Guillermo Toledo: políticamente incorrecto
En España, su país, se lo considera uno de los mejores cómicos surgidos en los últimos tiempos
En el lobby del pequeño hotel –arañas doradas, sillones dorados, mesas doradas y mármol, mucho mármol– aparece Guillermo Toledo –remera gris estirada, zapatillas gastadas y pantalones cargo (grises y gastados)– y no puede más que desentonar.
El ámbito hubiera sido más favorable para el pulcro y egocéntrico Rafael González que personificó en la película Crimen ferpecto, de Alex de la Iglesia. Pero no para él.
El –la barba tupida, los bucles entrecanos y una cara de dormido que no oculta ni la mejor de las actuaciones– se siente "como pez fuera del agua".
–Es que no es mi ambiente… Prefiero estar en mi barrio con mis amigos de toda la vida y emborracharme con ellos.
Toledo, que visita la Argentina por primera vez, es uno de los actores más populares de España. "Uno de los mejores cómicos surgidos en los últimos tiempos", dicen unos. "Un agitador permanente", aseguran otros.
"Un pan de Dios, un santo –afirma Juan Taratuto, que lo dirige en Nadie dice que es fácil, la película que vino a rodar a Buenos Aires–. Un actor que suma sin levantar ningún estandarte. Y eso que tiene estandartes para levantar..."
"Como todos los grandes misterios de la humanidad, como el amor o la guerra, o los pinchos morunos, Willy Toledo es indefinible –exagera el realizador español Alex de la Iglesia–-. También es inabarcable, inconmensurable. Es un enorme amigo. Con él puedes hablar de dinero, de mujeres, del Amazonas… y nunca te aburrirá. Puede llorar como un niño cuando una mujer le abandona, puede sonreírte despreocupado mientras mea en las columnas de la plaza del Vaticano a las tres de la mañana, ebrio de gozo y alcohol. Puede abrazarte y hacerte reír hasta que olvides cualquier problema. El puede hacerte ver las cosas de otra manera."
El –la voz de trueno, la cara surcada por algunas arrugas, los ojos levemente achinados– parece no entender de elogios ("Son preferencias personales de quien las dice", dirá humilde). Tampoco entiende por qué está aquí. Alojado en un lugar tan suntuoso y contestando intimidades frente a un grabador. Pero, actor al fin, con algo de curiosidad y mucho de simplicidad se presta al juego. Y lo juega.
Sin querer
Llegó al mundo hace 36 años. Pero recién hace 13 supo para qué. En ese momento un joven Toledo sin ningún tipo de contacto con las expresiones artísticas se arrimaba por vez primera a la actuación. Después de muchos años a la deriva y de trabajar como portero de discoteca, pastelero y empleado de aeropuerto, entre otras varias cosas, apareció la escuela de interpretación.
–No sé por qué me apunté. Fue sin la más mínima vocación. Me metí como quien se mete a estudiar un poquito de informática o lo que sea; como hobby. Lo pasaba bien, pero nunca me había planteado en serio ser actor.
En serio se lo planteó cuando conoció a sus compañeros Alberto San Juan, Ernesto Alterio (hijo de Héctor Alterio) y Natalie Poza, y juntos empezaron a garabatear tímidamente unos textos que luego interpretarían.
–Era una especie de espectáculo que se llamaba La catarsis del tomatazo, en el que el público tenía tomates y te los podía tirar (se ríe). Era muy cruel y muy sádico, pero muy divertido.
Hoy el grupo que originalmente bautizaron Ración de Oreja se llama Animalario y es una de las formaciones más relevantes del teatro español.
–Hacemos espectáculos sobre hombres/animales. Hombres que se tratan entre sí como animales: con muy poca humanidad. Siempre con el juego del poderoso explotando al débil. No paramos de experimentar con el hecho teatral. Hemos actuado en la calle, en salones para bodas, en casas… Nuestra filosofía es acercar el teatro a todo el mundo. Popularizar el hecho teatral.
Con su llegada a la televisión –en la serie Siete vidas– y al cine –con destacados papeles en películas como El otro lado de la cama, Seres queridos y Crimen ferpecto– lo que se popularizó fue su imagen. "No me llevo bien con la fama –refunfuña–, la verdad. No es algo que me agrade. Cuando haces series de éxito y trabajas en películas que tienen éxito es un poco absurdo intentar pelear contra eso. Sucede, y ya está. Simplemente hay que intentar llevarlo lo mejor posible. Pero a mí no me agrada…"
–En España se te ha considerado uno de los mejores actores de los últimos tiempos… ¿Estás de acuerdo?
–No, no le hago caso. Me parece que son preferencias personales de quien las dice. Que los demás planteen quién es el mejor o el peor ya me parece absurdo, pero planteárselo uno mismo me parece suicida. Creo que hay un montón de actores buenísimos en España y yo soy uno más… Es que no le hago caso a todo eso. No me quita el sueño, vamos.
–¿Pero los halagos no te confirman que estás haciendo las cosas bien?
–Lo que me hace pensar que estoy haciendo las cosas bien es si disfruto o no con ellas. Y si estoy dando mi brazo a torcer en cosas que siempre pensé que mantendría a rajatabla.
–¿Cosas cómo cuáles?
–Por ejemplo, respecto de la popularidad y de que algunos te consideren una estrella. Y que por ello tengas que pasar por cosas por las que yo espero no pasar nunca. No me interesa alimentar todo ese sistema de estrellas. Las revistas del corazón, las de moda, las fotos, las fiestas privadas donde se supone que tienes que aparecer porque está todo el mundo… ¡No creo en las estrellas! No me considero una estrella y no voy a permitir que me metan en ese mundo con el que realmente no tengo nada que ver… Desde que empecé en esto tuve muy claro que lo importante era mantenerme apegado a mis raíces, a mis amigos, a mi manera de ser y de vivir. Y eso es lo que me ha mantenido alejado de todo el mundillo este del showbussines.
