En su mejor momento, prioriza la intimidad, cuestiona las redes sociales y pide que se regule el contenido de la web. "Si querés ver una película o un programa, poné una moneda"
"Sé muchas cosas de mí. Nunca me sorprendo", dice como quien no teme el reflejo del espejo. "Viví situaciones muy delicadas y mi comportamiento fue el que intuía que podía llegar a tener." Guillermo Francella reconoce convivir con ese tano visceral e impulsivo que se cuela por momentos, pero que no le hace perder la esencia de quien realmente es. "Cuando estoy en Italia y los veo interactuar, como si fuera un sketch, me pregunto si realmente seré así. Hay también algo de lo que siempre amé, de aquellos protagonistas de las películas de Scola, Visconti, De Sica, del propio Nino Manfredi: me hubiera gustado ser un poco más tranquilo, menos efusivo."
¿Hay lugar para la improvisación o tenés todo bajo control?
Muchos pueden pensar que soy un improvisado, que vivo colgado en una palmera. Pero tengo los pies sobre la tierra. Muchos tienen esa idea de que los actores somos bohemios, que no sabemos bien qué queremos. Yo entiendo todo, sé lo que quiero, sé lo que hago y por qué.
¿Siempre tuviste los pies sobre la tierra?
Siempre. Cuando empecé en esta profesión, al principio, me desbordé un poquito. Pero tenía a mi lado amigos de toda la vida. Mucha gente me ayuda a tener los pies sobre la tierra. Eso sí, nunca fue necesario que me pusieran en eje.
El éxito lo acompaña desde hace tiempo. Su rostro y sus guiños son parte de la cultura popular argentina. No hay quién se resista a echar una mirada a la mesa donde Guillermo bebe agua tónica en grandes sorbos. Sonríe ante cada gesto cómplice, ante el continuo codeo de unos con otros que se repite para marcar en silencio al hombre que sabe hacer reír y que supo salir de la zona de confort para irrumpir con personajes tan disímiles, capaces de producir espanto y fascinación a la vez.
Tras su paso por El clan como el oscuro Arquímedes Puccio, Francella volvió a los escenarios a hacer reír y lo hace en la obra que ya es uno de los sucesos de la temporada, Nuestras mujeres. En cada función, en cada despedida, sus fanáticos lo celebran y se acercan al escenario para estrechar su mano. Junto a Jorge Marrale y Arturo Puig hablan de mujeres, ponen en jaque la amistad, la lealtad, la relación de pareja, la soledad, y exponen las miserias escondidas de cada uno de los personajes. La pieza de Eric Assous, que protagonizaron en Francia Daniel Auteuil y luego Jean Reno, bordea varias aristas y sacude con una especialmente sensible en la sociedad actual: el femicidio.
"Recuerdo que hace unos años hice un spot en el que hablaba sobre la violencia familiar, la de género. Hablaba de la importancia de denunciar. De los signos detectables, porque siempre hay señales antes del golpe. Hablaba del maltrato, de la violencia gestual, verbal...".
¿Cómo creés que se hace frente hoy a esta situación?
Se habla mucho más, pero lo que está fallando, y por lo que no hacemos nada es con el individuo agresivo. Con obligarlo a mantener una distancia de 500 metros no se soluciona nada. En muchos de los casos que se conocen, existía esta medida y el violento terminó matando. Hay que hacer algo más sólido para erradicar la violencia. Cuando una mujer decide hacer una denuncia, hay que protegerla. El problema es que siempre va a estar en peligro si el jacal continúa en la calle. Es importantísimo buscar la mejor protección. No hay que aislarla a ella, sino al hombre amenazante. Hay que encontrar la manera de que este flagelo desaparezca. Estamos atravesando un momento de mucha agresión, no sólo de género. En la calle hay demasiada violencia de todo tipo, verbal y emocional.
Lo primero es la familia
Fue en un cumpleaños de su único hermano, Ricardo Ernesto, que conoció a María Inés, la mujer que desde entonces, hace casi 30 años, lo acompaña. Él ya era actor. Ella, azafata. La conoció un año antes de protagonizar su primer gran éxito: De carne somos. "Es mi compañera de toda la vida. Era muy mocosa. Le llevo diez años."
¿Lo comparten todo?
Compartimos mucho y lo que es más importante, nos hemos adaptado al paso del tiempo. Con ella hay una conexión, un diálogo, lo conversamos todo. Vivió todos los momentos de mi vida, incluida la paternidad, que es lo máximo, la exaltación de la felicidad. Como familia mantenemos una excelente relación.
