Por qué sufrimos de calambres nocturnos y cómo hacer para evitarlos
Los calambres no discriminan: desde deportistas hasta embarazadas, pasando por adultos mayores, nadie está exento de sufrir estos espasmos que interrumpen el sueño y causan preocupación
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La noche avanza tranquila y, de repente, un dolor agudo e insoportable te despierta. Tu pierna se tensa involuntariamente y el músculo parece tener vida propia. Este escenario, familiar para muchos, describe uno de los malestares más comunes y enigmáticos: los calambres nocturnos.
Estos episodios de contracción muscular involuntaria, que suelen afectar principalmente las pantorrillas, los pies o los muslos, pueden transformar una noche de descanso en una experiencia agonizante. Aunque generalmente duran solo unos minutos, sus efectos pueden persistir durante horas e incluso días, alterando significativamente la calidad de vida de quienes los padecen.
A pesar de su frecuencia, la ciencia todavía no ha logrado descifrar completamente el origen de este fenómeno. Christopher Hogrefe, profesor de cirugía ortopédica en la Universidad del Noroeste, señaló a la revista Men’s Health: “Es por ello que ahora los estudios apuntan a causas más estructurales, como podría ser tener los pies planos o problemas circulatorios”.
Diversas teorías intentan explicar su aparición. Algunas apuntan a la fatiga muscular por ejercicio intenso, mientras que otras sugieren problemas nerviosos o efectos secundarios de ciertos medicamentos. El embarazo, la edad avanzada y determinadas condiciones médicas también se asocian con una mayor predisposición a sufrir estos espasmos nocturnos.
Ciertas condiciones aumentan la probabilidad de experimentar estos molestos episodios. Los adultos mayores, debido a la pérdida natural de masa muscular, son particularmente susceptibles. Los deportistas, especialmente quienes practican en condiciones de calor intenso, también se encuentran en el grupo de riesgo debido a la posible deshidratación.
Las mujeres embarazadas no están exentas de este malestar. La retención de líquidos, el aumento de peso y la compresión de nervios durante la gestación crean el escenario perfecto para la aparición de calambres, especialmente durante las horas de sueño.
Aunque no existe una solución definitiva, diversas técnicas pueden ayudar a aliviar y prevenir estos episodios dolorosos. La American Cancer Society recomienda: “Ejercita las piernas en la cama, flexionándolas y estirándolas diez veces, dos veces al día. Un familiar puede moverlas por ti si no puedes hacerlo”.
La hidratación adecuada juega un papel crucial. Curiosamente, un estudio publicado en Medicine & Science in Sports & Exercise reveló que “el jugo de pepinillo puede ser de gran ayuda en los segundos posteriores al calambre”, ofreciendo una alternativa natural y accesible.
Para quienes sufren episodios frecuentes, los expertos sugieren algunas medidas preventivas:
- Realizar estiramientos suaves antes de dormir.
- Mantener una hidratación constante a lo largo del día.
- Utilizar calzado adecuado que brinde buen soporte.
- Evitar que las sábanas aprieten los pies durante la noche.
- Considerar el uso de una bicicleta estática a ritmo tranquilo antes de acostarse.
Si bien los calambres nocturnos suelen ser inofensivos, su persistencia o intensidad pueden ser indicadores de problemas subyacentes más serios. Condiciones como la estenosis lumbar, problemas circulatorios o desequilibrios minerales podrían manifestarse a través de estos espasmos.
La consulta médica se vuelve imperativa cuando los calambres interfieren significativamente con el descanso o la rutina diaria. Un profesional de la salud podrá evaluar si estos síntomas son manifestaciones de alguna patología que requiera tratamiento específico, como trastornos neurológicos, miopatías o incluso enfermedades como el Parkinson.
La investigación continúa en busca de respuestas más concretas sobre el origen y tratamiento de los calambres nocturnos. Mientras tanto, mantener un estilo de vida activo, una dieta equilibrada rica en minerales esenciales y una correcta hidratación se presentan como las mejores estrategias preventivas.
Para aquellos momentos en que el calambre sorprende en medio de la noche, recordá: estirá el músculo afectado, apuntando con los dedos del pie hacia tu cabeza y con la rodilla extendida. Un masaje suave o la aplicación de calor o frío local también pueden proporcionar alivio.
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