Hogar flotante: cómo es la excéntrica casa construida en la isla más pequeña del mundo
Cuenta con un récord Guinness por su pequeñez y se hizo famosa en todo el planeta
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En tiempos de pandemia de coronavirus, las casas más solitarias en destinos paradisíacos parecen ser la opción más tentadora a la hora de disfrutar el verano con distanciamiento social. Sin embargo, la idea de ir a un lugar alejado de todo para descansar no es algo nuevo: en 1950 una adinerada familia compró un terreno en una diminuta isla para tener su propia playa privada como patio trasero. Por ese entonces no se imaginaron que obtendrían un récord Guinness: su propiedad está construida sobre la isla habitada más pequeña del mundo.
La casa conocida como “Just Enough Room Island” (Isla del espacio suficiente) se encuentra sobre el Río St. Lawrence, que separa Nueva York de Ontario, Canadá. Por ende, el terreno está ubicado justo en el límite que divide a los países vecinos, y se trata de la isla más pequeña del archipiélago de las Thousand Islands (Mil islas).
La historia de la “isla central”
La historia comienza en la década del ‘50, cuando la familia Sizelands compró la tierra abandonada frente a la bahía de Alexandria, con la idea de construir allí su casa de veraneo. Aquellos 310 metros cuadrados parecía ser espacio suficiente para diseñar una propiedad de dos pisos y una playa miniatura donde no hubiera vecinos a la vista.
Por ese entonces el lugar era conocido como Hub Island, que se traduce como “isla central”, debido a su privilegiada ubicación junto a las 1863 islas que la rodean en el archipiélago. La acaudalada familia de bajo perfil, de la que no se conocen más detalles que su apellido y su fortuna, cumplió su sueño y en menos de un año convirtió aquel terreno del tamaño de una cancha de tenis en una confortable casa de vacaciones.
Para poder hacer realidad su proyecto, utilizaron cada centímetro cuadrado de tierra seca, y tal como se ve en las imágenes, la arena que rodea la propiedad forma la diminuta playa que anhelaban. Pero como no todo lo que brilla es oro, la tranquilidad les duró muy poco a los Sizelands: lo que en un principio era una excelente opción para veranear, rápidamente empezó a llamar la atención de turistas curiosos que navegaban en bote en los alrededores y se maravillaban con la construcción flotante.
Lo que sucede es que en algunas estaciones del año la arena desaparece por completo y la casa parece flotar en el agua cristalina. Por el momento solo se puede apreciar la fachada y el techo de clásicas tejas terracota, porque la familia nunca mostró cómo es por dentro. En este sentido, el único detalle que se conoce sobre el estilo de mobiliario que eligieron son los dos bancos blancos de hierro que resaltan en el porche trasero de la propiedad.
Un récord Guinness con lo justo
Según informa The Washington Post, para ingresar en la clasificación de las mil islas, el terreno debe permanecer sobre el agua durante todo el año y soportar al menos un árbol; de otra forma se los considera “simples puntos arenosos”. Conscientes de esto, los dueños plantaron un frondoso árbol en la entrada de su casa y, para su suerte, la propiedad se mantiene sin inundaciones incluso cuando la marea está alta.
Una vez que pudieron bautizarla como “isla”, todas las miradas fueron hacia el excéntrico hogar de vacaciones de la familia Sizelands. Incluso el reconocido diario estadounidense visitó el lugar en 2010 para escribir una crónica, y una vez que conoció la casa, la periodista Andrea Sachs resumió la experiencia en una cómica frase: “Un paso en falso y estás nadando”.
En cuanto al reconocimiento del Libro Guinness de los récord mundiales, lo cierto es que lo obtuvieron gracias a un hecho azaroso: anteriormente se consideraba al Bishop Rock , un solitario faro ubicado frente a las islas inglesas de Scilly, como la “isla habitada más pequeña del mundo”; pero cuando su último guardián partió en 1982, y el mecanismo pasó a ser automático, quedó deshabitada y perdió su título.
Así fue como “Just Enough Room Island” se convirtió en la isla habitada más pequeña del mundo; y representa la mitad del tamaño del antiguo faro, así que se podría decir que estaba destinada a brillar por su pequeñez. El lugar fue ganando cada vez más fama y la “privacidad” que añoraba la familia que la compró se diluyó por completo.
Aunque ningún turista puede poner un pie en la propiedad sin permiso, muchos navegan por Alexandria Bay solo para verla de cerca, y comparten sus opiniones en las redes sociales. Gracias a sus miradas curiosas y al espíritu de paparazzi que tienen quienes pasan por allí, circulan varias fotografías de la casa en el mundo virtual.
Detrás de la acogedora isla también hay una iglesia, y en los alrededores empezaron a construir otras casas vecinas, pero sin dudas “la isla del espacio justo y suficiente” se roba toda la atención. Gran parte de esa magia recae en que cuando la marea está alta, los dueños pueden refrescar sus pies en las aguas del río St. Lawrence simplemente bajando un escalón.
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