En su espacio de trabajo, la mano mágica detrás de las piezas cerámicas de ThiaraK, replica, casi sin quererlo, la esencia única de sus diseños.
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En vísperas del Día del Trabajador, celebramos el talento de quienes se dedican a artes y oficios artesanales. Por eso, recorremos el taller de la Karina Contini que convirtió un luminoso espacio de 100m 2 en Paso Yrigoyen –una antigua fábrica de Vicente López devenida en cancherísimo complejo de lofts– en su taller, donde produce las piezas cerámicas de ThiaraK.
“Con el mobiliario seguí el estilo industrial que propone la construcción. La calidez la dan los objetos, que seleccioné concienzudamente: una mezcla de piezas vintage, regalos y diseños de emprendedores”
Las banquetas que acompañan al gran mueble tienen cadenas de bicicleta y otros elementos reciclados, todos diseños únicos (Bruto).
La mesa fue la primera decisión: quería que fuera enorme, central y alta. Es que en algún momento quiero armar talleres con cena y cata de vino; es una idea que tengo revoloteando
Entre las técnicas que desarrolla Karina para sus objetos se destaca la de “escamas”, por la que acaba de obtener el sello Sello Buen Diseño Argentino, una distinción destinada a productos innovadores y sustentables que fomenta la proyección internacional marcas locales como ThiaraK.
En la estantería de madera de laurel y hierro de 2x3m (Vienede + Bruto), piezas propias y objetos varios, como un terrario (Alalma), un canasto de alambre (Euge Cozzani) y cajones antiguos para acomodar petates.
Las paredes de ladrillo pintadas de blanco y el piso de cemento alisado ya estaban. Y funcionaron de maravilla como base: neutra, pero con onda.
En el descanso de la escalera que va a la terraza, suculentas en macetas de barro sobre cajón de hierro (todo de Alalma). Debajo, horno cerámico modular (Simcic), carro de súper (Garplast), y banco de madera con cajón plástico para guardar materiales. Sobre una mesa de madera, la laminadora, regalo del marido de Karina, caja pintada (Vero Palazzo) y pino de suculentas (María Pizzi). A un lado, escalera perchero (Bruto) y arriba, reloj Bifora, cajón tipográfico y memo de madera recuperada (Vero Palazzi).
“Tengo una clara faceta cachivachera: veo una pieza descartada y le imagino un uso insólito. Para llevar mis inventos a la práctica, puse en contacto a los genios de Emiliano del Pino, carpintero de Vienede y Facundo Rotondo, herrero de Bruto”.
"Ubiqué las estaciones de trabajo en el perímetro del taller, siguiendo un recorrido. No bien entrás, ves las piezas terminadas. Después, las bizcochadas, las crudas y, recién al final, el torno, que en realidad es el inicio".
“Mi fascinación con esta heladera Sigma de mi abuela era tal que me la terminó regalando”.
"En la cocina, sumé una puerta intervenida, y al baño blanco quise darle un estilo industrial bien marcado. Tenía la idea fija de las chapas acanaladas. Mi marido salió a dar vueltas hasta que dio con este lote, ¡en un basurero!".
Al ambiente le sumó pallets (Diseño & Pallets), espejo (Antes Pue), cortina de lino (Qué Bonito, Cosas Lindas), toalla de lienzo (Ramos Generales) y difusor de varillas (Bohemia Velas) sobre la bacha con grifería cromada (Ramón Soler).
“Me apasiona conectar a las personas para que potencien sus proyectos. Me encantaría que mi taller se convirtiera en un punto de encuentro, un semillero donde gente talentosa dé clases, workshops o intercambie experiencias”.