El 2019 fue un año de quiebre para Carla. Lo que pensó que era un cáncer de mama con una mastectomía como tantas veces había leído y escuchado, tomó un rumbo inesperado e impensado.
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Carla De Stefano (45) fue mamá por tercera vez a los 38 años, enseguida se separó en muy malos términos, perdió su negocio y todo eso hizo que se olvidara de que tenía que hacer la mamografía de rutina de los 40 años. Hasta que en septiembre del 2019 el cuerpo le hizo un llamado de atención: un bultito en la mama derecha le dio aviso de que el control no se podía dilatar más.
“Me hice una mamografía por ese bultito y resultó que eso no era nada pero sí me encontraron microcalcificaciones del tipo carcinoma in situ en la otra mama. Las microcalcificaciones no se palpan, no duelen y solo se ven con una mamografía, ahí tomé conciencia de la importancia de hacerse el chequeo de forma regular”, explica Carla.
Mastectomía de la mama derecha
Lo primero que le mandaron a hacer fue una biopsia, cuando el resultado dio que las microcalcificaciones eran malas. Carla habló con un oncólogo conocido cercano a ella quien le dijo que probablemente no se iba a morir de esto pero que si lo dejaba así se podía transformar en un cáncer. Carla sintió que el mundo se le venía abajo, recuerda aquellos días de angustia en los que estaba en la plaza, miraba a sus hijos jugar en el tobogán y pensaba “¿hasta cuándo los podré traer a la plaza?”, o se imaginaba pelada por la quimio. “Uno cuando se entera de algo malo, sumado al desconocimiento, lo primero que piensa es en el temor a la muerte, de repente la tenés a la vuelta de la esquina. Con hijos chicos uno se imagina que le va a pasar algo malo cuando seas abuela”, en ese momento sus hijos tenían 14, 9 y 4 años.
Carla desconocía que existía el diagnóstico que le dieron, le explicaron que era lo que antiguamente se llamaba cáncer encapsulado, no es invasivo, las células malas no traspasan, en su caso estaban todas adentro de los conductos de su mama derecha. En algunos pacientes es solo un sector, pero en su caso era toda la mama. ¿La solución? Una mastectomía. Por las dudas consultó con otro oncólogo “una cuando tiene mamas va feliz con el escote por la vida y cuando te das cuenta de que te falta una sentís que te sacan una parte de femineidad, es bastante heavy, igual lo tomé bien dentro de todo porque me aferré a las cosas positivas, pero bueno, cuando lo pienso es fuerte, es muy simbólica una mama para una mujer”, admite Carla.
En diciembre se hizo la mastectomía. Pasó poco tiempo entre aquel bulto y la cirugía, su fin de año pasó en una vorágine de médicos, diagnósticos y miedos. Se repetía a sí misma casi como un mantra “No tendré una teta pero tengo vida”, es que Carla es, ante todo, una mujer agradecida por su existencia, pese a los golpes recibidos el último tiempo, que fueron muchos.
Un camino por los quirófanos
En aquella primera operación le pusieron un expansor al que luego le irían inyectando una solución mes a mes para ir estirando la piel y prepararla para la colocación de una prótesis mamaria. “Pero tuve mala suerte porque en el quirófano me entró una bacteria y se me infectó. En marzo volví a entrar al quirófano, me sacaron el expansor y quedé de nuevo con una teta nula, una teta grande y nada en la otra con todo lo que eso conlleva a nivel intimidad. Yo me había puesto de novia hacía re poco y tenía relaciones con corpiño, porque con la teta en reconstrucción me daba tanto pudor que hasta en lo íntimo te afecta”, revela Carla abriendo su corazón a un pudor que padecen cientos de mujeres.
Decidieron sacarle el expansor y hacer una reconstrucción basada en la lipotransferencia: le sacan grasa del abdomen y la van colocando en la mama, pero como no se pueden colocar más de 200cm cúbicos por sesión habría que entrar dos o tres veces más a quirófano. El proceso prometía ser largo… ¡y en plena pandemia!
En paralelo en el mes de marzo empezó a tomar tamoxifeno, una droga que se utiliza para las mujeres que tuvieron cáncer de mama y con la que se busca evitar en un porcentaje la recurrencia. Viene asociada a varias contraindicaciones como por ejemplo no quedar embarazada porque puede provocar malformaciones, le aclararon que como te altera el endometrio no hay que pensarlo como un método anticonceptivo pero que es muy improbable quedar embarazada. También puede provocar una menopausia precoz y otras contraindicaciones. Para abril Carla empezó a sentir los primeros efectos secundarios: la menstruación dejó de llegar.
El efecto secundario menos pensado
Llegando al final del 2020 Carla estaba angustiada, sentía que todos los efectos del tamoxifeno le habían tocado a ella y encima tenía que seguir tomando el remedio por cinco años más. Se sentía gorda, muy cansada, con mucho sueño y lo que le parecía una evidente menopausia precoz. El médico le explicó que era común que uno engorde un poco pero ella había subido 6 kilos. “Me dijo que vayamos pidiendo quirófano para el 5 de enero, me revisa la mama y me dice que está muy distinta a la última vez así que me pidió que no siguiera engordando porque no me las iba a poder equiparar. Como la piel se estira hasta un punto no me podía poner una silicona enorme para que se asimile a la otra mama”, cuenta Carla de ese momento en el que se fue angustiada y muy preocupada.
