Fue a una subasta, no entendió al martillero y gastó sus ahorros en una mansión destruida
Una pareja gastó los ahorros de su vida por error en una vivienda en completo estado de abandono y ya lleva tres años trabajando en su remodelación
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Una joven pareja adquirió por error una mansión abandonada de más de un siglo de antigüedad y pasó los últimos tres años intentando transformarla en una magnífica vivienda.
Callum Hunter, de 28 años, y su novia Claire Segeren, de 26, pensaron que habían hecho el mejor trato de sus vidas cuando compraron en una subasta una casa de seis habitaciones ubicada en la ciudad de Dunoon, en Escocia.
“¿Pero vos viste lo que acabás de comprar?”, le preguntó un hombre que estaba sentado al lado de Hunter cuando fue el único interesado que realizó una oferta por la propiedad.
El joven inglés, quien fue a una subasta de propiedades para comprar un departamento que había visto junto a su novia, creyó que había conseguido hacer un excelente negocio con un presupuesto ajustado. La pareja tenía el sueño de alcanzar la casa propia con 40.000 dólares, pero nunca se imaginaron que podían llegar a comprar un inmueble por apenas 10.000.
Por esta razón, Hunter quedó sorprendido cuando vio que la bajísima oferta de los 10.000 dólares no generaba ninguna reacción en el resto de los compradores. Su mano era la única que había quedado levantada. Y cuando el martillo cayó y el subastador anunció la venta, la inquietante pregunta del señor sentado al lado suyo, hizo pensar al joven que había cometido un error imperdonable.
Hunter miró nuevamente el folleto que tenía en su mano donde figuraban todas las propiedades que se remataban aquella jornada y al observar con atención entendió que se había equivocado. Cada propiedad tenía un número que lo identificaba, pero habían ocurrido algunos cambios de último momento que hicieron que todo fuera distinto.
“El número que yo tenía en el papel y el que mostraban en la pantalla definitivamente no coincidían”, indicó el joven al periódico The Guardian. Además, explicó que la confusión sucedió cuando entraron en la subasta algunas propiedades “a última hora que no estaban en el folleto”. Pero hubo un factor más que lo llevó a una confusión, el acento del subastador era muy cerrado. “Me costó seguirlo”, confesó.
Aceptada la oferta, el joven supo que ya no había vuelta atrás y en su cabeza solo había una pregunta: “¿Qué compré?”. El departamento por el que había ido a la subasta terminó vendiéndose por 87.000 dólares. Y aunque eso ya no importaba, Hunter solamente pensaba en averiguar dónde quedaba la propiedad que había comprado y, lo más importante, en qué estado se encontraba.
El joven había ido a la subasta sin la compañía de su novia y como tenía muy poca batería a su celular, le envió un mensaje para avisarle que la compra no había salido como lo habían planeado. Además, le pidió que intentara buscar en Internet un poco de información acerca de la casa que habían comprado.
Al enterarse de la dirección de la propiedad, Hunter se sintió un poco aliviado porque quedaba en Dunoon, bastante cerca de Glasgow, la ciudad que habían elegido para ir a vivir juntos. Así, la ubicación no era un problema pero había un hecho terrible con aquella vivienda: era una vieja mansión de 120 años de antigüedad que además estaba destruida.
Hunter contó que la enorme casa de seis habitaciones tenía un cartel en la entrada que anunciaba: “Peligro, manténgase alejado”. Y el interior tampoco era muy alentador. “Había muebles con moho, inscripciones con aerosol en las paredes; y los techos, abandonados por más de 20 años, se estaban cayendo. El agua y la electricidad habían sido desconectados, e incluso una silla se había caído a través de las tablas del suelo”, detalló.
Para complicar aún más el panorama, la pareja había comprado solo la mitad del edificio. Esta situación los obligó a pasar seis meses tratando de adquirir las otras dos unidades de la propiedad abandonada.
Y como Hunter y Segeren ya no tenían más dinero para invertir en la renovación del lugar, decidieron ponerse a trabajar para convertir la vieja mansión destrozada en su hogar.
Con los últimos ahorros que les quedaban, compraron una casa rodante en la que vivieron mientras trabajaban todos los días en las reparaciones de la mansión. La pareja, que había visitado Escocia solo una vez, pasó tres años de arduo trabajo y esfuerzo, pero lograron transformar la propiedad hasta darle la forma de un castillo de ensueño.
“Es un trabajo duro, pero los dos aprendimos mucho. Asumir tantas cosas nos ayudo a crecer como personas. Aprendimos de todo, desde albañilería hasta software de diseño en computadora, plomería y electricidad. Además, creamos un Instagram para que la familia de Claire pudiera mantenerse al día”, explicó Hunter.
Los jóvenes, quienes en las redes sociales superaron los 200.000 seguidores, se sienten muy a gusto en su nueva casa. “Los vecinos nos recibieron con los brazos abiertos. Nos ofrecen sopa para comer y nos prestan herramientas. Este un lugar especial. Si accidentalmente tenía que comprar una casa, no podrías haberlo hecho en un lugar mejor”, concluyó.
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