompañada por una excelente calidad de materiales puede costar fortunas, pero también se logra elegancia sin fasto", escribió sobre la modista, a la que también admiraba por su independencia de la mirada masculina.
Anteojos y transgresión
La música clásica amenizó sus reuniones y no dudó en subir el volumen en los 60, cuando los Beatles fueron inevitables. Ocampo estuvo siempre a tono con las vanguardias. Creó su estilo con referencias de la moda internacional a las que sellaba con gestos locales; por eso, se dice que marcó la identidad del vestir en Argentina: mientras las mujeres viajaban a París para hacerse el vestuario, ella prefería personalizarlo. Una intelectual que rodeaba su cabeza con pañuelos y encargaba los lentes de marco blanco en Lugene, la óptica de Nueva York que contaba además con Greta Garbo y Joan Crawford como clientas. Su pensamiento, el estilo de vida y la vestimenta evidenciaban el carácter transgresor de la escritora, a quien muchas veces se la señaló como snob por sus gustos heterodoxos.