Siempre se destaca la relación que mantienen con sus hijos, los también actores Nicolás y Johanna.
No es ficticio el vínculo que tenemos. Pero, ¿por qué asombra? No debería asombrar. Que llame la atención tiene que ver con la falta de valores.
Se jacta de tener una base familiar extraordinaria, de haber heredado de mamá Adelina y papá Ricardo Héctor los valores que hoy promulga. El valor de la palabra, el respeto, la importancia del trabajo y el honor hicieron carne en su hermano y en él. Recuerda esos días en Beccar, en la casa grande que compartían y que se dividía en dos: la del frente, en la que vivían ellos; y la del fondo, la de Don Domingo y Zaída, sus abuelos paternos.
"Creo que lo que hoy nos pasa, la falta de valores, la violencia que vivimos, tiene que ver con todo. Con la educación en casa, con lo que ocurre en los colegios. Antes se inculcaba una vocación, te la despertaban. Hoy los pibes salen de las escuelas perdidos. Tenemos un problema de educación. Estudian de memoria, no entienden lo que leen, no saben relatar un texto. Hay cifras alarmantes. Los padres cagan a trompadas a los profesores, está todo para atrás. No entienden, no razonan. ¿Sabés lo importante que es vivir de lo que amás? Si no te quedás en piloto automático, sin pasión. No hay un lunes de mi vida en el que haya dicho: Uy, tengo que ir a trabajar."
¿Siempre fue así?
Intenté que siempre lo fuera, trabajara de lo que trabajara [fue vendedor en una casa de ropa, vendió seguros, tuvo su propia inmobiliaria y hasta escribió como periodista en la revista Gente], hasta que llegó la actuación, lo que permitió hacerme sentir feliz. Tuve la oportunidad de compartir con actores, directores extraordinarios, con compañeros maravillosos. Soy muy feliz. Me encanta esa cosita, ese cosquilleo que te da en la pancita.
Aún hoy aparecen las mariposas.
Me gusta que me pase eso, soy muy para arriba, de tener esa energía. No me gusta pincharme, no puedo vivir pachorra, al contrario, me comprometo con cada proyecto, ya sea en teatro, televisión o cine; en productos superlight, populares o en las búsquedas más recientes que encaré. Siempre estuve muy metido, nunca hice cosas que no me interesaran. Lo dejé todo en cada rol. No reniego de mis trabajos. Los que me conocen, los que trabajaron conmigo, mis amigos saben que es así.
¿Sos de tener muchos amigos?
He hecho un culto a la amistad. Tengo amigos desde hace más de 45 años y también tengo otros desde hace dos, a los que también quiero mucho. Está bueno hacer amigos en la adultez.
Cuando entrás a una casa, ¿aparece el Francella tasador, el que alguna vez trabajó en una inmobiliaria?
Tasar, no, pero sí tengo noción de lo que cuesta el metro cuadrado, de las ventajas y desventajas de una propiedad. Mi hermano sigue teniendo una inmobiliaria en Belgrano. Sé lo que valen las zonas, reconozco cuando una casa tiene humedad, me doy una idea de la buena luz, de lo fresco y caluroso que puede ser. Todavía algo de eso hay.
Mi mundo privado
Junto a su hijo Nicolás, protagoniza Conexión Real, una campaña para Key Biscayne, la firma de Nicolás Cuño. Es la primera vez que se anima a una producción de estas características. "Me interesó la propuesta, me hizo ir más allá porque propone un contenido: la relación que mantenemos hoy con la tecnología. Habla de la necesidad de volver a mirarnos, de volver a escucharnos."
¿Cómo te llevas con la tecnología?
Bien, no soy un retrógrada, pero me alerta esta cosa tan invasiva de las redes sociales. Para la campaña, me mostraron un montón de afiches y videos. Recuerdo la imagen de una mamá chateando mientras amamantaba; o un Rembrandt de fondo y la gente alrededor con las miradas hacia abajo. Por favor [lo dice en un tono fácil de identificar]: miren, escuchen. Uso el teléfono, el WhatsApp, pero esta cosa de compartir la vida... Tengo amigos famosos, con un montón de seguidores que lo comparten todo.
¿No lo hiciste nunca?
