Quienes más la conocieron la recuerdan como una "trabajadora incansable" que se codeó con innumerables y destacadas figuras, sin perder su sencillez ni su frescura. Susana Giménez, Norma Aleandro, Mirtha Legrand, Claudia Villafañe, María Lorenza Barrenechea –la mujer de Raúl Alfonsín– y Zulemita Menem (cuando ofició de primera dama durante la presidencia de su padre) fueron algunas de las tantísimas mujeres que eligieron sus trajes y vestidos. "Una vez un empresario me dijo: ‘Sos la única mujer en el mundo que vistió a dos primeras damas de distintos partidos políticos en el mismo país’", contó la diseñadora. Durante sus cuarenta y cinco años en la moda, Elsa Romio (tal era su nombre de nacimiento, en Italia) también se dio el lujo de crear para el jet set internacional y la realeza, como Sofia Loren, Gina Lollobrigida, Joan Collins, Catherine Deneuve, la bailarina rusa Maya Plisetskaya y hasta la reina Sofía de España, a quien le hizo dos tailleurs.
La "Tana", como la llamaban sus íntimos, llegó de Calabria en la década del 70 después de una larga travesía de veintiún días en altamar junto a sus padres y sus diez hermanos. Fue a la escuela Liceo 9 y aunque en un principio soñó con ser odontóloga, su destino estaba atado a la moda. "En la intendencia de mi pueblo siempre decían: ‘Los dos más importantes del mundo son Gianni Versace y Elsa Serrano’. No somos del mismo pueblo, pero sí de Calabria", contó en un reportaje.
A los 19 se casó con Israel Sztemberg –padre de su primogénita, Roxana–, que le puso su primera boutique donde vendía ropa importada. Diez años después se separaron y conoció a su segundo marido, el empresario textil Alfredo Serrano, padre de sus hijas María Soledad y María Belén. Hasta ese entonces usaba su nombre de nacimiento, Elsa Romio, pero tomó el apellido de casada y se asoció con su marido. "Éramos la pareja perfecta, él se encargaba de lo administrativo y yo de crear", contó alguna vez de Alfredo, de quien se separó en 1994.
Hacia fines de los 90, su negocio entró a decaer y en 2001 la crisis fue fatal y la obligó a cerrar su maison de la calle Mansilla. Sin embargo, Elsa no bajó los brazos y siguió trabajando desde su casa. En 2020, regresó a la pantalla chica como jurado en Corte y confección (El Trece). Marcó época en los 90 como la modista preferida de los ricos y famosos, y aunque se codeaba con el poder, nunca se la creyó. "Cortaba todas sus prendas, incluso una vez que estuvo internada por una caída se llevó la tijera y la tela para trabajar en el sanatorio", aseguraron desde su entorno. "Valentino decía que se pueden hacer bocetos fabulosos, pero si no se sabe cortar, el trabajo no sirve", señalaba la propia Elsa, que le dedicó su vida a su gran pasión. "Trabajaba mucho y me quedaba hasta cualquier hora en el taller, sin dormir. Soy canceriana, así que todo lo veo positivo", repetía sin cansancio.
SUSANA GIMÉNEZ
Cuando se casó con Huberto Roviralta, el 5 de diciembre de 1988, Elsa ya era su diseñadora de confianza. "La vestí durante doce años para el programa y para su vida social y pública", contó Elsa años después de la boda celebrada en el Alvear Palace. Serrano se inspiró en el estilo de Scarlett O´Hara en Lo que el viento se llevó, y confeccionó el traje en siete días. "El 21 de noviembre Susana vino y me dijo: ‘Me caso el 5 de diciembre’. En ese momento yo tenía preparado un viaje a Europa que no podía cancelar. Se asustó porque pensó que no iba a llegar a diseñarlo, pero le dije que se quedara tranquila. El 28 de noviembre ya estaba listo", recordó. El vestido, con una falda de 25 metros de encaje francés, tenía cuatro campanas plato de seda natural y en la parte superior un corset en pico en escote y espalda con volados y dos moños de cada lado, dejando los hombros al descubierto. Como cierre y siguiendo la tradición del "algo prestado", Susana usó un broche de brillantes en el escote que pertenecía a Inés Maura, la madre de Roviralta. "Se lo cosimos a mano y le daba una terminación soñada, principesca", reveló Elsa.
