Declarado Personalidad Destacada de la Cultura por la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires; a los 83 años sigue creando proyectos y haciendo deportes, las claves de su lozanía
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Al empresario Fernando Marín bien le cabría el mote de “prócer del espectáculo argentino”. Es que el productor ha sido el factótum de una infinidad de ciclos radiales y televisivos y de la llegada a nuestro país de destacadas celebridades del show business internacional. A lo largo de varias décadas de labor ininterrumpida, fue el hacedor de hitos como la creación de los ciclos televisivos Videoshow y Mesa de Noticias, descubrió El Chavo y tuvo el olfato para imponerlo en las pantallas locales, gerenció a Radio El Mundo en una etapa por demás exitosa y fue el responsable de presidir a aquel Racing campeón.
“No me siento un prócer, porque siempre estoy pensando qué voy a hacer mañana, entonces me siento activo y tengo el privilegio de estar bien de salud”, reconoce Fernando Marín, acomodado en un mullido sillón de un piso frente al Malba, que utiliza como oficina y refugio cuando no quiere trasladarse hasta su casa de campo, donde vive la mayor parte de la semana.
Hace pocos días cumplió 83 años, aunque su porte desmiente tal cosa: “Practico deportes tres o cuatro veces por semana, dentro de las limitaciones de la edad”, reconoce, aunque tales restricciones deben ser muy pocas. “Juego al tenis, nado, trato de estar en buenas condiciones físicas y, sobre todo, de estar bien de la ´terraza´, que no haya goteras”. De filtraciones, Marín no da indicios. Su lucidez y decir es la de un hombre varios años menor.
-¿Cuáles es el secreto?
-Me voy a dormir cada noche, con una idea para mañana; los próceres, en cambio, están enterrados.
Se queja porque tiene artritis y, cada tanto, en medio de un partido tiene que soltar la raqueta de tenis. “Los compañeros, que son grandes como yo, me insultan, pero yo me como las críticas, levanto la raqueta y sigo”.
-¿Sabés qué es lo bueno de tener artritis.
-Dígame.
-Que significa que estoy vivo.
La charla con Fernando Marín podría convertirse en un verdadero manual para la vida. Acaso ahí también residan algunos de los méritos por los que el próximo 27 de octubre será declarado Personalidad Destacada de la Cultura por la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires: “Es una caricia al alma. Desde el artista hasta el taxista, todos tenemos una cuota de vanidad, pero este reconocimiento me llegó en un momento donde, si bien estoy activo, ya no está relacionado al ego, sino a una caricia muy profunda, casi no podría expresarlo en palabras. Cuando me dieron la noticia, se me humedecieron los ojos”.
Entre orgullos y egos, Marín rescata aquella frase de José Ortega y Gasset en la que el filósofo asevera que “entre el hombre y Dios está el artista”, pero aclara que, si bien su trabajo siempre estuvo ligado a la creación, “hoy los egos no tienen cabida”.
Fue precursor de las transmisiones vía satélite de nuestra televisión, lo cual permitió disfrutar de las peleas de Carlos Monzón en el exterior o los partidos de Guillermo Vilas en la Copa Davis. Convocó a figuras internacionales como Mikis Theodorakis, Vladimir Vasiliev, Ornella Vanoni, Barry White o Joaquín Cortez.
Camino al andar
-La tarea del productor es también artística.
-Cuando era jovencito, no sabía si iba a estar delante o detrás de cámara, pero me apasionó tanto lo creativo que me quedé con la producción, será porque siempre fui aventurero.
-¿Delante de cámara?
-Sí, me hubiera gustado ser actor, me apasionaba verlos actuar.
De su búsqueda del destino como una construcción inexorablemente personal da cuenta su estadía en Estados Unidos, cuando, a sus 18 años, trabajó como valet parking en la ciudad de Las Vegas. “Me daban unas propinas fabulosas los magnates que llegaban con sus Cadillac o figuras como Frank Sinatra, fue antes que se creara el Caesars Palace”.
En la ciudad del juego, Marín se convirtió en un consecuente espectador de los clásicos shows de gran despliegue que se realizaban en los centros de juego, en las salas de los hoteles y en teatros fastuosos. “Dormía en uno de los hoteles, así que vi cosas entre bastidores que hicieron que se me fuera metiendo el mundo del espectáculo”.