No. Para mí es suicida, no puedo entenderlo. Vivo viajando, haciendo cosas interesantes, pero las comparto con mi madre, con mi hermano, con mis hijos, mi esposa, mi familia. Mi mundo privado es mío. Vos leés que ponen cada cosa, tan íntimas. Dejate de joder. Sé que es la elección de cada uno. Yo no lo hago. También hay que hacer frente a la agresión, a la violencia que se hace desde el anonimato. Ojo, no soy un retrógrada. La tecnología tiene muchas cosas maravillosas. Pero no comprendo lo de las redes sociales. Creo que hay una involución dentro de la evolución tecnológica que es grave, con la que no comulgo. Fomento la conexión. Cuando estoy con alguien dejo el celular, lo silencio. Después me fijo los mensajes. Intento hacer eso.
La permanencia de Francella en los medios se mantiene intacta, no sólo por la resonancia de sus nuevos trabajos, sino por la repetición de capítulos como Casados con hijos, que ya son una fija en la pantalla de Telefe.
Con el tiempo fuiste ganando nuevas generaciones. La web es otro canal donde muchos pudieron descubrirte...
Es cierto [hace una pausa y arremete]. El contenido gratuito en la web es un tema largo y tendido a tratar. Si querés ver una película o un programa, poné una moneda. Los sitios venden comerciales, vos antes de poder ver algo, tenés que omitir los anuncios. Tiene que haber una reglamentación, no puede ser tan arbitraria. Los derechos de los actores no se pueden pisar de ese modo. Tiene que reglamentarse algo para beneficio de la propiedad intelectual, esto se extiende a los músicos, a los autores. Las visitas diarias son monstruosas. Es necesario hablarlo. Amerita que se haga algo, como se hizo con el derecho de imagen y la ley de propiedad intelectual que fue reconocida y actualizada en nuestro país. [N. de la R.: Sus programas son uno de los más repetidos en la televisión y por estas emisiones hoy cobra un remunerativo]
Como tantos otros actores y personalidades de la cultura, Guillermo fue uno de los que dio muestras de su alegría cuando el cardenal Jorge Bergoglio fue elegido como Sumo Pontífice.
¿Sos religioso?
Creo en Dios, soy católico, pero no soy de ir mucho a la iglesia. Fui muy feliz con la designación de Bergoglio. Es alguien que ha generado una revolución dentro de la Iglesia, en todo sentido, por eso genera admiración en el mundo entero. No sólo siento orgullo porque es un papa argentino, sino por lo que genera, lo que provoca esa cercanía que tiene con la gente. Me gusta su obra.
Es un hombre que también despierta discusiones políticas.
Un plomazo. Es agotador, todo lo llevamos al terreno político. Si se rió o no. Si tuvo más onda con uno que con otro. De un modo virulento, todo lo llevamos al terreno político. También hay una necesidad de exitismo que es un plomazo, pasa en el fútbol. Ocurrió con Facundo Sava, el técnico de Racing. Los primeros cuatro partidos lo mataron, ahora le encontró la vuelta y es un genio. No le dan tiempo a nada ni a nadie. Pasa también con los gobiernos, está este deseo de que la cosa sea efectiva en 24 horas. No es sencillo gobernar este país, imagino que no debe ser sencillo, somos todos muy especiales. Claro que hay afinidades, ideologías. Hay gente más fanatizada, más fundamentalista, otra más tranquila. Todo está muy radicalizado.
La calle Corrientes vuelve a ser testigo de lo que despierta Francella. Es frecuente ver el cartel de funciones agotadas en la boletería de Nuestras mujeres, ante un público tan heterogéneo como fiel. Éxito que se repite, luego de protagonizar Dos pícaros sinvergüenzas, en 2014 junto a Adrián Suar, con quien le gustaría compartir algún unitario o sitcom.
Te diste el gusto de dirigir teatro [estrenó en 2000 la comedia La cena de los tontos, donde también actuó con Suar]. Tras aquella experiencia, revelaste tu intención de ponerte detrás de cámara en el cine.
Estoy cada vez más cerca de eso. Todavía no cerré nada, pero está en mi fantasía hacerlo. Respeto mucho la dirección de cine, creo que hay que saber qué y cómo. En su momento, me rodearé de gente que me ayude a plasmar lo que tengo en la cabeza, no puedo hacerlo sin ayuda, no puedo pecar de omnipotente. Sé comunicarme con el actor, puedo proponer con mucha simpleza lo que quiero, sin confusión, pero hay muchísimas otras cosas a tener en cuenta. En teatro me siento más cómodo.
¿Te gustaría filmar una historia propia?
