La historia de Il Matterello es la historia de una familia llegada de Italia que supo conquistar el paladar de diferentes generaciones.
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Los ravioles con tuco y estofado son pura poesía. Los tortelli de espinaca y queso vienen con una adictiva manteca quemada con ajo. Y qué decir de los tagliatelle con ragú, representantes de la férrea tradición italiana. Estos son algunos de los platos que se sirven en Il Matterello, el restaurante nacido hace 29 años en La Boca que a lo largo de las últimas tres décadas supo recibir a grandes artistas, políticos, personajes de la farándula y empresarios, todos enamorados por igual de los sabores y el ambiente de esta casa icónica.
La historia de Il Matterello es la historia de una familia; Carmela, nacida en Módena, en la región de la Emilia Romaña, al norte de Italia; y Juan Bautista, nacido ya en Argentina de madre marchigiana y padre genovés. Se les suman Lili, Sandra y Fernando, los tres hijos de esta pareja que son los que hoy continúan a cargo del lugar. “A los 60 años, papá -que era mecánico naval- decidió cambiar de rubro y compró este viejo conventillo para reconvertirlo en un restaurante. La cocina de mamá era excelente y él quería demostrarlo. Ella a su vez había aprendido de Lorena, nuestra abuela”, cuenta Lili. “Matterello es el palo de amasar; pero también es una manera de decir loquito, y a papá le decían que estaba loco por pensar en poner un restaurante”.
Un vecino de buen comer
Vecino a la cancha de Boca, Il Matterello no esconde su pasión por los colores azules y amarillos, pero lo hace en un ambiente elegante dedicado al buen comer. Las pastas son protagonistas, y se les suman el risotto y entradas como las aceitunas fritas a la ascolana, las berenjenas en aceite y los hinojos gratinados, entre más opciones. El salón tiene mesas espaciadas y por los ventanales al frente entra la luz del día. En una habitación del primer piso se elaboran cada día las famosas pastas de la casa, utilizando un puñado de ingredientes básicos: una harina 0000 de buena calidad, huevo y mucha paciencia para realizar cada variedad a mano, con una técnica aprendida a fuerza de la costumbre.
“Papá tenía las cosas bien claras: cuando abrimos contrató toda gente sin experiencia, para que fuera mamá la que les enseñara cómo hacer los tortelli, los tortellini, el relleno de los canelones, los ravioles, los tagliatelle y los pappardelle. Ella iba a la cocina y les mostraba, insistiendo con detalle: así hay que poner los dedos para cerrar un tortelli; de este tamaño tienen que ser los tortellini”.
La mesa 1, ubicación estratégica
Con varias generaciones de clientes, muchos recuerdan a Carmela sentada en la mesa 1, la que está junto al pasillo de entrada, almorzando y cenando cada noche en Il Matterello, controlando desde esa posición estratégica que todo saliese bien. Siempre estaba bien vestida y coqueta, con su collar brillante, su rodete perfecto y sus maneras delicadas. “Con papá formaban una pareja muy elegante”, recuerda Sandra.
Juan Bautista falleció en 2001. No pudo estar en el cumpleaños número 15 de Il Matterello, que se festejó a lo grande en el salón del restaurante con una enorme torta con cintitas, cotillón y cantantes líricos del Colón que cada tanto sorprendían con una ópera. Carmela murió varios años después, en 2017, y son todavía muchos los clientes que la evocan sentada en su mesa de siempre.
“Acá tenemos un duende, no sé si será papá o mamá, pero cada tanto hacen de las suyas. Un día estábamos sentados en una mesa con la periodista de La Nación Alicia Delgado -ella fue la que nos hizo nuestra primera nota- pensando en hacer un homenaje a mamá y de pronto se cayó un cuadro con una foto familiar al piso; seguro era ella que estaba por ahí”, cuentan.
Veladas con deportistas, políticos y famosos
Sobran las anécdotas que sucedieron en las mesas de Il Matterello, con la presencia de importantes políticos (de todo el espectro), deportistas (desde Bianchi a Del Potro) y más. Hubo en especial una época en la que este restaurante supo ser copado por algunos de los artistas más provocativos del país, como Rogelio Polesello, Luis Felipe Noé y Leopoldo Presas. “Eran veladas interminables, donde se comía y también se bebía mucho. Era muy divertido y nos resultaba imposible echarlos”.
Por allí pasaron también Caloi, Fontanarrosa, Quino, Violeta Rivas y Néstor Fabián, entre tantos más. “Joan Manuel Serrat nos quiere mucho; viene cada vez que está en Argentina; también era habitué Eduardo Galeano, una persona muy cálida con la que charlamos mucho. Vino Francis Ford Coppola, Jim Jarmush; ¡incluso una vez lo saqué a bailar chamamé a Baryshnikov entre las mesas!”, recuerda Lili. Así es el ambiente de Il Matarello, un lugar que deambula en equilibrio entre cierta elegancia tradicional y un costado familiar donde no faltan los brindis de mesa a mesa, los saludos efusivos y las bromas entre clientes y camareros.
En sus mejores épocas era siempre necesario hacer cola para entrar a Il Matterello. Venían personajes y empresarios de toda la ciudad, estacionando sus autos de lujo en la puerta. Con el cambio de generaciones, muchos nuevos clientes empezaron a dudar de ir hasta La Boca, un barrio que muchas veces parece más lejos de lo que realmente está, a solo diez minutos del Centro. “Es fácil de llegar, es mucho más seguro que otros lados del barrio, pero aún así, viendo esto, decidimos sumar un socio nuevo para abrir una sucursal en Palermo”, cuentan. Ubicado en la esquina de Gorriti y Thames, y supervisado diariamente por Estela -también parte de la familia, es la mujer de Fernando-, el Il Mattarello de Palermo utiliza la misma pasta que se elabora en la casa matriz. “La realidad es que a Palermo va mucha más gente que a La Boca, pero para nosotros ésta sigue siendo la nave nodriza; la cocina podrá ser la misma pero acá tiene otro sabor”.
Los tres hermanos son hoy el espíritu y la estructura que sostienen a Il Matterello en pie: Sandra es arquitecta y fue la que estuvo a cargo de la obra inicial en 1993. Fernando se da maña con las herramientas e insiste en encargarse él mismo del mantenimiento de los locales. Lili es la más extrovertida y trae ideas como lo fue en su momento armar el cumple de 15 del restaurante. Sus hijos -es decir, los nietos de los fundadores- también sienten el lugar como propio, ayudando a veces en el servicio mientras terminan sus respectivas universidades.
La carta de Il Matterello se mantiene casi idéntica a la de sus inicios, sumando cada tanto alguna mínima concesión al paladar porteño. Es famoso el lemoncello, también el tiramisú y los tortellini servidos en caldo, un clásico de Bologna. “Si alguien corta la pasta con cuchillo, me acerco para decirle que eso no se hace; ¡es que realmente le cambia el sabor!”, reta Lili.
Carmela solía decir que las recetas de Il Matterello no tenían secreto alguno. Así es: no se trata de un ingrediente más o menos. El verdadero secreto reside en el modo de elaborar lo que hacen, el orden en que mezclan las materias primas, la forma en que se dobla y se corta la masa. El secreto es su historia, los platos repetidos año tras año, comida tras comida. Es el sabor íntimo de una familia que continúa en el tiempo.
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