Partió a Estados Unidos mintiéndole a su padre, a quién Marín admiraba, pero no quería emular la vida que llevaba como gerente de banco: “Trabajaba a toda hora, se preocupaba por los clientes, se llevaba carpetas a casa para estudiarlas y resolver problemas. Fue un tipo muy honesto, derecho, que hizo carrera como bancario, pero no lo veía alegre. Por eso, me fui a Estados Unidos y busqué otro tipo de vida”. Cuando partió, aún no había concluido sus estudios secundarios, título que obtuvo años después.
La semilla por el mundo del espectáculo estuvo en aquellos shows en Las Vegas y en los diarios que recibía su padre, se ancló entonces la gestación de su pasión por los programas periodísticos: “Veía las radiofotos que publicaban los periódicos y me maravillaba, aunque todo era de ayer, no existía la inmediatez de hoy”.
Marín, que se convirtió en uno de los hombres fuertes de la pantalla chica, vio televisión por primera vez desde una vereda: “Era la ventana de la casa de un amigo, esa familia tuvo la primera televisión del barrio”.
En la infancia y la adolescencia, vivió en las inmediaciones de Maure y Libertador, en un tiempo donde aquella zona, hoy convertida en un epicentro gastronómico, se caracterizaba por la presencia de más de un stud, dada la cercanía con el hipódromo de Palermo. “A la tarde se escuchaba el repiquetear de las herraduras de los caballos, cuando los sacaban a pasear. Era la época en la que los vecinos chistaban si los chicos hacíamos barullo en la calle”.
Ahí también hubo una inspiración. En aquella época nació su amor por los caballos, pasión que recorrió su vida. “Llegaba al galope a la escuela de Libertador y Olleros, me bajaba, me ponía el guardapolvo e izaba la bandera. Era un colegio público de una calidad única, hacíamos hasta esgrima. La historia argentina la aprendí ahí y los profesores eran de un prestigio intelectual enorme. Salías con tantos conocimientos de la primaria, que el secundario era como una universidad”.
Videoshow, periodismo de vanguardia
“Fui un productor integral. La palabra ´productor´ es un paraguas muy grande, porque es el hacedor. Una agenda con teléfonos no te hace productor”, enuncia a modo de máxima.
-Videoshow fue una de sus grandes creaciones.
-El primer Videoshow arrancaba a las once de la noche y terminaba a la una de la mañana, nos dieron un horario que era marginal y lo convertimos en un éxito. Era la hora en la que se veía Un minuto de meditación con un rabino o un sacerdote. Para que la gente no se quedara dormida en el corte, inventé islas publicitarias con un solo aviso.
Videoshow nació en un café, como tantos proyectos de envergadura: “Nos juntábamos con Cacho Fontana en el Florida Garden, que era como la Jabonería de Vieytes, para darle forma al programa”.
Nombra a Cacho Fontana, Andrés Percivale, Bernardo Neustadt, Enrique Llamas de Madariaga, Alberto Closas y Antonio Carrizo, los conductores que, sucesivamente, estuvieron al frente de Videoshow, el programa periodístico que marcó un tiempo, revolucionó el género y presentó la llamada “máquina de mirar”, que no era otra cosa que una cámara portátil de televisión que, incluso, podía salir al aire en vivo con un pequeño equipo de transmisión. “Me fui a Londres y compré seis equipos. Era tan revolucionario que reemplazaba al camión de exteriores. Se ponía la microonda y se podía emitir en vivo”.
Sagaz, Marín tenía un staff de azafatas que recibía en el exterior los tapes U-Matic originados por las cámaras de Videoshow apostadas en el mundo, de esa forma, las notas llegaban a ponerse en el aire muy pronto sin perder actualidad. “Teníamos una red armada. Los equipos dejaban los tapes en los hoteles donde se hospedaban las azafatas y ellas los traían a Buenos Aires. Por ejemplo, tuvimos a Carlos Reutemann cuando ganó afuera”.
-Usted es un aventurero. Para que rinda sus frutos, ¿a la creatividad hay que sumarle el riesgo? ¿Se puede triunfar siendo conservador?
-Todos tenemos ambiciones, si son legítimas, uno tiene que medir cuál es el propio techo, pero hay que arriesgar. Y, en base a eso, alguna vez hay que caminar por el desfiladero, la clave es hacer equilibrio y saber decir “hasta acá llegué”. Mi camino siempre fue ascendente hasta que encontré una suerte de techo.
-¿Cuál fue su techo?