Escribir es una falencia que tengo. Tal vez haga algún curso. Tengo muy buenas ideas y suelo colaborar mucho en la devolución de lo que leo. Pero cuando me quedo solo frente a la hoja en blanco, no sale. Quizá pueda hacerlo con la ayuda de alguien. También me han comentado la posibilidad de llevar adelante alguna remake. Ya veré. La clave es tener una buena historia, que diga algo. En el mundo hay una gran falta de buenos guiones, de ideas, es necesario contar algo. Veo mucho cine, de todo el mundo. Me gustan los directores que no le dan la espalda al público, aquellos que no filman para su satisfacción personal, que no lo hacen sólo para ganar un premio en algún festival.
El próximo gran paso en cine lo dará con Juan José Campanella en una historia que el director está escribiendo con Eduardo Sacheri. La película marcará el regreso del tridente de la ganadora del Oscar, El secreto de sus ojos. "Almorzamos juntos en estos días. Estoy muy contento con lo que se está armando. Estamos todos muy entusiasmados."
Campanella dijo que quería ofrecerte un personaje que volviera a desafiarte.
Le gustó mucho lo que hice en El secreto de sus ojos y en El hombre de tu vida [la serie de televisión creada y escrita por Campanella]. Juan me acompaña y me apoya en cada desafío, me alienta a tomar retos, como lo que hice en El clan.
No hay charla con el confeso hincha de Racing en la que no se mencione a Alfredo Alcón. Su vida estuvo teñida por ese nombre y ese hombre. Su papá, ante los sueños de actor del pequeño Guillermo, lo llamaba Alcón. La vida quiso que mucho tiempo después compartieran escenario. Lo hicieron con Los reyes de la risa, la comedia de Neil Simon donde forjaron una gran amistad colmada de respeto y cariño. "Era un atorrante divino", deja escapar ante el recuerdo del hombre al que acompañó junto a un círculo muy íntimo en sus últimas horas. Marcado a fuego por este actor de raza, el destino quiso que aquel muchacho que soñaba en Beccar con conocerlo algún día se alzara en 2015, en el Festival de Mar del Plata, con el primer Premio Alfredo Alcón a la labor actoral más destacada del año. "Lo extraño a Alfredo". La voz y la mirada se escapan por un instante.
Una pausa y una sonrisa con los ojos bien abiertos, esos de los que ya son un sello, se apoderan de la escena. Al verlo resulta fácil imaginarlo frente al volante de su primer auto, una bolita 69, tal como lo llama.
¿Volviste a subirte a uno?
He subido a una que otra bolita. La quise más que a cualquier otro auto. Era blanca, divina. Tenía un volante deportivo de madera marrón, llantas de magnesio. Aún me veo en la Ruta 2, camino a Mar del Plata, una ciudad que tanto quiero. Sentía que manejaba un Jaguar. Qué momentos felices.
1955
Nace como Guillermo Héctor, el 14 de febrero. Vive sus primeros dos años en Villa del Parque y luego en Beccar, junto a su mamá Adelina, papá Ricardo Héctor y su hermano cuatro años mayor, Ricardo Ernesto.
1981
Muere su papá, a los 60 años. Sólo pudo verlo en un comercial de Cinzano, en el que apareció doblado y con la remera de su madre.
1987
Conoce a María Inés Breña, la madre de sus dos hijos: Nicolás (22 de octubre de 1990) y Johanna (4 de diciembre de 1993). Ambos son actores.
1988
Llega su primer gran éxito como protagonista, De carne somos. Le seguirán La familia Benvenuto, Brigada Cola, Naranja y media, Poné a Francella, Casados con hijos y El hombre de tu vida, entre otros.
2003
En el festival de cine de Cuba, Fidel Castro le dice: "¿Tú eres consciente de lo que significa hacer feliz a un pueblo? Tú haces feliz a mi pueblo." Poné a Francella ha sido un suceso en la isla.
2009
Se estrena El secreto de sus ojos, donde encarna al inolvidable Pablo Sandoval. También ha protagonizado Un argentino en Nueva York, Rudo y Cursi, Corazón de León y El clan.
El futuro
Todas las noches sube a escena en la calle Corrientes con Nuestras mujeres y se desvela con el proyecto de una película que lo volverá a unir a Juan José Campanella. No descarta debutar pronto en cine tras las cámaras, y desea volver a la televisión con un unitario o sitcom junto a su amigo Adrián Suar
PRODUCCIÓN: JULIA KOVADLOFF. ASISTENTE DE PRODUCCIÓN: ANA ALTMARK. ASISTENTE DE FOTOGRAFíA: EZEQUIEL YRURTIA. MAQUILLÓ Y PEINÓ: EUGENIA MARANO. AGRADECIMENTOS: KEY BISCAYNE y MORPH.