Verónica Potocko es desarrolladora de telas y accesorios en la firma “Stella McCartney”. Bajo las órdenes de la hija del Beatle Paul McCartney, trabajó en el vestido de novia de Kate Moss y el traje de bodas de Meghan Markle
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“La creatividad, esa cosa tan argentina de atar las cosas con alambre, es una habilidad que tenemos y que es muy valorada. Me he salvado muchas veces por pensar fuera de la caja”, afirma Verónica Potocko, desde Londres. Hace más de 20 años que dejó todo para perseguir su sueño en Europa. Con un título de Licenciada en Diseño de Indumentaria bajo el brazo, además de algunos diplomas de cursos previos que realizó en Gran Bretaña y en Italia, se embarcó en un máster textil en la prestigiosa escuela Central Saint Martins (semillero londinense de donde surgieron gigantes de la moda como John Galliano, Alexander McQueen y la misma Stella McCartney). Una vez egresada, Verónica consiguió trabajo haciendo bordados para “Temperley London”, previo a fichar con Stella McCartney.
“Siempre quise trabajar en ‘Stella’, fue uno de mis objetivos cuando salí de Argentina, pero no lo imaginaba posible porque el nivel era demasiado alto. Había personas que venían de ‘Lanvin’, de ‘Celine’, gente muy preparada y exigente”, señala Potocko. “Empecé cubriendo una licencia por maternidad. El mundo de la moda es chiquito, con muchos recelos por la transición, pero me tuvieron confianza. Cuando terminó mi contrato, cuando ya estaba por irme, me ofrecieron quedarme”, asegura. Hace ya diez años y ocho meses de esto.
El vestido de novia de Kate Moss y el traje de bodas de Meghan Markle
Su tarjeta de presentación precisa el cargo que ocupa en la estructura: Fabric and Trims Manager. “Una especie de desarrolladora de telas y accesorios”, dice Verónica (43). Ella es, en definitiva, responsable de las telas de Stella McCartney. “Hago toda la investigación. Me fascina desarrollar la colección desde el concepto, preparar las muestras, darle forma a la producción, ¡fascinante trabajo! En especial porque para Stella las telas siempre fueron importantes, lo ves con solo repasar el archivo de la marca”. Siempre con la más estricta discreción, como es costumbre en la marca que fundó y dirige la hija del ex Beatle Paul McCartney, desde el vestido de novia de Kate Moss al traje de noche de bodas de Meghan Markle con el príncipe Harry, tuvieron a esta argentina detrás.
Echar raíces en UK
Verónica cursó primaria y secundaria en los colegios Saint Mary’s, Niño Jesús de Praga y Northlands. “Esa formación, lo exigentes que fueron conmigo, me ayudó muchísimo”, sostiene. Está convencida de que resultó una buena base para su paso por el tan estricto como prestigioso Central Saint Martins: “Recuerdo a Carole Colette -una señora francesa aterradora que aún es parte del mundo de la moda-, ¡que te dejaba llorando! Hacer carrera entre los mejores del mundo no fue fácil. Pero es cuestión de perseverar. Una vez me dijeron algo que traducido sería ‘Levántate y ataca de vuelta’. ¡Y es así! Me di cuenta de que yo se lo digo todo el tiempo a mis chicas en la oficina”.
En Inglaterra formó su familia. Verónica se casó con su novio, el argentino Lucas Pedace, con quien tuvo a su hijo Alexander (13). “Nos vinimos a Gran Bretaña los dos juntos”, cuenta sobre su marido economista. Dice que en el hogar que formaron se habla castellano y se mantienen ciertas tradiciones criollas, como el mate y los alfajores. La comunicación con Argentina, por WhatsApp, es permanente. Una realidad muy distinta a la de cuando desembarcó: “La primera vez que vine a Inglaterra todo era deprimente, llamaba a casa de noche desde las cabinas telefónica, todo triste... ¡y carísimo! Gastabas cientos de pounds. Lo mismo los viajes. Hoy puedo ver qué está cocinando mi papá por Skype, la vida cambió”, celebra. Aun así, cuenta Verónica que desconecta lo más que puede de la realidad argentina: “No llego a seguir lo que pasa. Les digo a mis papás, ‘basta, no me cuenten más’, porque es muy intenso lo que viven ahí. No puedo entender como la mente puede ser creativa cuando estás con ese bombardeo todos los días”. Sin embargo, admite que la experiencia argentina, el ‘lo atamos con alambre’ la ayudó a destacarse, “confiando en muestras que no llegaban a tiempo, tiñendo pruebas de telas a mano… las personas no preguntan el cómo, cuando las cosas resultan”, se sonríe discreta.
