Por desconocimiento, un lugareño creyó que estaba huérfano, pero la madre lo había dejado escondido a propósito; ahora intentan rehabilitarlo.
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Escondida entre la vegetación. Con tan solo una semana de vida, una cría de Ciervo de los Pantanos esperaba a su madre entre los matorrales, justo donde ella lo había dejado mientras se alejaba por unos minutos para luego regresar y amamantarlo. Pero el lugareño que vio al animal, quizás por falta de conocimiento, interpretó que estaba huérfano o abandonado y lo sacó de su hábitat.
Su cordón umbilical estaba seco, por lo que el Guardaparque del Parque Nacional Ciervo de los Pantanos que recibió el aviso del rescate pudo saber que tenía una semana de vida y estaba, a grandes rasgos, en buen estado de salud. El animal fue derivado al Centro de Recuperación de Especies (CRET) de la Fundación Temaikèn. Al llegar recibió atención médica primaria y quedó alojado en el ambiente de internación acondicionado para cérvidos crías.
El ciervo, una especie en peligro de extinción
A solo 40 kilómetros de la ciudad de Buenos Aires, en el Delta del Paraná, vive el ciervo autóctono más grande de Sudamérica: alcanza los 2 m de longitud y 1,20 m de altura hasta la cruz. Habita preferentemente en regiones muy húmedas o anegadizas, donde su habilidad natatoria le permite desplazarse con facilidad; la densidad de la vegetación lo protege de los predadores y lo provee de alimento. Aunque este, lamentablemente, no había sido el caso.
La subpoblación del Delta, donde fue encontrada la cría, ha sido categorizada “en peligro de extinción”, y la situación se agrava en el Bajo Delta o Delta Inferior. Ahí reside su población más austral y la más singular desde el punto de vista genético. “Las principales problemáticas que afectan a la especie en el Bajo Delta son la caza furtiva, los cambios ambientales impuestos por la expansión ganadera y la producción forestal, la tenencia ilegal y los ataques por parte de perros cimarrones. Por eso, para nosotros, significó un gran desafío sacar adelante a la cría y poder asegurar que, una vez que tenga porte de subadulto, pueda ser liberado a la naturaleza, donde pertenece”, explica Natalia Demergassi, Coordinadora de Manejo y Ciencia Animal de Fundación Temaikèn.
“El comportamiento materno implica dejar a la cría escondida”
Pesaba 7 kg en el momento del ingreso. Al ser una cría tan pequeña se monitoreó de forma diaria su peso para evaluar crecimiento. “Las causas de ingreso de animales como este ciervo son varias: desde mascotismo, lesiones traumáticas por atropellamiento o contusiones (por el paso de tractores y que por el comportamiento de ocultar la cría no es detectada), hasta personas que por desconocimiento los encuentran en sus ambientes naturales y capturan creyendo que están abandonados o huérfanos. Pero, en realidad, la especie es un cérvido y el comportamiento materno implica dejar a la cría escondida y salir en búsqueda de alimento para poder mantenerse y además producir leche suficiente para sostener la crianza”, aclara Demergassi.
Sin embargo, existen casos de animales que han sido criados por humanos y en los que el grado de impronta es muy elevado: asocian al hombre con aspectos positivos como la alimentación y esto hace que se acerquen a lugares poblados en donde son vulnerables a cazadores -que los llevan como trofeos y venden sus derivados (cuero, cornamenta, carne) y en mucha menor proporción, también los usan para consumo- ataques de perros y accidentes viales.
Para evitar la impronta en las primeras etapas del desarrollo y la familiarización con el ser humano, y también apuntar, en etapas posteriores, a su liberación desde su llegada al CRET, comenzó a alimentarse a través de ventanas en el corral donde está alojado. Esto permite únicamente el ingreso de la mamadera. De esta forma, los cuidadores evitan ser vistos y realizan leves golpes con la mamadera en las maderas del ambiente para dar aviso o señal de llegada de la leche.
“Cuando hablamos de rehabilitación comportamental es fundamental asegurar que los individuos no asocien al humano como fuente o provisión de alimento. Por eso la crianza manual o asistida se realiza a través de ambientes donde podamos entregar la dieta sin ser vistos o relacionados con el ingreso de alimento. Otro punto importante es que estén adaptados a la dieta a la que accederán en su ambiente. Con ese criterio se incorporan gradualmente ramas de plantas nativas que consumen y que se producen en el vivero del CRET y plantas acuáticas de los ambientes que habitan. Además, se monitorea y verifica que pueda desenvolverse presentando comportamientos naturales al alimentarse, desplazarse, descansar, que busque refugio, todo a través de observaciones por cuidadores, equipo de comportamiento y con la asistencia de cámaras colocadas en los ambientes donde se alojan”, dice Lina Zabala, Coordinadora Operativa de Rescate de la Fundación.
La evolución del ciervito fue favorable. Actualmente el animal tiene dos tomas, a primera y a última hora de la jornada. Durante el día se le presenta dieta sólida que consta de vegetales y alimento balanceado. Además consume pasto y hojas de ramas de los corrales donde se aloja. Independientemente de la causa de ingreso, y además de atender cada caso clínico-médico, todos los ciervos pasan por una cuarentena donde se realiza un chequeo general completo. Esta acción permite conocer más datos sobre la salud de cada animal que ingresa, pero también constituye un “termómetro” ambiental que habla de la salud de las poblaciones y aporta a la vigilancia epidemiológica de varias enfermedades. Mientras, los cuidadores confían en que seguirá evolucionando favorablemente y esperan el momento en que puedan liberarlo. Para ello deben esperar que sea totalmente independiente respecto de la alimentación y que tenga porte de subadulto, aproximadamente al año de edad.
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