-Haber sido un multifacético, creado una empresa integral de comunicación, haber hecho publicidad con cuentas muy afamadas, involucrarme en el deporte, estar al frente de una radio líder como era El Mundo, a la que modernizamos, y llevar a la masividad a una FM como Horizonte.
Algunas de sus tareas en los medios las realizó a través de Hit Producciones, de la que formaba parte. “Buscar siempre algo nuevo, también es un defecto. Pensaba, con cierta pedantería, que tenía el éxito asegurado”, reconoce.
Desafiar la censura
“Fui pluralista en lo ideológico. Trabajé en una época en la que muchos de los que trabajaron, la esconden. Miles trabajaron durante el gobierno de los militares”.
-¿Cómo era trabajar en esa etapa?
-Conmigo trabajó hasta Pepe Eliaschev.
-Estuvo prohibido.
-Claro, y cuando me dijeron que lo sacara, lo mandé a Estados Unidos y salía en off con la voz impostada, hasta que se dieron cuenta y empecé yo a correr riesgos.
-¿Recibió amenazas?
-Sí, claro, amenazas había todos los días. Además, había amenazas internas entre la Marina y el Ejército. Si estabas en un canal del Ejército, te amenazaba la Marina. O, si estaba en Canal 13, que era de la Marina, te amenazaba el Ejército.
Apto para todo público
También se dedicó a la televisión y el teatro para niños. Supershow infantil, con Gachi Ferrari y Berugo Carámbula, fue uno de los grandes éxitos del género: “Cuando fuimos a Mar del Plata, una tarde se nos escapó la mona Margarita y tuvimos que salir a buscarla por la rambla”. Incansable, va a relanzar Cantaniño: “Con ese programa ganamos tres Discos de Platino, vendíamos más que Julio Iglesias”, se ufana.
-¿Cómo nace Mesa de Noticias?
-Lo creamos con el productor Carlos Montero y con Juan Carlos Mesa. Me acuerdo que fuimos una semana a Mar del Plata y nos pasábamos de la mañana a la noche armando el programa.
Juan Carlos Mesa decía que “habíamos pensado en una gaseosa y salió un buen vino”. Aquel programa, ambientado en una redacción de un diario ficticio, se convirtió en un clásico, gracias a una fórmula que permitía el goce de una audiencia familiar. El programa salía en forma diaria, a las ocho de la noche, por la pantalla de Argentina Televisora Color. Como se jugaba con la actualidad, el programa se grababa pocas horas antes de salir al aire.
-Mesa de Noticias marcó una época con un humor naif y un elenco que mezclaba a un actor como Gianni Lunadei con una cantante como Silvana Di Lorenzo.
-A mí siempre me gustaron los cócteles explosivos. En radio, tenía a Mariano Grondona y a Minguito, a Rolando Hanglin mezclado con Enrique Pinti. Y tuve a Graciela Borges y a Susana Giménez.
-¿Qué programa hizo Susana Giménez en El Mundo?
-Duró seis meses, iba por la tarde, pero Susana hacía teatro y le era complicado poder hacer radio.
En radio, produjo Sábados para armar con Juan Alberto Mateyko, que duraba ocho horas y se estrenó por la señal de Radio Belgrano. “Mateyko era un conductor con un estilo diferente y una capacidad de trabajo impresionante, es un prócer viviente”.
Sin querer, queriendo
-¿Cómo conoce a El Chavo?
-Estaba descansando, en una siesta en México, cuando lo vi por televisión. Me gustó tanto que pensé que tenía que conocerse en Argentina. Así que compramos con mi socio De Lorenzo, todos los capítulos en U-Matic.
-También lo trajo en vivo.
-Fue descomunal, fui a buscarlos en ómnibus a Ezeiza. Como quería ver la sensación de la gente en la calle, le pedí al chofer que, al pasar por Corrientes y Florida, dijera que se había descompuesto el vehículo. Así lo hizo, cuando íbamos camino al Sheraton. Ante la supuesta falla, les pedí ir caminando, ya que el hotel quedaba cerca y eso evitaba que nos quedáramos dentro del micro una hora, hasta que se solucionase el problema ficticio.
-¿Qué dijeron los actores?
-Estaban enojadísimos. Cuando empezaron a caminar, le pedí a alguien que gritara “ahí está El Chavo”. Lo cual generó un gran revuelo, se comenzó a arremolinar la gente, fue mi propio focus group, pude comprobar que sería un éxito. Necesitaba ese termómetro.