Slow fashion y un estilo de vida sustentable
“Yo no soy una fashionista. Técnica y creativa, sí, pero no la típica de va siempre de taco aguja. Me la paso cubierta de telas. Hay días en que me arreglo –nunca sabés quien puede caer en la oficina, he visto pasar desde Orlando Bloom a Gwyneth Paltrow- pero soy muy tranquila y las chicas allí también son relajadas”, comenta Potocko. “¿Si diez años es mucho en una empresa? No acá, Stella eligió cuidadosamente a su equipo. Le gusta la armonía y el trabajo bien hecho”.
“En este tiempo, la marca creció, hoy somos 200 y nos mudamos a una zona de Notting Hill donde había antiguas fábricas. Hay muchos creativos de renombre, pero es más tranquilo”, describe Verónica, como si nada.
Trabajar en “Stella McCartney” implica un compromiso con la sustentabilidad. No por nada la diseñadora británica es asesora en desarrollo sostenible del grupo de lujo LVMH. “No hay una psicosis, sí entendimiento. Elegís trabajar en esta empresa, es un tema de respeto. Mi familia siempre fue sustentable. Mis abuelos -fundadores de una importante empresa metalúrgica- siempre mantuvieron esa idea sustentable. Mi papá no dejaba que se tirara nada o no se compraba nada que no se necesitara. Y yo reciclo todo lo posible y amo la ropa vintage”, explica Potocko.
“Creo que la conversación es muy importante. ¿Las personas debaten si es peor usar zapatos hechos con animales o usar zapatos de goma que no se descomponen? El futuro es para los reciclados o biodegradables, como son nuestras zapatillas”, declara Verónica desde su hogar, donde tiene muchos objetos adquiridos en el flea market de Portobello Road. “Me gusta mucho lo vintage en mis sillones y en mi ropa. No soy gran consumista y ¡tampoco tengo tiempo! Además, por trabajar en Stella tengo facilidades para adquirir prendas y así representar mejor a la empresa. Mi guardarropa es 80 por ciento de Stella”.
Verónica acaba de llegar de la oficina. Se traslada en bicicleta y, de vez en cuando, aprovecha el trayecto para intercambiar opiniones con Alberto -“mi segundo marido”, define- que está en Italia, donde hay una fábrica de Stella McCartney. “Es mi roca, superlelal, está en la empresa desde el principio y conoce bien a Stella. Charlando se nos ocurren ideas. Aprovecho ese momento porque al hablar en italiano en la oficina elevamos mucho la voz”, se sonríe mientras gesticula con las manos.
Una argentina en Stella McCartney
-Con doscientos empleados solo en Londres, ¿sabe Stella McCartney de la existencia de Verónica Potocko?
-¡Obvio que sí! (ríe). Soy una del equipo y ella está en el día a día en la oficina. Nos escucha parlotear en italiano y a veces nos carga con palabras que le suenan graciosas. Quiere diseñar, tiene pasión por esto. Busca cosas constantemente y me las pasa. Y tiene cuatro hijos, ¡no se de dónde saca la energía! Porque además de todo lo que hace acá, es muy madraza con sus hijos y le gusta decidir qué se come a la noche en casa. ¡Y cocina! Ni idea cómo hace”.
A diferencia de muchos otros designers que se desligan de la empresa que lleva su nombre, para Stella McCartney llevar las riendas es fundamental. “Ella tiene la última palabra, siempre tuvo el control. A veces cuando viaja se complica, porque debe aprobar todo, pero está bien porque pensá que todo lo que va a la pasarela lleva su nombre”.
“Vas aprendiendo cosas. Por ejemplo, sé que si le tengo que presentarle algo a Stella, siempre mejor un boceto papel o maniquí. Mostrarle algo físico, una muestra tejida en el telar, es mejor además los colores mezclados se lucen más. Acá mueren cuando te ven haciendo algo manual”. En todo este tiempo Verónica tuvo el desafío de trabajar en la industria libre de crueldad y con consciencia social: “Es un placer. Y es que te das cuenta de que hay mucho que podés hacer sin eso, ¡tenés tanto para ser creativa!”, sostiene. Por sus manos nacieron creaciones que dieron la vuelta al mundo, como los tapados con ‘fake fur’ en degradé. “¡Colorear el pelo es fascinante!”, describe.
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