Tacos, quesadillas y café de especialidad es la fórmula de Barragán Lonchería y Café, donde la comida típica mexicana y su local le rinden homenaje a un reconocido arquitecto.
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Fanáticos de los huevos rancheros y del café de especialidad, cuatro amigos de treinta y pico transformaron una peluquería de barrio sin brillo en la primera lonchería de la ciudad, donde las referencias al color, la luz y las texturas invitan a viajar a México. Honrar la trayectoria del arquitecto Luis Barragán fue el punto de partida para crear una experiencia sensorial que hoy sacude la modorra de la zona. En la frontera que bordea Caballito Norte y Paternal, los coloridos platos a base de carnitas, frijoles y mole se mezclan con pastelería gourmet y granos certificados que llegan desde Brasil. Y levantan la apuesta de una zona que recibió con los brazos abiertos la invitación a saborearlos.
Todo queda entre amigos
Sebastián Popritkin y Agustina Lanteri egresaron de la Escuela de Arte Gastronómico con la certeza de “hacer algo juntos”. Buscaban una zona tranquila, fuera de los contornos de Palermo. Y se asociaron con los hermanos Fermín y Francisco Vessena, creadores de Fat Burguer, para darle forma a la lonchería donde el café de especialidad, la pastelería y las delicias mexicanas son furor.
Para lograr la identidad y el estilo del lugar Sebastián convocó a su pareja, la arquitecta Sheila Aidenbaum cuyo último final repasó la importancia de la geometría y el contraste de la luz, dos de los hitos de Luis Barragán. El mexicano, considerado como el creador de la arquitectura emocional, ganó el premio Pritzker en 1980 (similar al Nobel, pero de Arquitectura). Junto a Ivana Aprosoff, su socia en el estudio Urbain, empezaron a soñar el proyecto que propone un equilibrio entre lo tradicional y lo actual. “Barragán se crió en una hacienda mexicana, donde valoraba la tierra, los materiales, los ladrillos por sobre todo. Las tonalidades, los efectos del color y los volúmenes geométricos se reflejan en toda su obra”, señala Sheila.
Un menú que rescata la típica comida al paso
Detrás de la carta que rescata la memoria emotiva de la típica comida al paso mexicana los hermanos Fermín y Francisco Vessena, trasladaron la experiencia de las loncherías (el lonche es un sándwich) a la planta baja del edificio en esquina que cruza Nicasio Oroño con Apolinario de Figueroa. Entre los aciertos, la opción de brunchear de corrido aplica para desayunos, almuerzos y meriendas tardías (el local cierra a las 20). Tríos de tacos con hierbas frescas, dúos de aguate y maíz con cebolla morada, quesadillas divorciadas (con chorizo toluqueño rojo y verde) y pasteles de tres leches con coco tostado y merengue son los protagonistas. A diferencia de las loncherías mexicanas, el menú de Barragán lleva dedicación, diseño, ingredientes de calidad y hasta flores frescas para decorar los postres.
La vajilla también dialoga con la impronta del arquitecto mexicano. De cerámica rústica en tonos rosados contrasta con el azul Frida Kahlo que domina el mobiliario. Sin embargo, el tono terracota se lleva todas las miradas. “Queríamos calidez. Nos costó muchísimas pruebas, más de 20, dar con el color adecuado. El terracota es cálido, remite a la tierra y la Naturaleza. Está inspirado en los mini ladrillitos decorativos del edificio, un revestimiento de los años 70 que tomamos como punto de encuentro”, explica Ivana.
Los pisos calcáreos originales se conservaron para acentuar el contraste de materiales. Arpillera y madera para las sillas, ladrillos comunes en la barra, mesas y bancos metálicos para comer afuera y aprovechar el sol. El gran ventanal que oficia como mostrador fue una decisión marcada por la pandemia. Como Barragán levantó su persiana en agosto de 2021, plena fase de aislamiento, la modalidad take away se impuso a la estética del local donde todo está a la vista. En apenas 42 metros cuadrados, se acomodaron la cocina y las 7 mesas interiores.
“Cuidamos los aromas”
De la máquina de café gastronómica –una imponente Big Dream Speciality traída de Barcelona- salen americanos, espressos, macciatos, moca mole especiados y avogattos, deliciosos helados de aguacate, granola de cacao y café (de Mina Gerais, Brasil, varietal Oeiras Rojo, 100% orgánico).
La variedad de aguas frescas en botellas envasadas que combinan remolacha, kale, pomelo o semillas de chia completan el menú brunchero. “Apostamos por productos frescos, naturales y orgánicos para darle una vuelta de tuerca a la comida mexicana. Somos muy exigentes con las tortillas, por ejemplo, que son la clave de los tacos. Por eso elegimos el proceso de mixtamalizado, donde los granos secos se cuecen y se sumergen en una solución alcalina”, apuntan Sebastián y Agustina. Y rematan: “Si bien nuestro fuerte son los tacos y quesadillas, no hacemos cosas grasosas. Cuidamos los aromas. De acá no te vas con olor a frito en la ropa”, remata Sebastián.
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