-Más creativo no se consigue.
-Esas eran las cuotas de audacia que yo tenía. Reventamos la cancha de Rosario, después del Mundial, y Tito Lectoure no me alquiló el Luna Park, sino que se asoció cincuenta y cincuenta.
El medio
-¿Cómo ve hoy a la televisión?
-Uno no debe quedarse pegado al ´todo tiempo pasado fue mejor´. Hoy, hay más población en el mundo, pero también una mayor oferta de posibilidades de entretenimiento. Mi crítica es que hoy la televisión es desprolija, porque se fueron de mambo con los límites. Yo crecí entendiendo que los medios de comunicación entretienen, informan y forman, pero hoy el lenguaje está deformado. Tengo que aceptar que tiene que ver con cómo se habla en la calle y que hoy se le permite a un conductor hablar como en la cancha, aunque, en lo personal, me resisto a ciertas cosas. El otro día, estando con un amigo mío, que es periodista y conductor muy conocido, presencié como le llamaba la atención a su hijo, que había dicho una guarangada, y el pibe le dijo “vos lo decís todos los días en la radio”. Hoy si no se mete la puteada y el sexo, parece que no hay humor.
Fernando Marín también fue el responsable de la primera etapa de Calabromas, con Juan Carlos Calabró, y de Juana y sus hermanas, el formato de humor liderado por Juana Molina.
-¿Tuvo fracasos?
-Sí, pero siempre dije que, a mis fracasos, que me los descubran los demás.
-De eso no se habla.
-Yo no los digo.
-Es que la gracia con usted es encontrar el fracaso.
-Tuve dos muy grandes. Uno fue la novela Buenos Aires, háblame de amor, con Ricardo Darín y Nora Cárpena, que salía en horario central por ATC. Y, cuando había picado el rating en horario central, entró Gerardo Sofovich a manejar el canal y le dio celos y bronca. La pasó a las tres de la tarde y la mató. Se sintió el patrón de la vereda porque era el amigo íntimo de Carlos Menem, entonces presidente. En esa época, la Quinta de Olivos era un set de ATC.
-¿El otro fracaso?
-Un programa que se llamaba De aquí para allá, donde uno de los noteros era Marcelo Tinelli, a quien le pagaba dos mil quinientos pesos por mes.
-¿Cuáles fueron los artistas más difíciles con los que les tocó trabajar?
-No tuve grandes confrontaciones, respeto mucho al artista.
Académico
-¿Cómo fue la experiencia como presidente de Racing?
-En mi gestión, Racing fue campeón, luego de 35 años de no ganar un campeonato.
-Mirtha Legrand, agradecida.
-Cuando ganamos el campeonato, estuvo en mi palco, junto con su hermano José.
-¿Qué mundo es más complejo, el fútbol o el espectáculo?
-El fútbol es mucho más difícil que la política.
-Tiene mucho que ver con la política.
-Pero tiene algo peor, el fútbol tiene sentimientos, mientras que el espectáculo, por ejemplo no los tiene. Y, además, el sentimiento del fútbol va acompañado de fanatismo, por eso se ha matado en ese ambiente.
-Sus méritos en el fútbol no fueron pocos.
-De alguna manera, inventé a Mostaza Merlo, que fue muy resistido porque me decían que era “gallina”.
-¿Y el Cholo Simeone?
-Lo fui a buscar a España y, cuando hizo un documental sobre su vida, me lo agradeció en cámara.
-¿Qué valor le da al dinero?
-Está para gastarlo, vivir. No soy preso del dinero. Siempre le dije a mis hijos que ahorren para que no los sorprendan en la vida, pero que disfruten y gasten. Los que viven pensando en el dinero todo el día, se enferman. Además, la mortaja no tiene bolsillos.
Se casó tres veces y tuvo cinco hijos. Con su última pareja lleva 28 años de convivencia. “Las tres se llevan muy bien. Solemos compartir muchas reuniones familiares todos juntos”.
-Al comienzo hablábamos sobre la importancia de los proyectos. ¿Cuáles son hoy esas ideas?
-Seguir con Confesiones y ¿Te acordás de mí?, ciclos que salen por TNT Sports. Y tenemos en laboratorio cuatro o cinco ideas más, una de ellas es Señor astros, en torno a los signos del zodíaco y otra idea vinculada a un texto de Gabriel García Márquez.
-¿A qué material se refiere?
-Eso lo dejamos para la próxima charla, ¿te parece?
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