El Hipódromo de Tandil está a oscuras, de fondo se escucha una arenga permanente que no calmará en las próximas dos horas. El Indio Solari quiere hablar. Es marzo de 2016 y el artista cuenta que Mr. Parkinson le anda pisando los talones. Tiene una chaqueta verde militar y un buzo con capucha con rayas blancas y negras que caen sobre un pantalón también holgado. Faltan minutos para el show y el cantante luce un look cotidiano sin pretensión que cambiará un poco al momento de salir a escena.
Cuando comienza "Nuestro amo juega al esclavo", las luces se encienden y el Indio aparece nuevamente con una campera bomber negra acolchada y una camisa de jean entallada, otro ensamble funcional, pero esta vez colmado de actitud. Es un detalle que para muchos puede pasa desapercibido, pero el mayor rockstar de la Argentina tiene algo para decir con su vestuario.
Extraño de pelo largo
La precuela de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, en los 70, muestra a Solari con pelo largo, haciendo artesanías y dibujosque vendía en las ferias de La Plata y en la Galería del Este. Luego comienza a trabajar en El Mercurio, la estampería de Guillermo Beilinson, hermano de Skay. Allí imprimían telas con motivos hindúes para cortar vestidos, remeras y pañuelos. "Más que hippie, fui psicodélico", define en Recuerdos que mienten un poco (Sudamericana), la flamante autobiografía que acaba de editar junto con Marcelo Figueras.
Oficinista o piscodélico
Cuando los Redondos se instalan en Buenos Aires, a comienzos de los 80, el Indio empieza a vestirse como un oficinista. Camisas dentro de pantalones sastreros, una calva a medio afeitar y bigote. Un look inusual para una década variopinta, colmada de glamour y estilos que se consagran en la música.Todo ese bombardeo de novedad de la estética de los 60 quedó entre paréntesishasta los 90, la década en que los Redondos alcanzan la dimensión de estadios, mientras el Indio comienza su romance perpetuo con Nueva York y a gestionar su guardarropa en las tiendas de moda de la ciudad que nunca duerme. Ya pelado a cero, el Indio luce remeras, camisas a cuadros y con estampas psicodélicas. Algunas de estas piezas quedaron exhibidas en la muestra que en 2015 lo tuvo como protagonista en la Biblioteca Nacional, como la remera de la geisha con la que cantó "Jijiji" en los shows de Huracán de 1994.
Moderno y refinado
Carlos Alberto Solari tiene 70 años, y mantuvo la identidad en el hacer, no en el aparentar. Se viste práctico, prendas básicas, como jeans, pantalones chinos, remeras y camisas de manga corta acompañadas, como regla, por lentes de sol y el gorrito deportivo. En los pies siempre calza el modelo Uriarte de la marca 28 Sport: él les dice "los zapatos de yosapa".
Mirar a Solari a través de una lente esteta permite analizar su apariencia, no como una forma de imponer modas, sino para descubrir signos de una identidad que desarrolló con el paso de las décadas. Los lentes y el gorrito son su marca personal. Una especie de camuflaje urbano para sostener el anonimato. Se sumaron las camisas y las camperas que el Indio estrenó cada vez que se subió al escenario.
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