NORMA ALEANDRO
La actriz brilló en su noche de gloria con un vestido que Elsa le diseñó especialmente para la 58a entrega de los Oscar –el 24 de marzo de 1986–, cuando La historia oficial (de Luis Puenzo) ganó como Mejor Película Extranjera. Norma, que entonces tenía 50 años, impactó con un modelo de encaje íntegramente bordado, forrado en raso de seda natural colorado, con mangas largas, hombreras y un pronunciado escote. "Estaba espléndida, y ese escote marcó tendencia en Hollywood", contó Elsa, que confeccionó el vestido a la distancia y sin pruebas, ya que la actriz se encontraba en plena gira de promoción. "Se lo hice por teléfono. Con su simpleza me llamó y me dijo: ‘Tana, me nominaron. ¿qué me pongo de lo que tengo acá?’. Y yo le contesté: ‘Norma, son los Oscar, te voy a hacer un vestido’. Se lo mandé a Los Ángeles con su marido", detalló la aclamada. Años después, Norma dijo: "Elsa me lo quiso regalar y le dije que ni loca, que se lo tenía que quedar de recuerdo. Me lo hizo sin probármelo, pero confiaba plenamente porque me conocía mucho y ya me había hecho varios trajes".
CLAUDIA VILLAFAÑE
El 7 de diciembre de 1989, Elsa volvió a dejar huella en la historia de la moda al diseñar el vestido de Claudia Villafañe para su casamiento con Diego Maradona. Aunque Valentino y Gianfranco Ferré se ofrecieron para confeccionar el traje, el mismo novio la eligió a Serrano. "Claudia me llamó desde Nápoles un mes antes de la boda. Quería que la vistiera a ella, a sus familiares y al mismo Diego", contó la modista, que a los dos días de aquel llamado voló a Italia para tomarles las medidas. "Confiaron plenamente en mí, y me pidieron una única condición: el vestido debía ser blanco". Diego eligió el género, cosa que representó un gran desafío para la diseñadora "porque la seda natural nunca es blanco óptico, pero conseguí la pieza". El vestido, en el que trabajaron quince costureras, estaba bordado con 800 cristales de roca, 1500 piedras y 5 kilos de canutillos de cristal traídos de Francia. De diseño recto y manga larga, tenía una impresionante cola de cuatro metros de largo. En la iglesia del Santísimo Sacramento debieron correr los bancos para que se luciera. Terminó su look nupcial con una corona de diamantes y perlas engarzadas en oro blanco que, se dijo entonces, que había costado 4 millones de dólares.
Hasta siempre, Elsa
La moda argentina está de luto. Nadie hubiera imaginado tan trágico desenlace para una de las diseñadoras más emblemáticas del país. El día de su partida, Elsa Serrano (73) almorzó con su hija mayor, Roxana, y uno de sus nietos en su departamento de la calle Maipú al 900, en el barrio de Retiro. La sobremesa se extendió hasta la tarde, y después de despedirlos, se puso a mirar el desfile por streaming de Benito Fernández. Se habían hecho muy compinches desde su paso como jurados por Corte y confección (El Trece) e intercambiaron mensajes por WhatsApp –incluso Elsa le encargó una campera de la nueva colección–, hasta que cerca de las 19.30 de ese fatal 16 de septiembre dejó de contestar el teléfono.
Horas más tarde se supo que había muerto en un trágico y voraz incendio en su departamento. Según lo que le informaron los peritos, se estima que el fuego se inició por una falla del sistema eléctrico del aire acondicionado en su habitación, donde se supone Elsa se había quedado dormida. "Creen que aspiró mucho humo, que se despertó y quiso escapar, pero se desmayó en el intento. El único consuelo es que ya había muerto cuando la alcanzaron las llamas", contaron desde su círculo íntimo.
Dos días después, sus tres hijas, Roxana –de su primer matrimonio, con Israel Sztemberg–, María Belén y María Soledad –de sus segundas nupcias, con Alfredo Serrano–, la despidieron en el Jardín de Paz, junto a muy pocos por las medidas sanitarias que rigen en pandemia.
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