Dos semanas después de ver al mastólogo Carla se dio cuenta de algo: “estaba tan gorda y amargada que me miro la panza y digo loco esta panza está triangular, esto no es panza de gorda. Entonces le digo a mi hija de 14 años, esto es panza de embarazo. Fui y me compré un evatest porque hice como un clic, yo no me veía, me tapaba, como me sentía gorda ni me miraba al espejo y usaba vestidos holgados, era una negación que tenía. Y de repente miro la panza en perspectiva y me doy cuenta”.
Cuando vio el positivo en el test casero de embarazo se fue corriendo a la guardia, su primera reacción fue de una enorme angustia. “Yo pensé que me iba a tener que hacer un aborto porque el remedio lo decía claramente, no quedar embarazada, así que fui con una angustia terrible”, cuenta Carla. Llegó y le explicó a la ginecóloga toda la historia, le hicieron una ecografía y apenas le apoyaron sobre la panza el corazón del bebé empezó a latir “17 semanas y 3 días de gestación”. “¿¡Quéeeee?!”, Carla no lo podía creer, salió más angustiada todavía. Pero para su suerte la ginecóloga de guardia era genetista y mientras se hacía la ecografía ella investigaba sobre el tema. Carla se sentía culpable, repasaba en su cabeza cuando había tomado alcohol o el gimnasio al que se había anotado para poder bajar de peso. Lloraba sin parar. “Es muy común que cuando una persona toma una medicación nueva todas las situaciones que te pasen a nivel físico se las adjudiques a los efectos colaterales del remedio y no a otra cosa. Yo lo adjudicaba todo a algo negativo, jamás se me hubiera ocurrido adjudicar a algo relacionado justamente con la vida”, explica Carla que confiesa que incluso una vez acostada boca arriba había empezado a ir mucho al baño y tenía hinchado el abdomen entonces pensó que capaz tenía un tumor en el útero.
“La genetista me calmó un montón y me dijo que solo habían 200 casos reportados en el mundo de embarazo con tamoxifeno y de esos un 15% de bebés nacieron con problemas. Yo le digo que fui mentalizada a que tenía que abortar y me dijo que no, vos tenés un 80% de probabilidades de que salga todo bien. Ahí me puse a llorar con una mezcla de alivio, esperanza y amor. Salí mucho más aliviada de lo que entré”, dice Carla.
Lo vio al mastólogo que no podía creer lo que estaba pasando y le dijo que la esperaba unos meses después de que nazca su bebé para seguir con la reconstrucción de su mama derecha. La oncóloga también le dijo que podía interrumpir la medicación sin problema por estos meses. Se hizo la ecografía de scan fetal para chequear que estuviera todo bien a nivel morfológico y un estudio genético que también arrojó excelentes resultados.
Una nueva revancha
Carla espera un varón que nacerá el mes que viene. El papá es Hugo, su novio que conoció por tinder unas semanas antes de su mastectomía.
Los últimos años para Carla no fueron fáciles, su ex se borró por completo a nivel económico y la dejó sola con el pago del colegio de sus tres hijos, la prepaga, una cuota hipotecaria y con un local de decoración en San Isidro con empleados que ella tenía a su cargo que antes pagaba la mitad de todos los gastos y ahora el 100%, sumado un juicio laboral por parte de su cuñada, eso llevó a que tuviera que cerrar su local luego de 20 años. “Uno pretende para sus hijos un colegio privado y prepaga, pero cuando no ves la opción de que tengan eso te das cuenta de que pueden ir a un buen colegio público, que el hospital materno infantil de San Isidro es buenísimo. No es lo ideal, yo soy abogada y no estudié para no poder tener prepaga para mis hijos, pero bueno, te ponés a pensar y decís hace un año estaba enfrentándome a la muerte y ahora tengo vida en la panza, para mí eso es un milagro”, dice Carla con la voz quebrada y los ojos llenos de lágrimas.
Le cuesta hablar, la emoción la invade. “Como voy a pensar en no proseguir con algo así cuando la vida me pone la muerte y la vida en un mismo año cara a cara sin esperarlo. De tener miedo a morirme ahora a tener esperanzas de tener un nuevo bebito. Lo económico y bueno, donde comen tres comerán cuatro. Lo más importante es el afecto y eso por suerte todavía no tiene costo. Hugo pasó todo el tiempo diciéndome que quería tener hijos conmigo y yo le decía gordo no me hables de eso porque yo no puedo, y que de repente pasa esto es como muy fuerte”, a Carla se le quiebra la voz, aún se emociona al recordar todo lo vivido este último tiempo.
Recibió un cachetazo atrás de otro, pero se agarró de lo positivo, de que su cáncer no era invasivo, de que la ausencia de su mama tenía soluciones estéticas, “Basta, no me voy a caer abajo por una teta menos”, se dijo un día. Es que reconoce que cuando tenés tantos problemas a veces te ayudan a ser fuerte con otros nuevos que van apareciendo.
La vida le dio revancha, espera su cuarto hijo, se volvió creativa y vende su negocio por su cuenta de Instagram @chulatiendadeco “lo veía como una cosa utópica, pero ahora literalmente mis hijos comen de lo que vendo por Instagram, no lo puedo creer, pero fue un laburo de hormiga, tratar de ser positiva y abrirse al público que es también parte de esto y genera empatía”, reconoce feliz.
Siente que la moraleja de todo lo que le pasó es que ante la dura caída hay que tratar de seguir siempre adelante, “no termina todo acá, puede haber un mañana y voy por ello”, asegura.
La entrevista fue realizada en marzo de 2021, hoy Carla es parte de los nuevos integrantes de la casa de Gran Hermano, su hijo tiene dos años y sigue en pareja con Hugo.
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