Niño terrible
Cuando en España se cumplían seis años de gobierno del conservador José María Aznar –guerra de Irak mediante– y el líder del Partido Popular enfrentaba su peor crisis, Toledo y sus compañeros de Animalario decidieron poner en cartel la obra titulada Alejandro y Ana. Lo que España no pudo ver del banquete de boda de la hija del presidente: una parodia del casamiento de la hija de Aznar en la que recrearon su desopilante versión de lo sucedido en el ágape posterior al enlace.
–Había que hacer algo para parar a ese hombre y al equipo de directivos de su empresa (porque para la derecha de España el país es una empresa privada). Queríamos hablar sobre el pensamiento de la derecha (si es que existe tal pensamiento).
La obra, pensada para las tres jornadas de un festival, fue un éxito aplaudido en más de 600 funciones por todo el país. La repercusión, sumada a la que generó la entrega de los premios Goya 2003 (conducida por Toledo y sus compañeros de Animalario), en la que la industria del cine español en pleno le dijo no a la guerra de Irak, no hizo más que aumentar su fama de niño terrible.
–La prensa de derechas nos llamaba terroristas. Pero, de repente, aquello ayudó a que el país comenzara a despertar, porque todo el mundo ya estaba harto.
Tan harto que Toledo terminó dando conferencias contra la guerra en las universidades de España.
–Aquello fue una bola en la que, de repente, me vi inmerso. Era muy divertido, pero muy estresante también. Mientras hacíamos la obra, me encontré con mucha atención de los medios y en una especie de gira por las universidades hablando sobre la guerra en auditorios repletos de gente.
–¿Por eso fue que algún medio te describió como un agitador permanente? ¿O fue porque al lanzar el DVD de la obra dijiste que estabas en favor de la piratería?
–Bueno (se ríe), dije: "Adelante, que lo pirateen". Porque en España ha habido una campaña de acoso a los chavales que venden discos piratas en la calle y a mí me parece que no es el objetivo. El objetivo, para mí, son las compañías discográficas, que pagan un tres por ciento de la venta de cada disco al artista que lo ha creado, grabado y promocionado. Son las discográficas internacionales las que tienen que empezar a distribuir los beneficios de una manera equitativa y justa. Los discos son inalcanzables para la mayoría de la población. Entonces, hay que grabarlos. Es curioso que los artistas terminen defendiendo a las multinacionales que los están explotando. Dicen que el mundo del disco está en crisis, que se viene abajo… Y no es cierto. Las multinacionales se vienen abajo y está muy bien que así sea porque han estado muchísimo tiempo haciéndolo mal.
Así, de esta manera, apasionan a Toledo los temas que verdaderamente le importan. Palabras como derecho, justicia y equidad le llenan la boca, lo despiertan de repente de la modorra reflexiva en la que se sumerge cada tanto y lo obligan a soltar verdaderas proclamas encendidas.
De ambiciones y pesadillas
–¿Cuál es tu máxima ambición?
–Profesionalmente, creo que ya la he alcanzado, y es darme el lujo de no trabajar. Para mí, el éxito es poder decir: "Me voy cuatro meses de viaje". Ahora, en el terreno personal me faltan muchas cosas. Quizás alcanzar un grado de madurez superior. Me falta un poquito más de tranquilidad, de estar bien conmigo mismo. Para mí, la vida ha sido siempre un frenesí, una montaña rusa. Creía que necesitaba emociones fuertes todos los días porque si no la vida era aburrida. Yo sólo quería divertirme y me he dado cuenta de que divertirte no es sólo subirte a un puente y tirarte colgado de una cuerda. Puede ser estar sentado leyendo un libro. Eso es lo que me hace falta: un poco más de reposo; dedicarme un poco más a mí. A mi crecimiento personal.
–¿Y la peor pesadilla?
(Piensa y se ensombrece) –Podría ser quedarme sin amigos. Quedarme solo. Aunque a veces he merecido que me dejaran solo. Creo que esa conciencia política que he tenido siempre me ha hecho actuar globalmente. Y en lo personal, en lo de más cerquita, he sido un poco descuidado. Me he preocupado mucho por el derecho de los inmigrantes en España, pero tengo al lado amigos que me necesitan y no les he hecho caso…
El –la barba tupida y la cara surcada– sigue sin entender por qué está aquí. Contestando intimidades frente a un grabador.
–He hablado demasiado, ¿no?
Por algún motivo, el habitual cómico eligió hoy –para su presentación con el público argentino– su cara más seria, reflexiva y comprometida. La que más le importa.
Perfil
- Guillermo Toledo nació en Madrid, España, el 22 de mayo de 1970.
- En 1994 debutó en el cine con Morirás en Chafarinas, y a partir de entonces ha ido apareciendo en algunos de los títulos más destacados del cine español reciente. Entre ellos, Insomnio, La lengua de las mariposas, La mujer más fea del mundo y Amor, curiosidad, prozac y dudas.
- Entre 1999 y 2002 alcanzó gran popularidad en España interpretando a Richard en la serie televisiva 7 Vidas, y la incrementó con su papel en las películas El otro lado de la cama, Seres queridos y Crimen ferpecto.
- Vino por primera vez a la Argentina para realizar una breve participación en Nadie dice que es fácil, el segundo largometraje de Juan Taratuto (No sos vos, soy yo).
- Es miembro fundador del grupo de teatro Animalario, que se presentará por primera vez en Buenos Aires en septiembre próximo con la obra Hamelin, un cruel cuento de hadas sobre la pedofilia.